A finales de 2016 -cuando Meade era su titular- desde la Secretaría de Hacienda se decidió que, para hacerle frente a los cambios en los precios internacionales del petróleo, se incrementaría el costo de los combustibles un 20% respecto a su valor máximo. Aunque el presidente Peña Nieto prometió que con la reforma energética  ya no habría algo parecido, en ese momento se estaba concretando uno de los “gasolinazos” que más pegó en el bolsillo de los mexicanos.

¿No había otras opciones? Meade y Enrique Peña Nieto defendieron la medida asegurando que “era la más responsable”, pero especialistas en el tema apuntaron que sí había otras alternativas, las cuales no hubieran resultado tan agresivas para los consumidores. Una, eliminar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el cual -él solito- encarece el costo de los combustibles cinco pesos por litro. Otra, no adelantar el proceso de liberalización de los precios de las gasolinas, el cual se tenía programado para este año: “La tendencia alcista [de los precios internacionales del petróleo] (…) genera un clima propicio para los abusos por parte de los nuevos distribuidores, y eso es contraproducente para la población y para el gobierno”, pronosticó a comienzos de 2017 la senadora Dolores Padierna. Una más (ésta salida de la Coparmex), que el gobierno se abocará a la producción y no a la importación de combustibles. Aunque ello implicaría un gran gasto, a la larga los beneficios serían mayores: ahorro anual de 6 mil millones… de dólares. Y bueno, ni qué hablar de recortar gastos inútiles y bonos de funcionarios de alto nivel… o atacar el robo a ductos de Pemex y, mucho menos, buscar el retorno de tanto robo al erario.

Pero ninguna opción llenó el ojo de Meade y compañía, así que decidieron aplicar el “gasolinazo”. “De las alternativas que teníamos enfrente, ésta (el aumento) es no solamente la más responsable, sino la que nos permite cuidar de mejor manera el apoyo que estamos llevando a los que más lo necesitan sin incurrir en una práctica artificial que nos hubiera costado dinero, que hubiera sido seguramente más popular pero irresponsable e injusta con los que menos tienen”, comentó en su momento. “Ganan nuestros hijos”, remató.

¿Entonces sí fue su responsabilidad el “gasolinazo”? Sí, pero no… según señala ahora Meade. Aunque hace un año apuntó que tuvo una baraja de posibilidades para enfrentar los cambios en los precios internacionales del petróleo, ahora responsabiliza únicamente a estos del “gasolinazo” con el que se recibió el 2017. “El precio de la gasolina se determina internacionalmente y fluctúa con sus condiciones de costo”, señaló en acto de precampaña realizado en Aguascalientes. “Entonces, ¿usted no es el padre de los gasolinazos?”, le cuestionó un reportero en entrevista colectiva. “Efectivamente, como dice el clásico, tú lo has dicho”.

Tomar decisiones sin responsabilidad. Qué padre.

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