Por: Médicos Sin Fronteras

Estas son las mochilas de Michael, Jorge, Ingrid y Ervin, cuatro migrantes hondureños que han tenido que huir de su país debido a la violencia, los daños ocasionados por los huracanes Eta e Iota, la falta de trabajo y la pobreza. Los cuatro fueron atendidos por Médicos Sin Fronteras en Coatzacoalcos, Veracruz.

La pandemia de COVID-19, la violencia en el país y el actual contexto migratorio pone a las personas migrantes y solicitantes de asilo en una situación incierta.

Mochila de Michael

Michael de 26 años, proviene del departamento de Colón en Honduras. Tuvo que abandonar su país debido a que los recientes huracanes Eta e Iota, devastaron su comunidad y arruinaron sus cosechas. A pesar de que es consciente de la dificultad que implica su viaje y los peligros de la ruta busca llegar a Estados Unidos para conseguir trabajo y apoyar a su familia.

Foto: Yesika Ocampo // MSF

1. Mochila. La mochila de un migrante puede representar sueños y esperanzas y puede simbolizar también la dura carga emocional que supone un viaje lleno de peligros, añorando lo que dejaron atrás (sus hogares, su tierra y a sus seres queridos).
2. Una oración. Antes de salir, su abuela le entregó esta oración para protegerlo y ayudarlo a llegar con bien a su destino. Para él, es un aliciente que le ayuda a continuar su camino.
3. Ropa interior extra. Es un viaje lleno de imprevistos así que hay que viajar ligeros. La mayoría de los migrantes lleva solo un cambio de ropa o solo ropa interior extra.
4. Analgésicos. Muchos suelen llevar medicamentos para enfermedades respiratorias o dolores musculares, debido a las inclemencias del viaje.
5. Teléfono Móvil. La última llamada que Michael hizo fue a su madre para decirle que estaba bien y que no se preocupara por él. En la ruta miles de migrantes desaparecen.
6. Ungüento y medicamento para dolores musculares. Michael menciona que le duelen los brazos y que debido a las largas caminatas tiene ampollas en los pies. Acudió a consulta con la enfermera de MSF que le realizó curaciones y le proporcionó el medicamento.
7. Sandalias. Después de largas caminatas y con los pies llagados, estas sandalias le permiten descansar un poco.
8. Sudadera. El clima es cálido y templado al inicio de la ruta migratoria por el sureste de México, pero conforme van subiendo hacia el Norte disminuye drásticamente la temperatura. El abrigo es indispensable cuando abordan el tren para no pasar frío por la noche.

Mochila de Ingrid

Ingrid es una mujer hondureña de 22 años que viaja sola. Dejó a su hija de dos años al cuidado de su abuela paterna. Tuvo que dejar a su familia porque el huracán Eta, causo destrozos en su comunidad. Se quedó sin trabajo y perdió todas sus cosas. Lo que la obligó a salir en búsqueda de trabajo para poder sacar adelante a su familia.

Foto: Yesika Ocampo // MSF

1. Pantalón extra. Ingrid va ligera de equipaje. Tiene que cargar poco para que le sea más fácil tomar el tren, por eso viaja con una sola muda de ropa.
2. Loción. 3. Cepillo de dientes, 4. Desodorante y 5. Toalla sanitaria. Para ella es muy importante llevar consigo varios objetos de higiene personal para poder bañarse y cambiarse.
6. Mascarilla. Ingrid como la mayoría de los migrantes que arriban a la frontera sur, porta su mascarilla; es consciente del riesgo que corre de contagiarse en México y trata de protegerse lo más que puede durante su recorrido.
7. Botella con agua. Además de tener agua que beber, trata de cargar con agua y jabón para poder lavarse las manos constantemente.
8. Analgésicos. En consulta médica y psicológica, Ingrid comentó que ha tenido dolores de cabeza. Ha notado que se pone irritable o triste con mucha facilidad.
9. Teléfono móvil. Éste le permite estar en contacto con su familia y decirles que está bien. Cuando siente que ya no puede continuar, se pone a ver las fotos que guarda ahí de su pequeña hija. Esto la ayuda a seguir, sobre todo en los días más difíciles, cuando ha pasado hambre o miedo. La última llamada que hizo fue a su madre para decirle que se encontraba bien, le pidió que no se preocupara, que no llorara por ella y que hiciera una oración para que todo saliera bien.
10. Sudadera. Es lo único que lleva para abrigarse. Le ha tocado pasar frío, sobre todo en las noches que ha tenido que dormir en la calle.
11. Paquete MSF. Este es un kit básico con productos de higiene personal, sueros orales, agua, e información fundamental sobre las diferentes rutas que pueden seguir hacia el norte con las casas y albergues para migrantes donde puede descansar y un número de atención telefónica, dónde psicólogos de MSF pueden brindarles apoyo emocional. El kit que se entrega a mujeres lleva toallas sanitarias y pañales en caso de que viajen con niños pequeños.

Mochila de Jorge

Jorge es un joven que huye de la violencia en San Pedro Sula, Honduras. Las maras lo extorsionaban y como no pudo pagar lo amenazaron de muerte. Le robaron el móvil en México, pero afortunadamente fue un robo sin violencia. Tiene miedo de las bandas criminales que operan en el país, pero tiene más miedo de regresar a su país, donde su vida peligra.

Foto: Yesika Ocampo // MSF

1. Paquete de MSF. Kit básico para hombres con una botella con agua, dos sobres de suero oral, dos pastillas de jabón, una pasta y cepillo de dientes, un mapa de México con rutas y albergues de migrantes en el país, información sobre la Línea de Atención Psicológica de MSF, una bolsa grande de plástico, un par de rastrillos y calcetines extras.
2. Botella con agua. Es una parte del kit que recibió de MSF. Conservara la botella para ir llenándola cuando se pueda. Jorge no cuenta con dinero para poder comprarla.
3. Calcetines. Él sabe muy bien la importancia que tiene cuidarse los pies, por eso lleva un par de calcetines extras que lava cuando tiene oportunidad en sus paradas.
4. Lampara de baterías. Jorge, lleva consigo esta lampara para pasar la noche arriba del tren; donde suelen ocurrir robos y violaciones. La lampara también le ayuda cuando se queda en lugares donde no hay luz y quiere leer.
5. Sobre de mayonesa. Con el cierre de albergues y la suspensión de varios servicios, entre ellos de comida, le ha tocado pasar hambre. Por ello trata de guardar cualquier tipo de alimento que consigue.
6. Suéter. Los cambios de temperatura son muy drásticos en diferentes regiones de México. Le ha tocado pasar frio arriba del tren. A unos kilómetros de Coatzacoalcos, el tren pasara cerca del pico de Orizaba donde en otoño e invierno se registran con cierta frecuencia heladas y nevadas.
7. Biblia. Antes de salir un amigo suyo le dio esta Biblia para que le diera serenidad y tranquilidad en los momentos más duros de su viaje. En más de una ocasión se le ha caído y por eso está un poco rota y despastada.
8. Cargador de celular. Le quedó solo el cargador porque el teléfono y el poco dinero que traía se lo robaron.
9. Mochila. En ella lleva solo lo que considera básico para sobrevivir a la difícil ruta.

Mochila de Ervin

El kit de higiene que MSF, reparte a los migrantes en sus diferentes puntos de atención, muchas veces son las únicas pertenencias con las que cuentan, debido a que constantemente son víctimas de asaltos y robos. Así le ocurrió a Ervin, un migrante hondureño de 17 años, quien sufrió un secuestro y asalto en las vías del tren en Palenque, Chiapas y el kit MSF es lo único que tiene. Él era agricultor en Siguatepeque. Los recientes huracanes destrozaron su cosecha. Sin oportunidades de trabajo decidió salir para intentar ganarse la vida en Monterrey, México, donde se encuentra su papá.

Foto: Yesika Ocampo // MSF

1. Botella de agua. El agua es vital para ellos debido a que tienen que caminar largas distancias durante horas. Muchas veces el acceso al agua les es negado. Debido a los constantes asaltos que sufren en la ruta, no pueden comprarla y no tienen acceso a ella.
2. Mapa de México que muestra las principales rutas y vías del tren, así como los albergues que hay en el país en los cuales podrán descansar y tener acceso a comida. Las personas salen huyendo de su país y no dimensionan lo grande que es el país. El mapa los ayuda a ubicarse mejor, que rutas pueden seguir y en qué albergues pueden encontrar refugio y otra clase de servicios como asistencia legal y asesoría en sus trámites de regularización migratoria.
3. Calcetines extra. Este artículo, después del agua es uno de los mas indispensables para ellos. Las largas caminatas les destrozan los pies y llegan a consulta con los pies lastimados y las calcetas rotas.
4. Sobres de suero oral, la mayoría de los pacientes que MSF ve en consulta, presentan deshidratación debido a las largas caminatas. Pasan horas sin comer y sin tomar agua.
5. Dos barras de jabón. Un baño, después de varios días en la ruta, dignifica y repara. Algunos lo utilizan para lavar su ropa. En medio de la pandemia, el agua y el jabón son fundamentales para prevenir contagios.
6. Números y guía de la Línea de Atención Psicológica de MSF para apoyar a la población migrante que necesita ayuda para lidiar con el estrés, tristeza, o miedo que sufren durante su camino. La atención es gratuita y confidencial.
7. Una bolsa de plástico les ayuda a cubrirse de las inclemencias del tiempo a lo largo de la ruta, la lluvia, el frío; debido a que el plástico los ayuda a conservar el calor y es impermeable. Algunos la utilizan para acostarse sobre ella o la utilizan para trasladar sus pertenecías cuando les roban las mochilas.
8. Cepillo de dientes, 10. Pasta dental, 11. Rastrillos. Forman parte de la higiene personal y la higiene bucal. Poder asearse, dignifica, nos recuerda que todos somos seres humanos. El kit para mujeres incluye toallas sanitarias y pañales en caso de que viajen con niños pequeños.

Mochilas livianas y cargas pesadas

Viajan ligero porque tienen que huir rápido, caminar rápido, llegar rápido. No les queda sino eso, ir en busca de un mejor puerto donde la vida sea posible. Mochilas livianas para un camino penoso, plagado de peligros en los que prefieren no pensar demasiado. Mochilas ligeras porque lo más pesado lo llevan puesto: el miedo, la violencia, la pobreza, la amenaza, la falta de oportunidades, el horror ante un futuro que siempre puede ser peor. Pese a los riesgos de la pandemia de COVID-19, son decenas de miles de personas que continúan huyendo de la región Centroamericana hacia los Estados Unidos. Se encuentran un camino a través de México mucho más arduo que antes de la llegada de la pandemia y más peligroso, donde muchos de los albergues en los que antes encontraban algo de refugio, comida y seguridad, ahora se encuentran cerrados o con capacidad reducida.

Más vulnerables, porque quienes deben protegerles, muchas veces operan para violentarlos.

Antes del COVID-19, su estancia en México era ya insostenible. Expuestos a secuestros, torturas, robos, violencia sexual y extorsiones, son víctimas propicias de un negocio muy rentable para bandas criminales, quienes se benefician de las políticas migratorias restrictivas. La criminalización de las personas migrantes ha sido desde hace muchos años otra carga pesada en sus mochilas.

Con muy pocas opciones de refugio, miles de migrantes duermen —muchas veces con sus hijos pequeños—, a un costado de las vías de tren, en plazas, parques públicos y debajo de puentes viales. Los que tienen suerte y si aún conservan algo de dinero, rentan viviendas precarias y cuartos maltrechos que tienen que compartir a veces hasta con diez o quince personas. Duermen sobre colchonetas sucias, bolsas de plástico o en el suelo, sin abrigo.

Junio. La tormenta tropical “Amanda”, que impactó a El Salvador en junio, inundó todas las casas y destruyó la mayoría de las pertenencias de los habitantes de la Comunidad El Granjero 2.
En esta fotografía, el habitante El Granjero 2, David Salguero, lava lo que quedó de su lecho en uno de los pasajes.
Foto: Víctor Peña/El Faro

A las consultas que Médicos Sin Fronteras ofrece en diferentes puntos de la ruta migratoria mexicana llegan con los pies destrozados por el largo camino. Con los ojos desorbitados por deshidratación. Los labios secos y agrietados. Comen lo que la gente les regala a su paso y son muchas las veces que pasan días sin probar alimento. Cargan sus cosas en mochilas viejas, destrozadas o en bolsas de plástico cuando les han robado todo.

Con menos trenes, sin posibilidad de coger un bus, caminan exhaustos largos días, kilómetros y kilómetros, bajo un sol abrasador y sin poder descansar. Menos albergues significa mayores peligros. Significa menos lugares para poder acostarse luego de largas caminatas, poder asearse, lavarse las manos, comer, lavar su ropa; tener acceso a agua, medicamentos y atención médica.

En algunos momentos de la emergencia sanitaria, los flujos migratorios bajaron, en parte por el cierre de fronteras. Se veían menos migrantes en las vías, pocos migrantes en albergues que estuvieron en cuarentena. Ahora, los números de migrantes vuelven a aumentar y retorna el caminar de personas afectadas por la violencia, la pobreza y la devastación.

Mayo. Para prever la saturación de pacientes COVID-19 en los centros de salud, el equipo de Médicos Sin Fronteras instala las camas y los respiradores, enfocándose en casos severos, en Matamoros, Tamaulipas.
Este centro, al igual que el de la ciudad de Reynosa, fueron creados en coordinación con las autoridades locales y la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quién prestó los gimnasios y canchas de basketball para el despliegue.
Foto: Sergio Ortiz/MSF

El recién nominado presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido revertir muchas de las políticas anti migrantes, impuestas por Trump. Falta por ver en qué se traducirá esa reversión. Los cambios aún tardarán varios meses y nada cambiará de la noche a la mañana. Los albergues permanecen cerrados y cientos de familias continuarán durmiendo en las calles, expuestos a los peligros de México y la pandemia, anhelando protección y abrigo. Sorteando más obstáculos con sus mochilas livianas y sus cargas pesadas.

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