Casi siempre cuando nos mencionan la palabra campo de concentración pensamos en Auschwitz, sin embargo este año se celebran los setenta años de la liberación del llamado “campo invisible”: Mauthausen-Gusen ubicado en Austria.

Mauthausen se fue extendiendo a otros campos de concentración, contaba con más de 50 subcampos, localizados entre Austria y Alemania. Era un campo clasificado como el único de la Categoría III. Esto conllevaba a que las condiciones de reclusión fueran más severas.

En un inicio, estaba poblado por prostitutas, criminales y la escoria de la sociedad. Aunque predominaban polacos no judíos, comunistas rusos, presos políticos, intelectuales, artistas, científicos, profesores y miembros de las clases altas de los países dominados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo estaba organizado?

Las condiciones de vida eran totalmente atroces. El campo estaba rodeado con alambre electrificado.

La parte principal de Mauthausen (Stammlager) tenía tres secciones: Campamento I, que era el campo de detención; Campamento II, donde los prisioneros eran obligados a trabajar y que más tarde sería convertido en cuarteles de prisioneros y el campo III, una cadena de largos edificios de piedra que albergaban varios servicios: la cocina de los prisioneros, las duchas, lavandería, el búnker y la cámara de gas. A lado estaban los crematorios y el campo de ejecución.

En la entrada del campamento principal, había una enfermería, en la que no se recibía tratamiento. Al noroeste de la enfermería había una zona para acampar con espacio para 14 tiendas de campaña, que se usaba para dar cabida a grandes grupos de prisioneros evacuados de los campos de concentración vecinos. Los presos trabajaban para empresa propiedad de la SS Deutsche Erd- und Steinwerke GmbH en la producción de materiales para las obras monumentales de la Alemania nacionalsocialista. También había canteras de granito, a las que los prisioneros llegaban al subir 186 escalones cargando pesados bloques de piedra. Cuando llegaban a la punta, los guardianes de las SS los empujaban y los hacían caer en cadena.

De acuerdo con las estimaciones actuales, casi 197,464 prisioneros pasaron por el sistema de campos de Mauthausen entre agosto de 1938 y mayo de 1945. Al menos 95 mil murieron allí. Más de 14 mil eran judíos.

 

Según testimonios de los prisioneros, se contabilizaron hasta 35 formas de morir en ese campo. Lo primero que se hacía a los prisioneros era deshumanizarlos: se les quitaba el nombre, el cabello, los objetos personales y la ropa. Las personas, vestidas de la misma manera y arrebatadas de sus rasgos distintivos, se convertían en números.

Uno de aquellos presos, era Francisco Boix, un fotógrafo comunista que llegó en 1941 a Mauthausen y que los nazis usaron para trabajar en el servicio fotográfico que documentaba la vida y la muerte en el campo. Sin embargo, en 1943, tras la rendición alemana en Stalingrado, los nazis dieron la orden de destruir los archivos fotográficos porque eran “comprometedores”, lograron salvar casi el 30% del archivo fotográfico (aproximadamente 20 mil fotos).

  

Solo se conservan mil de esas fotografías, se desconoce que ocurrió con las demás. Afortunadamente ese millar de fotos sirvió para mostrar al mundo el horror que se vivía en Mauthausen.

@plumasatomicas

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