¿Cómo se puede rendir tributo a una víctima o un sobreviviente?, ¿de qué manera puedes celebrar su vida sin pensar en la tragedia que lo llevó ahí? El debate que gira en torno a los sobrevivientes de algún evento trágico en el mundo, se puede prestar al morbo, el amarillismo y, en pocas ocasiones, a la reflexión colectiva. Cuando comenzó el nuevo milenio, hace 18 años, comenzó la discordia en el discurso de qué es lo que se debe hacer nos in antes anteponer los intereses políticos y económicos de diversos países.
Por ejemplo, los ataques terroristas, las guerras que los países del primer mundo llevan a naciones vulnerables, la crisis migratoria, el narcotráfico, la violencia contra las mujeres y ahora, con mayor fuerza que antes, la venta y compra de armas relacionada con la violencia como precepto cultural, la cual está íntimamente relacionada con los tiroteos masivos y escolares en Estados Unidos. Este último tema, como mencionamos, se ha convertido en uno de los temas centrales de los medios y las redes como consecuencia de su incremento y la indiferencia de las autoridades respaldada por la idea de identidad americana. Es decir, la imagen representativa del estadounidense como un amante de su país, y por ende, de las armas.
Sin embargo, y sin importar las decisiones políticas que giran en torno al tema, el debate se encuentra en movimiento y la historia lo respalda. De acuerdo con una nueva editorial de New York Magazine, el primer tiroteo escolar en Estados Unidos del que se tiene registro, se dio en 1840, pero la sociedad americana cayó en cuenta de la gravedad del asunto hasta 1999 con la masacre de Columbine donde dos adolescentes entraron a su escuela y asesinaron a tiros a 13 estudiantes. Los reportes de la época aseguran que el equipo de seguridad que entró a la escuela para salvar a los estudiantes, “no estaban entrenados para lo que encontraron: Sin rehenes. Sin peticiones. Sólo muerte”.
Ni qué decir de la masacre de la escuela primaria de Sandy Hook en 2012 donde Adam Lanza, un joven de 20 años, asesinó a 20 niños de entre 6 y 7 años. ¿Impactante? Sí, pero no lo suficiente para la sociedad americana que desde ese tiroteo hace seis años, ha visto desfilar otras mil 885 tragedias que se traducen en dos mil 99 personas asesinadas y siete mil 937 heridas.
Y así es como el resto se convierte en historia que se cuenta en cifras cada vez más alarmantes. En 18 años, se han dado más tiroteos en el país que todos los registrados en el siglo XX. Y los números empeoran cuando pensamos que esos datos sólo hablan sobre tragedias escolares porque, en realidad, la violencia con armas se da en todos los niveles y en todas formas. El sábado 28 de octubre de 2018, hace un par de días, se registró un tiroteo en una sinagoga en Pittsburgh llevada, aparentemente, por el racismo, la discriminación y el odio de un solo hombre.
Ahora, para no olvidar el tema y terminar con un debate que pone como premisa principal la violencia, no tanto la compra y venta de armas, la portada del New York Magazine “rinde” tributo a 27 sobrevivientes de tiroteos escolares cuyas cicatrices dan cuenta de una crisis de valores dentro de su sociedad y el mundo. En la portada aparecen las marcas de Anthony Borges de 15 años después de recibir cinco disparos a quemarropa por parte de Nikolas Cruz durante el tiroteo de Parkland: heridas en las piernas, muslos y espalda. Borges sobrevivió a diferencia de 17 de sus compañeros. Junto a él parecen otros estudiantes que vivieron la tragedia de Parkland acompañados también de otros sobrevivientes a partir del tiroteo de Brooklyn High School For Automotive Trades el 25 de junio de 1946.
