Hoy hace 40 años exactamente dejó de existir uno de los mejores cantautores que hayan pisado la Tierra: Nick Drake. Es inaudito cómo un artista de su calidad no fue apreciado en su momento, sino que décadas después fue cuando se le valoró, aunque tampoco se ha hecho tan popular como debiera.
La vida de Nick había sido común, como la de cualquier chico británico nacido en los 40. Vivía con sus padres, iba a la escuela y cuando tuvo edad, se mudó a Cambridge y ahí comenzó a tocar la guitarra en algunos clubes donde se encontró con artistas como los Fairport Convention (quienes después lo acompañarían en la grabación de algunos álbumes) y los Country Joe and the Fish, cuya estrafalaria imagen hippie poco impresionaron a Drake.
Al igual que le ocurrió a Simon & Garfunkel, Drake grabó sus álbumes esperando capturar las canciones sencillas que componía en la soledad de su cuarto, pero los productores y la disquera le hacían arreglos con más instrumentos sin su consentimiento, con el afán de crear un producto que pudiera venderse bien. A regañadientes, Drake aceptó los cambios si ello le iba a traer dinero y le abría las puertas de más conciertos.
Extrañamente no pasaba nada, el mundo estaba demasiado ocupado con la locura hippie y lo más folk que escuchaban era Bob Dylan, quien a su vez renegaba de las limitantes acústicas e ideológicas y comenzaba a electrificarse. La gente del Folk comenzó a adentrarse mucho más en el Country y también comenzaban a abrirse las tenebrosas brechas del Rock Pesado y el Glam Rock. En medio de toda esta maraña se encontraba Nick Drake quien, armado con una vena poética y grandes melodías, crearía temas con una calidad que no tenían igual; tenía un poco de música de cámara, Jazz, algo de Folk, Country y todo coronado con la magnífica voz aterciopelada de Drake (ni hablar de su extraordinaria técnica en la guitarra, con un fingerpicking diestro y preciso que ya quisieran ejecutar muchos).
Hacia el final de su carrera comenzó a consumir marihuana en grandes proporciones, lo cual lo volvió un poco paranoico. Grabó su icónico álbum Pink Moon, cortando de tajo cualquier arreglo extra, sólo él y su guitarra. Sus letras reflejaban que Nick se encontraba en un profundo estado de depresión. De nuevo, nada sucedió con Pink Moon y Drake, regresó a vivir a casa de sus padres, donde ellos podrían ver por su salud y estabilidad mental.
Nick se había vuelto extremadamente retraído, no hablaba con nadie y desaparecía por largos periodos. Por si fuera poco, la compañía Island Records sólo le daba 20 libras al mes, lo cual, literalmente, no le alcanzaba ni para zapatos. Le fueron recetados antidepresivos para poder estabilizar su ánimo y lograr que conciliara el sueño. Fue uno de ellos, la amitriptilina, la que le quitó la vida de una sobredosis accidental (una más para poder dormir más profundamente).
El legado de Drake permaneció en la oscuridad hasta que en los 80, famosos artistas como R.E.M., The Cure, Paul Weller y los Black Crowes entre muchos otros, lo descubrieron y comenzaron a esparcir su obra. Curiosamente, no existe un solo video de ningún tipo de Nick Drake, sólo fotografías, así que no hay registro alguno de su imagen en movimiento.
Hoy en día sus canciones se usan en películas e incluso comerciales de televisión, cosa que seguro le genera jugosas ganancias a los apoderados de sus derechos de autor. Cuando uno de los temas de Pink Moon apareció en un comercial de Volkswagen el disco vendió más copias en 30 días que en los 30 años que habían pasado desde su salida.
Se dice que la música de Drake “viene del corazón”, pero en realidad su origen es la mente atormentada y melancólica de Nick, quien tuvo el valor de indagar en sus profundidades y compartir con el mundo sus agrestes verdades a la manera de William Blake o Yeats. La música de Nick es el soundtrack de la dulce agonía en la oscuridad de las noches insondables.