La tarde de este 26 de marzo el escultor estadounidense Richard Serra murió en Nueva York. Estamos hablando de uno de los más grandes escultores del siglo XX, que puso sobre la mesa el arte de lo gigante y abstracto.
Serra fue uno de los artistas minimalistas que comenzaron a utilizar materiales industriales para darle una carga simbólica y física a sus obras. El espectador interactúa no solo de manera visual sino sobre o a través de ellas.
La obra de Richard Serra
Snake es una escultura gigante conformada por tres hojas de acero gigante que están colocadas de tal forma que crean una trayectoria en curva.
Fue realizada para la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao, en España, donde fue instalada de manera permanente. La idea entonces es jugar con los materiales y el espacio para crear un diálogo vivo entre el espectador y el entorno, jugar con la gravedad y claro, la física.
Solo esta obra pesa mas o menos 180 toneladas, conteniendo dos pasajes inclinados que logran una sensación de movimiento e inestabilidad. De pronto el acero se vuelve un material tan maleable como una hoja de papel, con el elegante movimiento del aire.
Esta escultura se integró posteriormente a La materia del tiempo, un conjunto de formas escultóricas que van desde una sencilla elipse hasta una complicada espiral. Todo de acero.
El espectador puede recorrer las curvas y espirales desde el corazón de la obra: la sensación del espacio en movimiento. Y no solo espacio, también es un juego de tiempo.
Y esto es lo que justamente podemos destacar de su obra y de la corriente de artistas minimalistas de su época: el movimiento generado por materiales poco convencionales como el acero, en escalas poco comunes.
Por allá del 2000 el artista instaló una escultura de 18 metros de alto en San Francisco, una obra monumental compuesta por 4 placas de acero y cuyo nombre surgió de la espontaneidad.
“Yo diría que, particularmente en las elipses y ahora en las espirales, el cuerpo de uno en relación con un lugar desconocido que se revela al caminar en él tiene probablemente un factor psicológico mayor que el trabajo anterior“, dijo el artista en una entrevista.
Explicó que a medida que se construyen las espirales en una obra, existe la sensación de que conforme la pieza se desarrolla, realmente no tienes idea de hacia dónde llevará el camino.
Solo mientras lo hacías podías entender cómo subía y se torcía y se unía con tras piezas.
Y claro, una de las preguntas que aparecen al ver su obra es… ¿cómo se hace alto tan gigante?
Bueno pues la visualización del artista no era lo único. A veces todo se originaba en el lugar en donde se iba a instalar, otras veces en el estudio.
Los modelos luego iban a las manos de un ingeniero y se resolvían con un programa de computadora llamado CATIA. En el ir y venir de ideas aparecía la solución de cómo, donde y qué se iba a construir.
Y no solo para piezas escultóricas en museos, sino también obras que encajaron con el paisaje… ¿paisajismo construido? Probablemente una de las esculturas más polémicas fue Tilted Arch que instalaron en la Plaza Federal de Nueva York, por allá de 1981.
En poco tiempo una votación pública determinó que fuera trasladada porque “estorbada” al paso y a la vista de las personas.
El artista exigió su destrucción porque la obra se concibe respecto al lugar en donde vivirá y no al revés. Y así terminó, como chatarra años después dejando una polémica en la escena escultórica… ¿quién decide dónde se instala el arte y dónde no?
“Cuando comencé, lo que era muy, muy importante para mí era lidiar con la naturaleza del proceso. Entonces, lo que hice fue escribir una lista de verbos: enrollar, doblar, cortar, colgar, torcer.
Y realmente simplemente elaboré piezas en relación con la lista de verbos, físicamente, en un espacio. Ahora, lo que sucede cuando haces eso es que no te involucras con la psicología de lo que estás haciendo, ni te involucras con la imagen residual de cómo se verá.
Básicamente, te da una forma de proceder con el material en relación con el movimiento corporal, en relación con la creación, que se aleja de cualquier noción de metáfora, de cualquier noción de imaginería fácil“, dijo el reconocido artista.
El arte es un proceso y en ciertos movimientos el proceso es el foco de atención y no tanto el producto. En 1967 apareció la famosa Lista de Verbos que el artista recopiló para hablar del proceso y que le ayudó a evolucionar su práctica escultórica.