Como seguramente ya habrán escuchado, la madrugada del domingo 19 de febrero, entre las 2:30 y las 3:30 am, 44 reos fueron asesinados con piedras y armas punzocortantes.

Entre estos sólo 35 han sido identificados, en su mayoría como reos de alta peligrosidad pertenecientes al cártel del Golfo. Los familiares de los casi 2500 reos que el penal de Apodaca, en Nuevo León, entraron rápidamente en un pánico colectivo que los llevó a custodiar, de alguna manera, las instalaciones del penal a la espera de noticias. Se sabe también que en el momento del motín había en su interior 43 mujeres y 25 menores de edad, quienes resultaron ilesos, reveló la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), Minerva Martínez Garza.

Ayer, los rumores de la fuga de algunos reos recorrían los medios de comunicación, sin embargo no fue hasta hoy por la mañana que el Gobernador del Estado de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, confirmó en una rueda de prensa la fuga de 30 reos, que según las autoridades son miembros del Cártel de Los Zetas y que supuestamente fueron responsables de la masacre de los 44 reos fallecidos.

Sin duda es inverosímil que 30 personas se hayan escapado de un penal de alta seguridad, luego de haber asesinado con piedras y armas punzocortantes a 44 más. Una serie de preguntas surgen lógicamente ante este suceso: ¿Dónde estaban los custodios? ¿Cómo es que con la movilización federal y militar que el país presenta en este momento, no hayan llegado para auxiliar al personal del penal?

La respuesta, como siempre se divide en numerosas deficiencias, la primera y la más inmediata es una sobrepoblación del Penal de Apodaca del 80%, y la poca iniciativa de la población para desempeñar el trabajo de celador. Pero como en todas las tragedias que suceden en nuestro país, la corrupción ha sido un valor determinante en este suceso.

Según Rodrigo Medina: “No cabe ninguna duda de que sin la ayuda de funcionarios del penal hubiera sido muy difícil que pudieran haber llevado (a cabo) esta fuga”. Por ahora Los directivos del penal y 18 celadores que estaban en funciones al momento de la fuga fueron detenidos y están siendo investigados.

Según Medina, 25 de los 30 prófugos se encontraban bajo arresto por delitos federales, por lo que el seguimiento de este caso quedará también en manos de la Procuraduría General de la República.

El gobernador también habló de la importancia de refundar el sistema penitenciario nacional, a nivel estatal y federal, pues lo ocurrido el día de ayer en Apodaca no es un hecho aislado: en mayo del 2011, en el mismo Cereso se registró un incendio en la sala de psiquiatría en el que murieron 14 internos y otros 35 sufrieron lesiones. El 26 de marzo del 2010, 41 reos escaparon del Centro de Ejecución de Sanciones de Matamoros; y un año antes el 16 de mayo del 2009, un comando presuntamente de “Los Zetas” liberó a 53 reos en el panal de Cieneguillas en Zacatecas.

La lista de reos fugados confirmada es la siguiente: Jonathan Israel Flores Guerrero, Jaime Román Rodríguez Rincón, José Ricardo Barajas López, Edgar Gabriel Hernández Pérez, Erick Hernández Ascaño, Gerardo García Rodríguez, Oscar Manuel Bernal Soriano –el cual se señala como uno de los lideres del grupo delictivo ‘Los Zetas’–;  Juan Cristóbal Flores Alcorta, Manuel Bernardo Mendoza Gaytán, José Francisco Gutiérrez Galván, Héctor Rosvelt Huerta Tinoco, José Hernández Cruz, Francisco Javier Puente Macías, Miguel Alejandro Pérez Cárdenas, Adán Sáenz Sáenz, Darío Rosas López y José Isidro Cruz Villarreal, José Manuel Pérez Loera, Rogelio Chacha Quintanilla, José Antonio Montiel Hernández, David Alberto Segundo Villa, Edgar Adrián Izaguirre Ortiz, César Eduardo Sandoval Padilla, Jesús Manuel Santiago Ordaz, Aldo Alejandro Ríos Flores, Horacio Silva Garza, Juan Francisco Arguello Pastrana, Rubén Méndez Gastélum, José Luis Guzmán Muñoz y Christofer Abad Blanco González.

Considerando que muchos de los logros que la Guerra Contra el Narco puede contabilizar, son la captura de “capos, medio capos y capitos”, fugas como la de hoy sin duda representan un retroceso enorme en el camino hacia cumplir los objetivos de Calderón y compañía. Y más allá de eso, si consideramos que los puestos de poder en el mundo del narcotráfico claramente han sido ocupados por otros luego del arresto o asesinato de algún líder o dirigente, la fuga de reos significa un enfrentamiento seguro entre quienes poseían los puestos de poder y quienes los poseen ahora, venganzas por traiciones, etc.

 

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