Por Diego Castañeda
Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el Hackaton de datos fiscales del SAT, organizado por Oxfam México y Fundar. Un evento que tenía como propósito reunir a algunos de los expertos jóvenes en temas de desigualdad, con expertos en ciencia de datos y expertos fiscalistas con el propósito de hacer hallazgos en las recién publicadas bases de datos sobre personas físicas y morales que ha dado a conocer el SAT.
El ejercicio fue exitoso y permitió conocer algunas de las limitaciones de los nuevos datos con los que contamos para el estudio de la desigualdad económica, formular algunas hipótesis sobre la progresividad o regresividad de las tasas de impuestos, la concentración del ingreso, de las utilidades de las empresas y muchas preguntas que se tratarán de responder conforme el análisis de los datos continúe avanzando.
Por lo pronto, algunos de los resultados preliminares más interesantes que se obtuvieron se encuentran en relación con las personas morales (las empresas) y el nivel de concentración en sus utilidades. Resulta muy intuitivo que en un país como México, en el que si bien alrededor del 80 por ciento del empleo es generado por pequeñas empresas, más del 80 por ciento del valor agregado es generado por un pequeño grupo de empresas grandes (por ejemplo, en México menos de 100 empresas producen más del 50 por ciento de las exportaciones hacia Estados Unidos), que exista un nivel elevado de concentración en las utilidades que generan. Los datos confirman la intuición y quizá ofrecen un panorama mucho más extremo del que podríamos suponer originalmente.
Al mismo tiempo, sabemos que México es un país de una gran concentración monopólica (poder de mercado) entre pequeños grupos de grandes empresas y grupos multisectoriales. Una estructura de mercado que tiene tal característica también favorece la intuición sobre una elevada concentración de utilidades entre el sector empresarial.
Lo que una revisión preliminar de los datos nos dice es los siguiente:
Lo que podemos observar es un índice de GINI (medida de la desigualdad que por lo general se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos) para las utilidades de personas morales muy estable, con pocas variaciones y extremadamente elevado, casi al limite de lo que la concentración podría llegar a ser. El número de personas morales que se registran en las bases ronda entre los 500 mil y los 700 mil registros, esto implica que alrededor de 10 mil empresas controlan casi la totalidad de las utilidades que se registran.
En el histograma podemos observar de forma muy generalizada cómo el ingreso está muy sesgado a la derecha, esto es, la mayor parte de las utilidades se registra en un número pequeño de observaciones con registros elevados, mientras que los registros de utilidades son muy pequeños para casi toda la distribución.
Otra forma de comprobar nuestra intuición respecto a la concentración de utilidades es empleando la famosa Curva de Lorenz (una construcción matemática que permite derivar de ella el índice de Gini). Conforme la línea de color verde se mantiene más pegada a la línea negra, también llamada línea de igualdad, el valor del índice Gini es menor, conforme más separada esté, el índice de Gini es mayor. Esta curva corresponde a un Gini de 0.8921669 ( donde 0 sería igualdad perfecta y 1 desigualdad perfecta, es decir, que una empresa controlara todas las utilidades)
Estos resultados, si bien son preliminares, nos permiten confirmar las ideas que solemos tener cuando pensamos sobre el sector empresarial mexicano y sobre la existencia de monopolios en el país. Además, son posiblemente una buena fuente de explicaciones sobre otros fenómenos que observamos cuando estudiamos desigualdad, como es el de la enorme concentración de ingreso y riqueza entre individuos (personas físicas). En tiempos recientes los llamados “súper estrellas”, altos ejecutivos de las grandes corporaciones, bancos, transnacionales, etc. han registrando enormes incrementos en ingreso y riqueza conforme la disparidad entre el pago dentro de sus empresas crece (por ejemplo con bonos, paquetes accionarios, etc.). En buena medida, la enorme concentración de utilidades entre empresas puede servir para explicar en las disparidades que observamos al interior de la estructura salarial de las empresas y, por ende, verse reflejada en la distribución del ingreso individual. Son fenómenos que como bien apuntoó el profesor de la Universidad de Stanford, Nicholas Bloom, están conectados.
Entender estas dinámicas nos ayuda a comprender algunos de los retos importantes que enfrenta el país y nos ayuda a dimensionar la realidad en lo que atañe a los ganadores y perdedores de los arreglos políticos e institucionales del país.
***
Diego Castañeda es economista por la University of London.
Twitter: @diegocastaneda