Tres días han pasado desde que se celebraron las elecciones presidenciales de este país, y lo que en teoría debía ser un ejercicio democrático y de civilidad, nos ha vuelto a dejar sensibles, confundidos y lo que es peor, divididos.
Esta mañana, mientras me bañaba me encontré con que la tinta indeleble que yace en mi pulgar derecho desde la mañana del domingo, aún no desaparecía, y más allá de sentirme orgulloso por haber ejercido mi voto, me sentí bastante triste, pero sobre todo decepcionado, y aclaro que este sentimiento nada tiene que ver con los resultados arrojados hasta el momento, sino con el sistema que de nueva cuenta, parece fallarnos a la hora buena.
Y es que, con el negro historial que tiene nuestra democracia ¿no es increíble que los delitos electorales no se persigan de oficio y que en cambio sea el propio ciudadano el que tenga que ir a la FEPADE, y seguir todo el largo proceso?
A estas alturas, estoy seguro que todos hemos escuchado al menos una historia de acarreos, coacción y/o manipulación del voto. Vaya, con los tristes índices de pobreza que existen en nuestro país, todos sabemos que esta es una “práctica común”. ¿Pero qué han hecho el IFE o la FEPADE para castigar a los responsables y erradicar estos vicios que afloran en cada proceso electoral? Incluso varios medios reportaron el domingo, que tras emitir su voto, Enrique Peña Nieto subió a un templete colocado en las cercanías de su casilla para dar un discurso a los ahí presentes. ¿Acaso este no es un acto de proselitismo?
¿Y luego?
A lo largo del fin de semana, millones de personas recibimos llamadas y mensajes SMS en los que se nos invitaba a votar por el Partido Verde ¿Y luego?
En los días previos a la elección, el Partido Acción Nacional denunció el pago de más de 70 millones de pesos a operadores electorales por parte del PRI en tarjetas Monex, sin embargo el consejero electoral Benito Nacif informó en su momento “que no existían elementos suficientes para dictar medidas cautelares”. ¿Y luego?
De acuerdo al informe proporcionado por la organización ciudadana Alianza Cívica esta fue la elección con la mayor operación de compra y coacción del voto en la historia reciente. ¿Y luego?
A mi entender, el gran problema es que para variar, la ambigüedad de nuestras leyes, permite a muchos salirse con la suya, lo cual es mucho más doloroso cuando se trata de temas electorales, pues básicamente se les da carta abierta a hacer cualquier tipo de fechoría, sabiendo que o no los castigarán, o en su defecto que en proporción, es mucho mayor la recompensa que el castigo, pues pase lo que pase, el daño esta hecho. Si no preguntemos a Ciro Gomez Leyva y Milenio, que durante cien dias estuvieron bombardeandonos diariamente con sus encuestas, mismas que defendían a muerte cuando se les cuestionaban, para que al final, 24 horas después de haberse consumado la jornada electoral, salieran a dar una disculpa (de un minuto de duración), aceptando que sus números no eran correctos, sin embargo, el daño y la desinformación proporcionada a lo largo de varias semanas, ya se habían hecho. ¿Y luego?
Y mucho ojo que el tema no es de un sólo candidato o de un solo partido, pues basta ver el anuncio hecho por el PAN en el sentido de que impugnarán la elección en la Delegación Miguel Hidalgo, acusando presiones y coacción de votos por parte del PRD.
Aquí el problema no es si los que protestan son del PAN o del PRD, sino que ante el conflicto, muchas personas prefieren resignarse a informarse, y digo esto, después de encontrarme con muchos amigos a los que “les da flojera” todo este tema; lo cual retrata a la perfección el síndrome que ha permitido a los partidos y a los políticos seguir haciendo de las suyas, pues históricamente hemos optado por la “resignación” en vez de informarnos, organizarnos y protestar por nuestros derechos, por nuestra democracia y “ultimadamente” por el bienestar de nuestro país. ¿Les suena el Fobaproa? ¿La elección de 1988? ¿La megadeuda de Coahuila y los Moreira?
No es que se desconfíe de las personas ni de las instituciones, pero sí de las bases en las que se trata de cimentar una incipiente democracia, y esa es culpa de TODOS los partidos y también de nosotros, los ciudadanos, que tras la experiencia del 2006, tuvimos seis años para trabajar en ello y ni así pudimos arreglarlo. ¿Será que con todos los elementos proporcionados, el IFE tomará cartas en el asunto o se lavará las manos echándole la pelotita a la FEPADE? Y si ese fuese el caso ¿hará algo la FEPADE?
Muchos nos quejamos (y hasta esbozamos una sonrisa irónica) cuando escuchamos a López Obrador decir que no se pronunciará sobre el resultado de las elecciones, hasta conocer los cómputos distritales, pero ¿por qué nadie dice nada sobre la manera en la que Enrique Peña Nieto se asume ya como el Presidente Electo de México, cuando de entrada, el IFE ha dicho que el PREP no tiene validez jurídica y que los resultados que cuentan son los que arrojen los cómputos distritales que apenas comenzaron a procesarse esta mañana? ¿Por qué el presidente Felipe Calderón, felicita a Peña Nieto por su “victoria” si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no ha calificado la elección ni ha dictaminado la validez de los resultados (tiene hasta el 6 de Septiembre para hacerlo)?
Entiendo la importancia de dar certidumbre, pero al mismo tiempo, pareciera que existe una gran prisa por dar la vuelta a esta página, como si fuera un tema menor, cuando en realidad se trata del futuro inmediato de nuestro país. ¿No valdría la pena un poco de cordura en todos los frentes?
Y no nos confundamos, a final de cuentas, el tema no es si un candidato aceptará los resultados de esta elección o si se volverá a proclamar “presidente legítimo”, eso es irse por la fácil, el verdadero problema es si vamos a dejar que los partidos sigan haciendo de las suyas, aprovechándose de la pobreza y necesidad de la gente, para asegurar unos cuantos votos, ¿qué vamos a hacer para que esto no se repita?
