¿Por qué sólo hay una especie humana? Hay distintas razas; sin embargo, todas comparten las mismas características propias de los homo sapiens. Entre mamíferos, en específico, hay distintos tipos de una misma especie. Por eso, por ahí vemos a los osos pardos, el oso grizzly, oso de anteojos, panda, polar, kodiak, negro americano y negro asiático, el labiado y el malayo. Ocho tipos distintos de una misma especie.

Entonces, ¿qué es lo que sucede con los seres humanos? Quizá la respuesta, por más filosófica o científica que deba ser, obedece a su historia y al hecho de que nosotros, los hombres, somos lo únicos que a conciencia terminamos con los recursos naturales y nos llevamos con el tiempo a la extinción.

Con las guerras, el paso acelerado de las industrias, el consumismo y la superpoblación, entre otras, nos estamos dirigiendo directamente a nuestro propio fin. Y no sólo a nosotros, sino también nos llevamos de paso al ecosistema y todas las especies del reino animal que comparten los mismos espacios que nosotros y que, de forma extraordinaria y poco natural, han cambiado su comportamiento para sobrevivir.

De acuerdo con Scientific American, algunos mamíferos se han convertido en seres más nocturnos para evitar a los seres humanos. Pareciera que estas especies, entienden que los seres humanos son depredadores –no por naturaleza, sino bajo las circunstancias– y quieren evitarlos a toda costa al realizar sus actividades de noche y no de día como su instinto obedece.

La invasión de los hombres en zonas antes habitadas por animales, es la razón principal por la cual se ha registrado este cambio en su comportamiento. Esta estrategia, por llamarla de alguna forma, puede tener consecuencias negativas para las especies en específico y el funcionamiento del ecosistema –más de lo que ya es– como la alteración en la cadena alimenticia.

La ecologista Kaitlyn Gaynor de la Universidad de Berkeley, examinó y recopiló datos de 62 especies distintas en los seis continentes para ver y estudiar su comportamiento tanto en la noche como en el día. Finalmente, descubrió un patrón en el que los mamíferos se están haciendo nocturnos.

En África Central, por ejemplo, en zonas que no son para caza, los leopardos registran 46 por ciento de actividad nocturna mientras en lugares donde la cacería es común, registran 93 por ciento. ¡93! Algo similar sucede con los jabalíes en Polonia: los que viven en zonas naturales, apuntan 48 por ciento de vida nocturna mientras los que viven en zonas urbanizadas, 90 por ciento. Los osos pardos en Alaska también han sufrido las consecuencias de la presencia de los humanos. Mientras los hombres se mantienen alejados, los osos registran 33 por ciento de actividad nocturna; sin embargo, ese número asciende a 76 por ciento para los osos que forman parte del paisaje para los turistas.

Los resultados resumen que si un animal en 50 por ciento diurno y 50 por ciento nocturno, comenzará a registrar 68 por ciento, en promedio, de actividad nocturna, “lo cual es bastante sorprendente”.

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