Por Feike De Jong

Alguna vez el director general de una empresa que daba asesoría en materia de inmuebles me dijo que en la Ciudad de México la tendencia para la ubicación de oficinas seguía las preferencias de los directores corporativos para ubicar su vivienda. Entonces, una constelación clásica sería tener a un CEO viviendo en las Lomas, sus oficinas en Santa Fe y la planta de producción lejos de donde vive, como en Cuautitlán Izcalli.

Otro sector que tiene una dinámica similar es el de los urbanistas y arquitectos que habitan en la Roma-Condesa, a quienes les gusta hacer proyectos cerca de casa. Por ejemplo, en el plan de desarrollo urbano de la Ciudad de México, dos de los seis proyectos estratégicos están al lado del eje Roma-Condesa, uno para renovar la Doctores y otro para remodelar Tacubaya. Un tercer proyecto está por la zona de San Pablo en el centro Histórico, donde venden bicicletas. El cuarto está en el corredor Reforma-Alameda. Y el quinto está por la colonia Granada, al lado del Museo Soumaya. El único proyecto estratégico en una zona no céntrica es Parque La Mexicana en Cuajimalpa. Parece que casi todos los proyectos estratégicos están restringidos a zonas a la cuales se puede llegar cómodamente en bicicleta desde el Parque México. Cabe mencionar que son proyectos para zonas con una incipiente gentrificación.

En el mismo sentido, la vida cultural de la ciudad está altamente concentrada. Según el sistema de información de la Secretaría de Cultura, 78 de los 152 museos de la Ciudad de México están en la Delegación Cuauhtémoc, 20 en la Miguel Hidalgo y 15 en Coyoacán. En toda la zona oriente de la megalópolis –que comprende las delegaciones Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta– sólo hay 22 museos. Según la misma fuente hay 66 casas culturales para atender a los 530,000 habitantes de la Cuauhtémoc y sólo 84 para los 4.6 millones de habitantes que habitan las delegaciones del oriente de la ciudad.

Si volteamos al área educativa vemos un panorama similar. Todos los centros de investigación registrados en el sistema de la Secretaría de Cultura están en Coyoacán y en Álvaro Obregón. Y en los centros de educación superior la diferencia es aún más cruenta, 57 están en la Cuauhtémoc y casi todos los 168 restantes están en el adinerado poniente de la ciudad, mientras en toda la franja oriental de la ciudad sólo hay 14.

Esta situación no sólo afecta la periferia. El resultado de este sesgo es que el centro de la ciudad está saturado en servicios culturales y educativos. Esto crea la ilusión de que mucho está pasando y que la Condesa es el nuevo Berlín, como apuntan los blogs de moda,  aunque en realidad no muestra más que la mala aplicación de recursos públicos que supuestamente están destinados a toda la ciudad.  Ayuda a la creación de grupos cerrados de poder cultural que ya no son representativos de la capital del país en su totalidad y mucho menos la reflejan como parte de la megalópolis, que incluye los municipios conurbados del Estado de México. Lo anterior conlleva que hay muchas instituciones compitiendo en un área relativamente pequeña.

La prioridad de la política urbana debe ser la descentralización de servicios culturales y educativos aunque eso signifique que no todos los nuevos proyectos puedan estar tan cerca del corredor Roma-Condesa o en otras colonias de moda, como Santa María la Ribera como muchos desearon.

Es muy importante que el centro de la ciudad voltee hacia las periferias y vea las oportunidades para el desarrollo urbano que se presentan allí. Un ejemplo de una asociación civil adelantándose a esta tendencia es el Papalote Museo del Niño con su nuevo proyecto en Iztapalapa.

Es momento para que los sectores culturales y educativos asuman un papel de liderazgo en la reintegración de la megalópolis. ¿Por qué los grandes museos con sus colecciones almacenadas no pueden abrir sucursales al estilo Guggenheim por todo el Valle de México? ¿Por qué las instituciones educativas no pueden estar cercanas a la gente que más las necesitan? ¿Por qué Azcapotzalco e Iztapalapa no pueden soñar con tener sus propias zonas de cultura hipster, moda y sitios de comida gourmet? 

La integración y elevación cultural y educativa de la periferia no es un sueño guajiro… es inevitable. La única pregunta es quiénes serán los primeros en tomar esas oportunidades

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Feike De Jong es maestro en filosofia, periodista y consultor en temas urbanas. Es autor del app/libro Límites. Caminando por la frontera de la orilla del Valle de México disponible para Mac iOS en www.edgebureau.com.

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