Resulta que septiembre no es solamente para embutirte todos los buñuelos que no viste durante el año, también es el Mes del Testamento. Sí, hay cosas mucho más ‘alegres’ para recordar en la época… pero vale la pena dedicarle unos minutitos: ¿qué pasará con nuestras familias si algo sucede?
Sí, no importa si es poquito, mucho, un friego o es nomás poner en papel quién se va a quedar con Firulais… aprovecha el momentito para aprender y que no te agarren en curva si lo necesitas.
¿Cuál es la ventaja de que sea el Mes del Testamento?
Descuentos. Neta.
Hacer tu testamento en septiembre es más barato que en el resto del año pues todos los notarios se ponen las pilas: extienden sus horarios de atención, brindan asesoría jurídica gratuita y hasta bajan sus honorarios hasta un 50%.
¿Cuánto cuesta el testamento? Cada estado es diferente: en la CDMX está en $2,250; en Nuevo León está en $2,146 y en Jalisco está en $1,890. Si quieres ver en cuánto anda en otras entidades puedes verlo por ACÁ en la página oficial el gobierno.
¿Y para qué quiero una testamento?
Pues simplemente es simplifica las cosas en caso de que algo suceda.
Te evitas gastos —un juicio—, pérdidas de tiempo y hasta problemas familiares… ya sabes cómo se pueden poner este tipo de cosas. Si hay un testamento, los bienes pasarán fácilmente y de forma inmediata a las personas que se determinaron con anticipación.
¿Hay algo que tenga que saber para que no me agarren en la tonta?
Aunque puedes acudir fácilmente a un notario para asesoría jurídica —y te lo recomendamos—, acá te podemos ayudar con un avance.
Para empezar, el testamento es personal, libre y revocable.
Es personal porque tienes que ir tú solito con el notario a elaborarlo y nadie más puede hacerlo por ti o a tu nombre. Es libre por razones muy similares: nadie puede obligarte o a decirte que hay ahí. Finalmente, también es revocable porque los puedes modificar todas las veces que quieras.
Te contamos los básicos de una vez
¿Qué cuernos es un albacea? Fácil, el albacea es la persona que se encarga de que todo lo que está escrito en el testamento se cumple tal cual. Tú lo puedes nombrar simplemente por su nombre.
En términos legales tú —o sea, la persona que está haciendo el testamento— se llama testador y las personas que reciben los bienes se llaman herederos.
De paso, si hay alguna persona que quieres que se quede con algo en específico, como tu casa, tienes que escribirlo en el testamento y denominarlo legatario. Un ejemplo que aparece en el sitio de propiedades.com: “Designo legatario del terreno ubicado en (dirección completa) a mi sobrino (nombre)”.