En México, casi el 95% de los homicidios quedan impunes, aun así, decir que en 5% de los casos sí hubo justicia, es para dudarlo. Entre casos de corrupción, confesiones obtenidas de manera dudosa, amenazas de violencia y pleitos de oficina: los detenidos —si hay— rara vez pasan por un juzgado. Falta de pruebas, posibles inocentes y órdenes de aprehensión que nunca se cumplieron. Así es #MatarEnMéxico: impunidad garantizada.

Conoce a Alejandro

Cuando Alejandro habla de “resolver” un homicidio, se refiere a tener un culpable para presentar ante un juez. Alejandro trabajó 15 años como policía de investigación de la Ciudad de México.

En una entrevista con Animal Político, Alejandro platica su manera de operar: “Le voy a ser honesto: en la escena del crimen me vestía con playerita y me acercaba a la gente, amas de casa y les preguntaba qué habían visto, qué había pasado”. Si en sus pláticas le señalaban a alguien, “agarraba al fulano y, ‘te vas por homicidio'”. 

“Los detenía con golpes … hubo abusos fuertes”, reconoce. Bueno, luego recuerda que no siempre fue necesaria la fuerza. A veces,“solo por ver que yo era judicial la persona declaraba su crimen”.

Si los especialistas mexicanos no trabajan como en CSI, ni la fiscalía se parece a Law & Order, el caso de Alejandro —que no se llama así— es también muy particular. Cincuentón, barrigón y de bigote tupido, Alejandro no le da ni el aire a los de Criminal Minds. Su rutina de trabajo dista aún más.

“El trabajo de investigación es muy bonito, pero no se hace. En la vida real, el policía de investigación no investiga, es cartero del ministerio público, solo repartimos citatorios”, cuenta.

Checa su entrada, va al MP que tiene asignado y le dan los citatorios, diligencias y entrevistas del día. Se sube a una patrulla —compartida con otros 4 o 5 policías—, y pasa las siguientes 8 horas recorriendo la Ciudad cumpliendo trámites. Si le ganan la patrulla, en Metro. Si hay que escribir un informe, al ciber. 

Si la situación fuera ideal, el Ministerio Público, que es la cabeza de la investigación, plantearía hipótesis, una estrategia jurídica y vigilaría la legalidad de los procesos. Mientras, el policía de investigación, entrevistaría testigos y sospechosos, recolectaría información, datos y la evidencia que encuentre. La realidad es lejana. 

Laura, una policía de investigación de Nuevo León reconoce que a veces “llegas a hacer cosas que no debes hacer”, como aleccionar a las familias para que declaren contra una persona o intimidar y amenazar con cárcel a testigos para que señalen a un culpable. Para Alejandro, los testigos son claves, todos los homicidios que resuelto son gracias a confesiones. 

“No sirven los peritajes ni las evidencias. La única forma de probar un asesinato es hacer que alguien te diga ‘yo fui’ o que te digan ‘fue él’”, cuenta Alejandro. 

Según los registros de la PGR, entre 2006 y 2016, hubo más de 15 mil denuncias por tortura en la búsqueda de confesiones. Y esas son las denuncias.

¿Y cómo investigamos?

Solo la mitad de los estados del país cuentan con un área especializada dentro de las Fiscalías o Procuradurías para resolver homicidios, según registros del INEGI. Y en el país no existe un protocolo homologado para investigar estos crímenes. Hay un documento que da recomendaciones, pero en todos los estados que recorrió Animal Político para el reportaje, ninguno conocía.


Laura dice que está harta de su MP: “nosotros les decimos que sigan la pista, que les va a ayudar y se mantienen con que ‘no, yo no te pedí eso'”. Alejandro dejó la Fiscalía porque se cansó de ser “cartero”. Pero esta queja no es nomás contra el MP, prácticamente, todos los servidores públicos de investigación de homicidios se quejan de otra sección: los policías preventivos de los peritos, los policías de investigación de los agentes del MP, los fiscales de los jueces. Todos contra todos. 

Tener a un culpable es lo importante. No es de a gratis que en más de la mitad de las sentencias condenatorias la única prueba fue la confesión del inculpado o que sólo el 6.3% de todos los crímenes denunciados fueron judicializados, es decir, se presentaron ante un juez.

“Un día en un taller mecánico del oriente de la Ciudad se cometió un homicidio. Mataron a uno, había otros dos que estaban ahí y hubo algunos testigos que nos dijeron de ellos. Fuimos y los agarramos. A uno lo llevé a un lado y le dije ‘el otro ya cantó y dijo que fuiste tú’ y así le hice también con el otro. Dos, tres guamazos y los dos terminaron confesando”, cuenta Alejandro. 

*Lee el reportaje completo de Animal Político sobre las dificultades de investigar un homicidio en México. 

#MatarEnMéxico: impunidad garantizada

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios