De acuerdo con una investigación realizada a partir de una revelación hecha en 2010 por el director y compositor alemán, Franz Wittenbrink, 547 niños que fueron parte del célebre coro católico de la catedral de Ratisbona fueron víctimas de abuso físico y sexual. El informe final -presentado recientemente- cobra notoriedad debido a que en el caso se implica al monseñor Georg Ratzinger, hermano del papa emérito, Benedicto XVI, quien durante el periodo 1964-1994 dirigió el coro. Según las investigaciones, los abusos se cometieron entre 1945 e inicios de la década de los 90.

Los “gorriones de la catedral de Ratisbona” (como se les conoce a los niños del coro católico) realizan diversas giras para presentarse. Ahí “éramos estrellas, pero cuando regresábamos al internado nos adentrábamos en un siniestro mundo de la Edad Media”, dijo Wittenbrink en el programa de televisión Menschen bei Maischberger.

El año pasado se dio un informe intermedio de las investigaciones de este caso que ha sacudido a la ciudad de Ratisbona. En él se decía que “únicamente” fueron 231 los niños que sufrieron abusos físicos y sexuales, mientras que en 2015 las autoridades sólo reconocían 72. Ahora las cifras se elevan de forma alarmante. “Las víctimas describieron su vida en el coro como una prisión, un infierno y un campo de concentración”, comentó el abogado Ulrich Weber, encargado del caso a petición de la diócesis de Rabistona. Se confirma que 547 menores fueron maltratados. De ellos, 67 fueron víctimas de abuso sexual.

Sobre los hechos, el hermano de Benedicto XVI aseguró que nunca tuvo conocimiento de ningún tipo de abuso durante su gestión como director del coro. Sin embargo, Weber apunta lo contrario: Georg Ratzinger siempre estuvo al corriente de los abusos, pero prefería “mirar para otro lado”.  Inmerso en la “cultura del silencio”, para Ratzinger era primordial la defensa de la institución sobre la integridad de los niños.

Pero Ratzinger no fue el único que mostró una actitud reprobable. Cuando este escándalo apenas se dio a conocer (hace siete años), el entonces obispo de Ratisbona, Gerhard-Ludwig Müller, intentó minimizar el asunto, señalando que sólo fueron cuatro o cinco los niños maltratados. Aunque no tuvo éxito para reducir la atención sobre el caso, fue recompensado por Benedicto XVI con el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, el cual ocupó hasta el año pasado, cuando el papa Francisco lo destituyó.

Según el informe presentado por el abogado Weber “prácticamente todos las personas que tuvieron una responsabilidad en el coro estaban informadas de los casos de violencia” y no hicieron nada para impedir los abusos. Por el contrario, “ignoraron a las víctimas y protegieron a los responsables (directores del internado, prefectos y empleados)”.

Con este informe final, el caso de los niños del coro católico de Ratisbona logra un impacto internacional; sin embargo, la presión local lleva bastante tiempo. Tanto así que en 2015 el actual obispo, Rudolf Voderholzer, pidió perdón a las víctimas y solicitó a Weber sacar a la luz todo… ya tarde, ya que la mayoría de los casos han prescrito y, con ello, 49 de los responsables no serían juzgados. No obstante, Voderholzer autorizó una ayuda de 20 mil euros para las víctimas, las cuales en realidad podrían ser más de 700, según cálculos del abogado.

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