La otra ocasión, los que frustraron un asalto de combi fueron militares vestidos de civil. Ahora, fueron los pasajeros lo que tuvieron que actuar.

En redes se difunde el video de cómo un asaltante estuvo a punto de salirse con la suya en una combi de pasajeros de Naucalpan. Los hechos ocurrieron el pasado 30 de mayo.

El sujeto con pistola en mano exigió las pertenencias de los pasajeros de la combi. Sin embargo, en un arranque de “¡ya estuvo suave!”, una de las víctimas se le fue al asaltante.

Al ver el intento del compadre, el resto de los pasajeros no lo dejaron solo y ayudaron a desarmar el criminal. Para satisfacción de quienes han sufrido un asalto a mano armada y saben lo gacho que se siente, entre todos lo pasajeros procedieron a darle sus buenos guamazos al susodicho.

Según se ve en el video, al checar que el criminal era abaratado, un sujeto trató de detener la golpiza… trató, porque ni lo dejaron subir: ahí estuvo colgándose de una de las ventanillas del vehículo, hasta que uno de los pasajeros le aplicó el “aquí se baja éste, chof” a punta de trancazos.

Captura de pantalla

De acuerdo con Proceso, los elementos de la Fiscalía del Estado de México y la Secretaría de Seguridad del Edomex ya iniciaron la investigación correspondiente. Se desconoce si el criminal fue entregado a policías. Según se alcanza a escuchar, ésa era su intención.

Esto se da a conocer a pocos días de que, igual en Naucalpan, militares vestidos de civil frustraron un asalto a una combi de pasajeros.  De este hecho se saben más detalles, como que ocurrió en en la calle Rosal de la colonia La Cañada, una zona cercana al Campo Militar número 1.

En este caso, fueron dos los asaltantes que pretendían despojar de sus cosas a los pasajeros. Al tumbar fácilmente al criminal, los militares pidieron al chofer de la combi ir directo al Ministerio Público. Lamentablemente, uno de los asaltantes logró huir… pero, bueno, los militares ayudaron a que el otro ya esté guardado en el tambo.

La recomendación en un asalto es, siempre, no arriesgar la vida y, por mucho coraje que dé, entregar sin chistar las pertenencias. Otros intentos de evitar asaltos han acabado mal…

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