Durante las última semana, varios medios de comunicación se han dedicado a contar en sus páginas la vida y obra de José Antonio Meade Kuribreña, el elegido del PRI para contender por la Presidencia de la República. Que si comió con tal o cual político, que si viajó en automóvil con Aurelio Nuño, que si el realmente es el Macron mexicano, que si viaja en Metrobús y metro o que si salvó a una ancianita de ser arrollada por un ferrocarril.

De acuerdo con un estudio realizado por el periódico El Financiero, después de su destape, Meade Kuribreña ganó en cobertura positiva en la prensa. Durante noviembre, la figura del exsecretario de Hacienda y Crédito Público tuvo una recepción positiva (86%), neutral (8%) y negativa (5%); esta cobertura tuvo, según el análisis, un valor de más de 600 millones de pesos.

Las críticas al “ciudadano simpatizante” no han venido por parte de los medios. Uno de los primeros testarazos en contra del “amigo Pepe Meade” vino por parte de uno de los suyos. Ernesto Castillo Rosado, dirigente estatal del PRI en Campeche, pidió que a los candidatos presidenciales se les apliquen exámenes toxicológicos y de salud mental.

El líder priista, incluso, propuso que Meade Kuribreña fuera el primero en aplicarse las pruebas. Ahí todo bien. Después, Castillo Rosado regó todo el tepache y afirmó: “tenemos la convicción de que el primero que se sometería a estos exámenes y que saldría positivo en todos y cada uno de ellos en nuestro candidato”.

KHE??!!!

Así como lo leyeron y lo vieron. Ahora sí aplica ese antiguo dicho que reza: “no me ayudes, compadre”. De acuerdo con el periódico Central, después de esta aseveración, los legisladores comenzaron a carcajearse sin que  Castillo Rosado supiera el porqué.

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