Es normal que un avión de la envergadura —no se rían— del Boeing 787-8 requiera mantenimiento continuo. Sin embargo, como el avión presidencial ya lleva dos sustitos en poco tiempo, las autoridades decidieron no andarse con rodeos y mandarlo un mes al taller. Ni modo de andar poniendo en riesgo al Tlatoani. 

El avión, bautizado como José María Morelos y Pavón o TP01, está en Nueva York después de dejar tirado a Enrique Peña Nieto el pasado 26 de septiembre. En esa ocasión, la aeronave llegó directito a guardarse en el taller.

Ya si nos vamos a poner a recordar, en julio de este año, mientras Peña Nieto se estaba preparando para lanzarse a Puerto Vallarta —para una cumbre internacional, no crean que para un chapuzón— el avión no despegó. En esa ocasión, el buen Chema presentó una “falla en la tarjeta de la computadora”.

Al menos esa fue la versión oficial, aunque sonara a código para ‘apenas andamos viendo’.

Este martes, con el avión parado, Enrique Peña Nieto tuvo que cumplir con sus obligaciones a bordo de un avión Gulfstream. Un jet más modesto —lo modesto que pueda llegar a ser— que compró el gobierno mexicano en 54 millones de dólares hace dos años.

Tal vez lo vieron, pero en estos momentos EPN está derrochando carisma en la clausura de la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas en Cancún. Eso sí, para arreglar su vuelta a Los Pinos tuvo que regresar del retiro a un viejo amigo:

El ‘TP02′, mejor conocido como Benito Juárez —ya chole— será el que regrese al presidente. Hasta el 2016, Juárez era el avión principal. Sin embargo, como le llegó juguete nuevo a EPN, el Boeing 757 con más de 26 años de servicio ya no era usado con tanta regularidad. Como Woody en Toy Story.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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