Si creían que la Suavicrema era fea o la construcción del Mazinger Z de Chimalhuacán se trató una de una curiosa decisión estética —por ser prudentes—, seguro les dará mucho gusto saber que en Qatar no cantan mal las rancheras. Este emirato árabe también tiene su buena dosis de monumentos feos.
Uno de ellos, por supuesto, es este ostión gigante.
Lo que sí es que, aunque no sea el más agradable al ojo —o al lente de la cámara—, este monumento en Qatar tiene un origen bastante interesante que recuerda episodios históricos de su pueblo.
Monumento al Ostión en Qatar
Habrá que decir, antes de empezar, que este monumento no es una conmemoración al ostión, ni a la ostra, sino a la perla que se encuentra en su interior. Además es una fuente —donde la perla se ilumina de noche— que le da la bienvenida al Dhow Harbour en la ciudad de Doha.
Existe para rendir tributo a su antiquísima historia.
Resulta que, antes de que el petróleo fuera la actividad económica dominante en los años 50 y les llenara los bolsillos de dólares, una de las principales empleos en Qatar era la pesca de perlas.
Estos pescadores vivían en condiciones brutales. Como las perlas solo surgen por temporada, los hombres de Qatar emprendían largos viajes para dedicarse a abrir ostras y ostiones. Pasaban cerca de cuatro meses —entre junio y septiembre— encerrados en botes, aguantando en al aire en el fondo marino buscando las piedras preciosas.
Calculan que, en su apogeo, las perlas eran dos terceras partes de toda la economía de Qatar.
Los comerciantes de perlas de Qatar vendían sus productos en todo el mundo cercano, desde Turquía o Alepo hasta India o China. Conforme fueron pasando los años estos minerales comenzaron a ser muy populares también en Europa.
Y no es de a gratis porque —dato curioso— solo 1 de cada 10 mil moluscos forma perlas en su estado natural.
Cuando la complicación y los riesgos de pescar perlas en su estado natural fueron superadas por las perlas de granja en Asia, las personas de Qatar y otros países del Golfo Pérsico tuvieron que migrar a otras actividades económicas donde, resultó, que tenían millonarias reservas de petróleo.
El resto de la historia de riquezas en Qatar es más que conocido, pero si algún día los visitan y les da risa recordar que tienen un ostión gigante, sabrán que ese monumento también cuenta una interesante historia de su pasado.