La contaminación a causa de los desechos por plástico siempre ha sido un gran problema, pero algo que pocos saben es que ha evolucionado a un nivel todavía más terrorífico. Si alguna vez han escuchado o leído el término “Microplástico”, entonces saben a qué nos referimos, pero si no, entonces esta información los dejará con muchas cosas que pensar.
Una amenaza que no podemos ver
Según el blog español Fundéu, ahora los plásticos que polucionan los ecosistemas marinos se presentan en partículas minúsculas, que normalmente son indetectables al ojo humano. Obviamente, entre más pequeña es la basura, más difícil se vuelve el esfuerzo de eliminarla del medio ambiente, sin mencionar que puede introducirse en la flora y fauna con los que hagan contacto.
¿A qué nos referimos con flora y fauna? La respuesta es sencilla. Tan sólo hay que pensar en el pescado que comemos, los mariscos o la sal con la que acompañamos nuestro alimento. Imaginen que, por el simple hecho de consumir cosas que provienen de los océanos, técnicamente estamos poniendo en nuestras bocas un sinfín de bacterias y sustancias tóxicas que terminarán nadando en nuestro organismo.
Ahora, si eso suena demasiado exagerado, tomemos más información del blog. Según los cálculos de los expertos, anualmente se vierten alrededor de ocho millones de toneladas de plástico. Los trozos de estos desperdicios se descomponen hasta hacerse partículas microscópicas, entonces son ingeridos por peces pequeños y hasta por el plancton.
Esto ya es suficiente no sólo para sazonar gran parte de los mares con todo tipo de sustancias dañinas, sino para acabar con la vida de las criaturas que han estado ahí por mucho tiempo, ya que se está atacando la base de su cadena alimenticia.
No sólo es el mar
Y antes de que piensen que el problema sólo se limita a los mares, lamentamos decirles que también abarca otro tipo de entornos.
A principios de este año, la Conacyt dio a conocer que los microplásticos se encuentran dentro de gran parte de los animales que se alimentan de casi todo tipo de vegetación, semillas y otros microorganismos. Esto significa que también las criaturas terrestres crecen y se desarrollan con la basura plástica que se descompone hasta ser casi indetectable.
Un estudio realizado por la doctora Esperanza Huerta Lwanga, del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente del Colegio de la Frontera Sur, detectó la presencia de microplásticos en los excrementos de las lombrices. Tal vez sobre mencionarlo, pero estas forman parte de la dieta de muchas aves, incluidas las que se usan para el consumo de los seres humanos.
“El plástico y el microplástico llegan al suelo principalmente por tres motivos: porque no hay un adecuado manejo de los desechos y la gente quema la basura”, dijo Huerta a la Conacyt. “Porque los sistemas agrícolas utilizan los corrales acolchados de plástico, que son enormes mantas de plástico con las que cubren los cultivos, y el plástico queda acumulado en el suelo; y cuando se utiliza para el riego aguas residuales, pues los procesos de filtración de estas aguas no logran remover los plásticos de tamaños muy pequeños”.
¿Qué se está haciendo para solucionarlo?
Varias instituciones han comenzado a tomar medidas drásticas ante esta alarmante situación. Países como Chile han comenzado a impartir políticas para acabar con los plásticos de un solo uso; en España y otras naciones, los comercios han comenzado a cobrar por las bolsas plásticas para que el público procure usarlas menos.
Al mismo tiempo, la Unión Europea llegó a un acuerdo político para que a partir del 2021 se prohíba el uso de vasos, platos y cubiertos hechos con plástico para reducir la contaminación en los mares.
De cualquier forma, todavía nos encontramos a muchos años de acabar con esta problemática, así que gran parte de progreso no sólo dependerá de las iniciativas llevadas a cabo por el gobierno u otras instituciones. También será responsabilidad nuestra que tanto las aguas como el suelo se mantengan limpios, ya que es la única forma de salvar varios ecosistemas y, de paso, nuestra propia vida.