Por: Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel

Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel son creadoras de SIKI y Ser Mamá Hoy, plataformas de bienestar emocional y promoción de la salud mental. Mafer es creadora del modelo Hospital de las Emociones, consultora en juventudes y salud mental, y Paola es autora, emprendedora y creadora de proyectos de bienestar emocional y espiritual.

Nos da mucho gusto iniciar esta colaboración quincenal en Sopitas.com, donde abordaremos temas relacionados con el bienestar emocional, situaciones tan cotidianas que a veces parecen normales, pero que en realidad no lo son. Cuando hablamos de salud mental todo tiene un origen, una causa y alguna consecuencia. Este espacio es precisamente una invitación para que hablemos de emociones y salud mental, sin miedo ni tapujos.

Empezamos con ser mamá durante COVID, ¡vaya reto!

Esta situación que nos ha tocado vivir, sin duda ha representado una sacudida enorme como sociedad en todos los aspectos. Y algo de lo que poco se ha reflexionado es de cómo esto ha permeado en la maternidad, en las madres que cumplen muchos roles más: que trabajan, que son sustento y que por encima de todo son el eje que mueve a la sociedad en muchos sentidos. Al día de hoy, ya podemos hablar de algunas consecuencias tangibles de la pandemia: defunciones, economía, violencia y salud mental, la más importante para nosotras.

En México, más de 32 millones de mujeres son madres. Así el tamaño de nuestra realidad.

El coronavirus nos está dejando grandes aprendizajes en diferentes áreas: en la medicina, en la toma de decisiones políticas y personales; en las medidas de higiene, en la contención sanitaria, en la prevención, y en los efectos que una pandemia de esta magnitud impacta en las economías macro, micro y personales.

Pero en primera instancia serán las secuelas al interior, las memorias, las experiencias durante el encierro y la pérdida de miles de personas las que dejarán un vacío en la humanidad difícil de superar. Hablamos de personas que ya no están, más de 400 mil personas en todo el mundo al 11 de junio de 2020. Y no, no son sólo una cifra, representan la partida de un miembro de familia de forma trágica, veloz y repentina. Un duelo que afrontar de por vida para quienes se quedan.

Foto: Getty Images

Pensemos por un momento en quienes eran madres. ¿Y sus hijos, sus parejas, sus familias? ¿Y si eran el único sustento de su familia? Hoy, cuando los contagios reportados por los gobiernos del mundo superan los 7 millones y posiblemente las pérdidas de madres aumentarán, surge la pregunta de cómo se reorganizará la vida y las sociedades en adelante.

A este vacío se le suma una segunda preocupación: la economía. Revisemos algunas cifras: en México, la ocupación y empleo por parte de las mujeres ronda por el orden de 40%. El 73% de esa fuerza laboral femenina son madres y 15% de estas madres que trabajan son solteras. La pérdida de empleos –únicamente formales–  durante abril se ha reportado en medio millón. El trabajo informal cerró en 56% en enero de este año. Aún no estamos contabilizando esas pérdidas. No sabemos cómo cerrarán estos números al final de la crisis sanitaria, pero lo que sí podemos intuir es que habrá una cantidad no menor de madres afectadas en términos económicos, y por tanto un sinfín de daños colaterales.

Ahora, hablemos de violencia de género.

El panorama tampoco es alentador ya que miles de mujeres, madres o no, atraviesan la etapa de confinamiento con su agresor. Sólo durante el mes de marzo se reportó un promedio de 155 llamadas de auxilio por hora, de mujeres en todo el país. Esto representa 22% más llamados que los reportados durante el mes anterior (febrero 2020). El tema ha estado presente en la opinión pública en las últimas semanas, y aunque no vamos a profundizar en la respuesta del presidente, queremos invitar a pensar en las implicaciones que puede tener en estos hogares y el mensaje errado que se pueda estar enviando al agresor.

Finalmente, el fuerte impacto en la salud mental, que aunque no es específico de mamás y todos lo padecemos, se encrudece cuando se habla de madres afectadas sin recibir ayuda y con diversas responsabilidades en sus manos. Al tener que cuidar a los hijos en casa, acompañarles en sus deberes escolares a distancia, realizar todas las tareas de limpieza y cuidados domésticos, trabajar a distancia (en los casos en los que es posible) con toda la carga implícita y además, ser esposas, compañeras, hijas, hermanas o hasta únicas proveedoras.

Foto: Reuters

Con todo esto, imaginen el cúmulo de estrés, ansiedad, miedo, soledad, fatiga, desesperación, insomnio, o alteraciones en su salud mental. De hecho, la Universidad de Valencia en España ya está desarrollando un estudio al respecto y en un primer avance asegura que está latente un elemento de ansiedad y estrés que se suma al del trabajo remoto en aquellas mujeres que son madres, que deben seguir las rutinas escolares en confinamiento, atender la casa y apoyar al trabajo de las parejas.

Algunos pensarán que esto no es propio SÓLO de madres, pero SÍ, lo es y es importantísimo ubicar el problema, reconocerlo y exigir que los gobiernos actúen con programas de inmersión laboral a mamás, que regresen las guarderías, apoyos psicológicos profesionales y gratuitos, y por supuesto reconociendo y actuando ante el índice de violencia hacia las mujeres en nuestro país que está completamente disparado.

Algo sin duda tendrá que cambiar y quizá el gran aprendizaje para los gobiernos y las sociedades será el de la empatía y priorizar en ciudades más resilientes en donde las mujeres y principalmente las mamás jueguen un papel protagónico, ya que en miles de casos representan el único sustento en sus familias y al mismo tiempo son responsables de criar, educar, cuidar y formar emocionalmente a los próximos hombres y mujeres del planeta.  ¿Bajo qué circunstancias? Hombre, mujer, con o sin hijos. Nos debe de importar a todas y todos.

Es momento de ver más allá de tu inmediata y –a veces– cómoda realidad.

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