Este jueves se cumplen 31 años de la masacre de la plaza de Tiananmen en China, uno de los momentos más negros en la historia de la humanidad. Semanas de protestas estudiantiles en busca de democracia y libertad terminarían de forma sangrienta… en una sola madrugada. Apenas salía el sol aquel domingo 4 de junio, de 1989 y ya había —estimados— cerca de 10 mil muertos en las calles centrales de Beijing.
A más de tres décadas de la masacre, el Gobierno de China asegura que no fue represión —“medidas de estabilidad”, le dicen—, prohibe cualquier evento conmemorativo en su territorio y regula a rajatabla las discusiones digitales de aquel momento, incluso llegando a censurar las posturas críticas.
De estas protestas, la imagen más recordada por todos probablemente sea la del ‘Hombre del Tanque’ aunque —curiosamente— fue tomada el 5 de junio de 1989. Sí, eso quiere decir que no fue tomada durante las protestas, aunque, por eso mismo, tal vez sea todavía más impactante. Ya que la población china había visto de primera mano todo lo que su gobierno estaba dispuesto a hacer para mantener el control, un hombre, armado únicamente con sus bolsas de súper, decidió enfrentarse un enorme convoy de tanques.
“El tanque lo intentó rodear y el hombre se volvió a parar de frente. Repitieron esta maniobra varias veces hasta que el tanque apagó los motores”, cuenta la narración de los hechos. “El joven sube a lo alto del tanque y habla con el conductor antes de saltar de nuevo al piso. Poco después, desaparece entre la multitud”.
La historia va mucho más atrás, meses antes de que el valiente hombre enfrentara a esos ‘carritos’. Antes de la masacre, hubo semanas enteras de reuniones, de boycotts, de huelgas de hambre y de gritos de libertad y democracia. Es más, los estudiantes chinos hasta construyeron una réplica de la Estatua de la Libertad y la colocaron justo frente a la fotografía de Mao.
El 15 de abril de 1989, tras la muerte de Hu Yaobang, el carismático líder del Partido Comunista de China que había abogado por hacer reformas encaminadas a la apertura política, comenzaron las protestas. Además de expresar sus condolencias, miles de estudiantes pedían continuar su trabajo en vida: un gobierno más transparente, democrático y libre. Eventualmente, miles de personas se unieron a las protestas en la plaza de Tiananmen.
Para el 19 de mayo ya había más de un millón de personas reunidas en la gigantesca plaza china.
Las tensiones aumentarían en las próximas semanas. Justo cuando Mikhail Gorbachev, el líder soviético, visitaba China, los estudiantes anunciaron una multitudinaria huelga de hambre y un plantón estático en la plaza de Tiananmén. De acuerdo a la BBC, hubo una gran “vergüenza” dentro del Partido Comunista por no poder recibir a su símil ruso en la enorme plaza de su capital.
Para finales de mayo, la situación ya no era amistosa.
El gobierno de China había firmado una ley marcial y las tropas del Partido Comunista se acercaban al centro de Beijing. Aunque algunos aseguran que el ambiente dentro de las protestas de la plaza de Tiananmen era de júbilo, la alta seguridad militar comenzaba a poner nerviosos a los manifestantes.
Y así llegaría la madrugada del 4 de junio. Los soldados saltaron las barricadas y —de acuerdo a las narraciones del momento— los militares comenzaron a disparar directamente hacia los manifestantes. Vehículos armados rodeaban las salidas.
“Mientras empezaba el nuevo día, la capital está en estado de shock”, escribe la BBC. “Miles de ciudadanos enojados y curiosos se enfrentan a los soldados que bloquean las entradas”.
Los soldados comienzan a disparar de nuevo: “disparos esporádicos se escucharían durante todo el día”.
