Las relaciones se han tensado entre Estados Unidos y México desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El mandatario y empresario enarboló un discurso antimexicano y en contra de los migrantes durante su periplo como candidato y continuó con la misma vieja canción una vez que asumió su cargo. La propuesta en la que se basó gran parte de su campaña presidencial fue la construcción de un muro en la frontera sur de su país. Barrera que habríamos de pagar —en su totalidad— los mexicanos. La obra tiene como propósito frenar el trasiego de drogas y disminuir el flujo de inmigrantes dentro de su territorio. Algunos líderes mundiales, como el expresidente ecuatoriano Rafael Correa Delgado, han condenado la propuesta de Trump. “Es una ingenuidad extrema creer que la inmigración se va a parar con muros“, dijo Correa Delgado antes de dejar la Presidencia de Ecuador en mayo.
Ahora, la polémica y las tensiones han resurgido entre Ecuador y Perú, los dos países que sostuvieron la última guerra en Latinoamérica a raíz de la construcción de un muro entre ambos países; entre los municipios de Huaquillas y Aguas Verdes, respectivamente. La obra inició algunos días antes de que la gestión de Correa terminara y Lenín Moreno tomara posesión como presidente. Las protestas peruanas no se hicieron esperar: el gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski solicitó a su país vecino—a principios de junio— que parara los trabajos para alzar el muro de, aproximadamente, cuatro metros de altura, ya que la barrera impactaba “negativamente en la integración fronteriza”. Las autoridades peruanas argumentan, además, que el muro que construye Ecuador es una violación al Acta de Brasilia, firmada en 1999.
En pocas palabras: Perú alega que el gobierno ecuatoriano está construyendo sobre un espacio que el tratado bilateral dice que debe quedar libre. Ecuador dice que están respetando la norma. El acta señala que se debe de dejar “una franja de 10 metros al lado derecho del Canal, para que ambos países pudieran realizar su mantenimiento y limpieza“.
Ecuador ignoró la petición y continuó con la obra. El expresidente Correa declaró que el muro no es muro, sino un “parque lineal” y que hacer comparaciones entre este levantamiento y el que propone Donald Trump es un “disparate”. “¡Es increíble cómo la mala prensa puede hacer una tempestad en un vaso de agua! Nosotros no construimos ‘muros’, construimos PARQUES”, escribió el exmandatario ecuatoriano el pasado 6 de junio. De acuerdo con la cadena BBC, el polémico muro no es más que una pared blanca que “puede caminarse de un extremo al otro” en cinco minutos, que mide tres metros y medio en su parte más alta y alcanza apenas el metro en su parte más chaparra. El muro también servirá, dicen las autoridades de Ecuador, para prevenir futuras inundaciones.
Hace poco las ciudades de Huaquillas, en Ecuador, y Aguas Verdes, en Perú, estaban separadas únicamente por un canal del río Zarumilla que podía ser brincado —por los más ágiles y atrabancados— o, bien, podía ser superado por la colocación de una tablita de madera entre uno y otro extremo. El parque lineal reubicaría a los comerciantes ecuatorianos desplazados dentro de un centro comercial y un mercado que también forman parte del proyecto. Con la barrera también se buscaría ponerle freno al contrabando con la localidad peruana de Aguas Verdes y evitar que el espacio se vuelva un foco de contaminación, apunta El País. Veintidós años después de la última guerra entre países latinoamericanos, Ecuador y Perú tensan sus relaciones. La cosa ha escalado de tal manera que el gobierno peruano ya llamó a consulta a su embajador en Quito.
Se prevé que el muro-pared-de-parque-o-lo-que-sea esté listo para septiembre.
¡Es increíble cómo la mala prensa puede hacer una tempestad en un vaso de agua!
Nosotros no construimos “muros”, construimos PARQUES. pic.twitter.com/JIBoDDy9Jh— Rafael Correa (@MashiRafael) 6 de junio de 2017