31 muertos y 12 heridos fue el saldo que dejó una riña ayer por la tarde en la cárcel de Altamira, Tamaulipas. Al parecer, el origen del conflicto fue la disputa por el control de actividades ilícitas dentro del penal.
La lucha duró varias horas y fue protagonizada por internos de los módulos 11 y 12, quienes armados con objetos punzocortantes, palos y tubos se enfrentaron entre sí hasta que elementos del Agrupamiento Especial de la Policía Estatal retomó el orden.
Mientras, decenas de familiares de los internos llegaron al exterior del penal para pedir informes de lo que sucedía en el interior. No obtuvieron respuesta, pues será hasta que concluyan los peritajes e investigaciones cuando se haga pública la lista de víctimas. La seguridad afuera de la cárcel quedó a cargo del Ejército.
22 de las víctimas eran del fuero común y nueve del estatal, informó la Secretaría de Seguridad Pública. Actualmente 13 presos son interrogados para deslindar responsabilidades.
Una posible causa de esta riña, es que en el penal de Tamaulipas están detenidos miembros de distintos grupos rivales del crimen organizado, como por ejemplo los Zetas y el cártel del Golfo. Nada nuevo que la corrupción y el narco sigan controlando en buena medida los centros penitenciarios del país.
Desgraciadamente, esta no es la primera masacre en cárceles de Tamaulipas. Las más recientes fueron en julio del año pasado donde murieron 7 reos y 59 se dieron a la fuga en un enfrentamiento en Nuevo Laredo; y en octubre de 2011 cuando otra riña dejó 20 internos muertos y 20 heridos.
¿A quién responsabilizar por estas muertes?
