Ya que los especialistas en medio ambiente advirtieron que el problema de la contaminación en la Ciudad de México y zona conurbada no se solucionará con intermitentes programas viales, sino que sería necesario cambiar las formas de movilización, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, quiso aprovechar el momento y servirse con cuchara molera para renovar el transporte público. Para desgracia de los capitalinos, será en otra ocasión…
Luis Videgaray, titular de la Secretaría de Hacienda, no se esperó mucho para dar respuesta a la millonaria petición de Mancera. Respecto a la solicitud de 5 mil millones de pesos para la adquisición de nuevo transporte público que se hizo apenas el viernes pasado, la respuesta es NO.
Para el de Hacienda, Mancera está viendo y no ve: la situación económica no está como para dar ese tipo de préstamos… pero si es mucha la urgencia, lo pueden conectar con sus agiotistas de confianza: el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo.
“Coincidimos con el jefe de gobierno en la importancia de que se desarrolle más y mejor transporte más amigable con el ambiente en la Ciudad de México, lo mismo en el resto del país. Dada la coyuntura macroeconómica global no es posible en estos momentos atender una solicitud de esta naturaleza, ni de la Ciudad de México ni de ninguna otra entidad federativa, sin embargo hemos expresado al jefe de gobierno nuestra mejor voluntad para encontrar otras fuentes de financiamiento como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, o la propia banca de desarrollo”.
Luego de los días de contingencia que se vivieron en la Ciudad de México, especialistas de a UNAM y Greenpeace señalaron que el problema en de la contaminación no es sólo por la emisión de contaminantes, sino que el “fondo real del problema es la expansión urbana desordenada que afecta la calidad del aire, las áreas naturales protegidas, los cultivos y recursos hídricos. En resumen, la sustentabilidad y la viabilidad de la Megalópolis de México”.
Ahora a esperar si Mancera se avienta a endrogarse con las instituciones internacionales… o mejor opta por estirar el presupuesto que tiene.
