Lo que necesitas saber:

El Monumento a la Revolución iba a ser la cúpula principal del Palacio Legislativo de México; una obra del gobierno de Porfirio Díaz que nunca se realizó.

Esta vez, en Joyas de la CDMX, les contamos la historia que hay detrás del Monumento a la Revolución, pues quizá muchos no sepan que iba a ser parte del Palacio Legislativo de México, un edificio que incluso pudo ser más grande que el Capitolio de Estados Unidos.

El primer Congreso de México

Gracias a que leímos una publicación del cronista Enrique Ortiz sobre este Palacio Legislativo que se transformó en el Monumento a la Revolución, decidimos investigar un poquito más de lo que iba a ser este enorme edificio en la Ciudad de México.

Para empezar, hay que hablar de por qué se decidió construir. Sí, de acuerdo con el libro “El sueño inconcluso de Émile Bénard y su Palacio Legislativo, hoy Monumento a la Revolución”, de Javier Pérez Siller y Martha Bénard Calva, a inicios del siglo XX, durante el gobierno de Porfirio Díaz, comenzaron a construirse varias obras para descentralizar los tres poderes y las distintas secretarías que desde la Independencia estaban en Palacio Nacional.

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Foto: Getty Images // Porfirio Díaz

Después de ir de un lado para otro, y de que dos de sus sedes improvisadas se incendiaran, en 1896, José Yves Limantour, entonces ministro de Hacienda, propuso que se construyera un Palacio Legislativo, ya que desde la consumación de la Independencia, los diputados y senadores habían trabajado en inmuebles adaptados, como fue en el Teatro de Iturbide.

Y hasta señaló donde podría construirse el nuevo Congreso: justo a un costado de su casa, en la avenida Juárez y Bucareli, estaba un terreno que antes había sido ocupado por la plaza de toros Paseo Nuevo, la cual se demolió en 1890, y en el que para 1896 solo estaba la glorieta del Caballito (la escultura de Carlos IV que ahora está frente al MUNAL).

El Caballito
Foto: Archivo Casasola vía Fototeca Nacional

El gobierno compró el espacio y, en 1897, la que era la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) lanzó una convocatoria internacional para encontrar el mejor proyecto para la construcción del Palacio Legislativo. Eso sí, se advirtió que solo habría un presupuesto de un millón 500 mil pesos… que, por cierto, ahora ya no te alcanzan ni para un departamento en CDMX.

Tras recibir 56 proyectos de diferentes países, además de otros de la capital y del interior del país, el 15 de abril de 1898, el jurado declaró desierto el primer lugar, un empate de tres concursantes en el segundo, y solo un tercer puesto (Dato curioso: uno de “los segundones” fue el arquitecto italiano Adamo Boari, quien diseñó Bellas Artes).

La destellante y gran historia del telón de cristal de Bellas Artes
Foto: Facebook Secretaría de Cultura Ciudad de México // Adamo Boari.

Al no existir un ganador, varios se quejaron. Pero lo más raro vino cuando se informó que se construiría el proyecto que había quedado en tercer lugar: el del arquitecto Pier Paolo Quaglia, pues según el gobierno, era el que más se acercaba a lo solicitado en el convocatoria.

¿Cómo iba a ser el Palacio Legislativo de México?

¡Ups! Resulta que Pier Paolo Quaglia había muerto el 28 de enero de 1898, por lo que se decidió que la obra la ejecutaría un “arquitecto prestigiado”, que resultó ser el mexicano Emilio Dondé, quien fue parte del jurado y que sospechosamente había votado a favor de este proyecto sabiendo que el concursante ya había fallecido.

Diseño del Palacio Legislativo.
Foto: Colección Culhuacán vía Fototeca Nacional // Diseño de Émile Bénard.

En enero de 1899, las obras del Palacio Legislativo arrancaron, pero entre retrasos y críticas del arquitecto Antonio Rivas Mercado, Dondé renunció en agosto de 1902.

Ahora el encargado sería el arquitecto francés Émile Bánard, pero con un proyecto diferente, el cual inició oficialmente el 30 de enero de 1904.

¿Cómo iba a ser el Palacio? Para empezar, hay que destacar que el galo utilizaría cimentaciones y estructuras metálicas en esta construcción, lo cual había sido pocas veces visto en México para esos años.

Su proyecto planteaba que el edificio cubriera unos 14 mil 700 metros cuadrados; de éstos, 580 serían para la Cámara de Diputados y 580 más para la de Senadores; mientras que la parte conocida como “pasos perdidos”, donde estaría la cúpula principal que terminaría siendo el Monumento a la Revolución, tendría mil 200 metros cuadrados, por lo que sería de mayor tamaño que el Capitolio de Estados Unidos, e incluso, el segundo más grande del mundo detrás del parlamento de Budapest.

Aunque en el libro “El sueño inconcluso de Émile Bénard” se señala que al final solo se ocuparían 14 mil 517 metros cuadrados, de los cuales, 114 metros ocuparía la fachada frontal, 112 la fachada posterior, y 127 metros cada una de las fachadas laterales.

Así se vería el Palacio Legislativo ahora.
Google Maps (VM) // El espacio que ocuparía el Palacio Legislativo actualmente en la Plaza de la República

Además, la sala de “pasos perdidos” tendría 30 metros de diámetro por 60 de alto. Y a los costados de las cámaras, se colocarían cuatro patios. Mientras que la entrada principal tendría una altura de siete metros y desembocaría en un vestíbulo.

En el lado derecho habría una biblioteca con accesos a salones de lectura y de fumar, baños, la oficina del bibliotecario y un buffet. Del lado izquierdo estarían la Cámara de Senadores, guardarropas, más sanitarios, salones para correos, telégrafos y teléfonos, la presidencia del senado y la oficina mayor. Y al fondo estaría la Cámara de Diputados, rodeada de salones para las comisiones, los secretarios de Estado, archivos, el “Diario de debates” y una sala de recepciones.

Diseño del Palacio Legislativo de México.
Foto: Facebook (Monumento a la Revolución) // Diseño del Palacio Legislativo.

En la planta baja se colocaría un departamento de bomberos, guardarropas, almacenes, imprenta, archivos, oficinas de mantenimiento y más; en el primer piso estarían los archivos del Senado, oficinas, bodegas, salas de espera y tribunas para ambas cámaras; y en el segundo piso, galerías de las cámaras y salas de espera.

Y por si tenían duda de cómo se iba ver el ahora Monumento a la Revolución, entonces cúpula del Palacio Legislativo, ésta tendría una forma semicircular y descansaría sobre un cuerpo elevado de luces formado por columnas. Además, estaría decorada con esculturas y buhardillas ovaladas, contaría con un mirador y soportaría una enorme águila que había fundido en bronce el francés Georges Gardet a petición de Bénard.

La cúpula del Palacio Legislativo.
Foto: Guillermo Kahlo vía Monumento a la Revolución // La estructura de la cúpula del Palacio Legislativo.

¿Por qué ya no se construyó?

Las principales razones por las que el Palacio Legislativo ya no pudo construirse fueron las siguientes: la naturaleza del terreno (hundimientos), la falta de experiencia y tecnologías adecuadas, la magnitud de los trabajos, las diferencias entre los que participaban en la obra y, obviamente, el comienzo de la Revolución Mexicana.

Estructura abandonada del Palacio Legislativo.
Foto: Colección Archivo Casasola vía Fototeca Nacional //

El primer problema en surgir, como en el caso del Palacio de Bellas Artes, fue el hundimiento del terreno. La cimentación del edificio fue uno de los obstáculos con los que se topó Émile Bénard, y como con el llamado Teatro Nacional, igual intentaron varias maneras de solucionarlo y que no funcionaron.

Además, como les decíamos, hubo diferencias entre el francés, su equipo y el gobierno de ese entonces. Por ejemplo, para los hundimientos y la colocación de algunas estructuras metálicas, la Secretaría de Obras contrató a la casa Milliken Bros de Estados Unidos… peeero, sin consultar al arquitecto.

Trabajadores montando vigas metálicas.
Foto: Facebook (Monumento a la Revolución) // Trabajadores montando la estructura metálica del Palacio.

También muchas personas fallecieron durante las obras, que a pesar de que no se contabilizaron, se sabe que las principales víctimas fueron obreros que subían varios metros de altura para unir las pesadas vigas.

A todo esto se sumó la Revolución Mexicana, la cual comenzó justo después de las fiestas por el Centenario de la Independencia, en 1910. Así es, luego de que Porfirio Díaz renunciara el 25 de mayo de 1911, Manuel Bonilla, secretario de Comunicaciones, le pidió a Bénard suspender las obras del Palacio Legislativo.

Estructura abandonada del Palacio Legislativo.
Foto: Facebook (Monumento a la Revolución) // Estructura metálica del Palacio Legislativo.

¿Las razones de las autoridades? Además del inicio del conflicto, el nuevo gobierno indicó que se trataba de un edificio muy grande y costoso, llegando a tener un presupuesto de 20 millones de pesos; dinero que, explicaron, podría usarse en otras obras como carreteras y puertos que ayudarían al desarrollo económico.

El Palacio Legislativo se convierte en el Monumento a la Revolución

Algo deprimido por no haber logrado su proyecto, Émile Bénard regresó a Francia; pero en 1919, volvió México para intentar convencer a las autoridades de que se retomara la construcción del Palacio Legislativo. Lo malo es que al dar un paseo por la estructura metálica deteriorada, se dio cuenta de que nunca se podría construir su proyecto en la Ciudad de México.

Sin embargo, se alegró de encontrar el domo central intacto, por lo que se le ocurrió la idea de crear una especie de panteón dedicado a “la gloria de los hombres de Estado”, donde se podrían aprovechar las obras que habían realizado los escultores franceses para el palacio.

El arquitecto consiguió que el gobierno de Venustiano Carranza liquidara los adeudos con los artistas de las figuras para la construcción inconclusa y también que se interesaran en su propuesta de cementerio, por lo que el 27 de marzo de 1922, el hijo de Bénard firmó un contrato en su nombre.

Creó un nuevo proyecto en el que se incluirían las esculturas, donde la sala de “pasos perdidos” se convertiría en un altar a la patria, y en la que por debajo se colocarían criptas para los héroes mexicanos. Además, el arquitecto quería una escultura de mármol de 11 metros que llevara la bandera y un grabado de la Constitución de 1917.

Cúpula del Palacio Legislativo.
Foto: Colección Archivo Casasola vía Fototeca Nacional // Solo sobrevivió la cúpula del Palacio Legislativo.

Pero una vez más los sueños de Émile se truncaron, pues en 1928, el entonces secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, consideró que la propuesta del galo era demasiado cara, y le explicó que había diferentes decisiones políticas de por medio. Y pues al final también se sumó el asesinato del presidente Álvaro Obregón.

Bénard regresó a Francia y murió sin ver el Palacio Legislativo, ni el panteón de los héroes realizados. Y pues meses después, el gobierno puso a la venta el terreno para la construcción de un hotel, lo cual intentaron evitar arquitectos como Federico Mariscal, quienes plantearon nuevos proyectos que tampoco se hicieron.

Cúpula del Palacio Legislativo.
Foto: Colección Archivo Casasola vía Fototeca Nacional // Solo sobrevivió la cúpula del Palacio Legislativo.

Parecía que se acabaría de desmontar toda la estructura metálica, pero a esta historia llegó el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien convenció a Alberto J. Pani, aún secretario de Hacienda, de llevar a cabo un Monumento a la Revolución; una propuesta que aceptó el entonces presidente Abelardo Rodríguez el 25 de enero de 1933 y que se inauguraría hasta 1938.

Las partes que aún se ven en la CDMX

Cómo les contábamos, el Monumento a la Revolución se inauguró en 1938 gracias al rescate de Carlos Obregón Santacilia, por lo que la estructura metálica tendría un nuevo significado: un espacio público destinado a conmemorar “una revolución constante”, como menciona la página oficial de este sitio histórico.

Para esta nueva intervención, el mexicano agregó elementos art déco y de la arquitectura prehispánica, pero igual conservó las grandes proporciones de la estructura.

Además, incluyó esculturas de Oliverio Martínez para decorar los cuatro pilares del nuevo monumento, las cuales representan la Independencia de México, las Leyes de Reforma, Agrarias y también las Obreras.

Luego de que terminara su construcción, en 1936 comenzó a utilizarse como mausoleo para los personajes más importantes de la Revolución Mexicana, ya que se construyeron criptas en las que se colocaron los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Francisco Villa y Lázaro Cárdenas del Río.

El monumento, desde 1938, igual funcionó como mirador… eso hasta que en 1970, el acceso a su elevador quedó averiado. Por esta razón, en 2009, con motivo del Centenario de la Revolución Mexicana, el gobierno de la Ciudad de México trabajó en su remodelación y se abrió nuevamente en 2010 como museo.

Y quizá se pregunten, ¿qué pasó con las esculturas que se colocarían en el Palacio Legislativo luego de que se convirtiera en el Monumento a la Revolución? De acuerdo con el cronista Enrique Ortiz, el águila de bronce que iba coronar el inmueble aún puede verse en Monumento a la Raza, en Insurgentes Norte. Mientras que dos de los leones que iban a estar en la escalinata principal del palacio, ahora se encuentran en la entrada del Bosque de Chapultepec.

La Puerta de los Leones.
Foto: Erick Ponce. // Leones en la entrada del Bosque de Chapultepec.

¿Conocían esta historia detrás del Monumento a la Revolución?

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Me llamo Erick Ponce y trabajo en Sopitas.com desde el 2020. De hecho, entré justo un mes antes de que se decretara la pandemia de COVID-19; pero bueno, este no es el lugar para deprimirlos. Antes colaboré...

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