Una de las noticias más impresionantes esta mañana fue el choque de por lo menos 120 carros en el puente de New Kingsferry en Sheppey el cual se ubica en el sureste de Inglaterra en el condado de Kent.

Hace unas semanas, un periodista en el periódico inglés The Guardian se estaba vanagloriando de que una tragedia como la que sucedió con el «trenazo» en España no podría suceder por el sofisticado sentido de la prevención de su país. Desgraciadamente, el día de hoy nos mostró que no importa cuánto estemos inmersos en la cultura de la prevención, siempre hay elementos que uno no puede anticipar.

¿Qué elemento fue esta vez? Bueno, no es uno que sea desconocido por el mundo, fue la densa niebla inglesa la que provocó que 8 conductores se lesionaran de gravedad, 60 tuvieran lesiones leves y cientos viajaran a pie ya que quedaron ilesos, pero aún así tenían que atravesar la carretera.

Los coches de enfrente permanecían invisibles y esto produjo que nadie se diera cuenta de lo cerca que estaba el peligro, la única manera de que cayeran en cuenta era con el choque, y entonces ya era demasiado tarde, sobre todo porque era muy probable que alguien detrás los chocara por la misma imposibilidad de ver.

Por esto mismo, a pesar de que todo empezó muy temprano, los coches siguieron acumulándose con el paso del tiempo.

Afortunadamente nadie murió.

Cuando el sol salió en todo su esplendor, sus rayos revelaron la cantidad enorme de automóviles que se habían accidentado.

Testigos dicen que un heroico conductor de camión se dio cuenta de lo que pasaba y se giró de tal manera que bloqueó el acceso para evitar que más coches fueran a estamparse.

Una de las accidentadas expresó:

«¿Quién fue ese sujeto? Me gustaría darle la mano porque, probablemente, salvó muchas vidas el día de hoy»

El presidente de The Automobile Association, Edmund King, advirtió que el puente no tiene señalamientos para advertir de problemas como este, sin embargo, después de conducir él mismo con la distancia de prevención (entre vehículos) dijo que la causa del accidente pudo haber sido «conducir estúpidamente».

En sus palabras:

«En buenas condiciones, es muy malo viajar demasiado cerca del coche de adelante, ahora, si se hace en condiciones de niebla es una receta para el desastre»

Cuando el puente (de más de 2 mil millones de pesos) se inauguró, en 2006, a la policía de Kent le preocupaba el diseño (sobre todo la iluminación), pero la Dirección General de Carreteras insistió en que era seguro.

Y es que el mismo sentido de la prevención nunca nos permitiría  vanagloriarnos de las medidas que poseemos para evitar siniestros, y, aunque hay que reconocer que Inglaterra sí ha bajado considerablemente, con el paso del tiempo, la cantidad de accidentes, no es seguro que tragedias de este calibre se puedan evitar, sobre todo, si no se tienen la medidas que impidan una negligencia como la que cometió la Dirección General de Carreteras de ese país.

El factor humano es una de las variables que se deben tener en cuenta, pero es una variable muy amplia, nunca podríamos saber cómo se comportará una persona en determinado momento, si es verdad que el accidente se originó por una conducción imprudente, también es verdad que no se podía prever que un chofer se diera la vuelta de manera que evitaría más accidentados. Como ven, el factor humano va de un lado a otro.

Podríamos esperar que una vigilancia continua por parte de la Policía de caminos evitara este tipo de comportamientos peligrosos pero, ¿de verdad necesitamos una niñera para evitar conducir mal? ¿necesitamos vigilancia para poder comportarnos?

Más bien, por una parte es bueno que haya seguros, pero sería mejor que no los necesitáramos y la gente fuera más prudente y responsable, que sea más consciente del alcance que pueden tener sus acciones y la conciencia y responsabilidad, justo, no se logran con la vigilancia, con la vigilancia sólo esperamos a que el que nos vigila se descuide para hacer lo que, normalmente, no podríamos hacer, la vigilancia no ayudar a concienciar, sólo evita que la falta de conciencia tenga efectos terribles.

¿No podríamos lograr esta conciencia con una educación más integral? ¿una que no sólo haga gente capaz de hacer cosas, sino gente crítica que sepa y sea consciente de por qué hacerlas? Probablemente sí, y, probablemente, esa educación no debería ser solamente por parte del Estado, sino, también, por parte de las familias, algo más orgánico.

Al final, nos damos cuenta de que una cultura de la prevención no sólo compete a los candados y seguros que se puedan tener técnicamente por parte de la Institución (en este caso, la de Caminos) sino que también debe envolver a todos los elementos de la sociedad de una manera más integral y orgánica.

****Vía The Huffington Post, The Guardian

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