La globalización es una realidad ineludible en los tiempos que corren. En la era de la información y el conocimiento, el desarrollo científico y la innovación son piezas claves del crecimiento de un país como el nuestro. ¿Qué retos enfrenta México para dejar de ser un país que “manufactura” conocimiento en lugar de generarlo?
El doctor en ciencias biomédicas José Juan Antonio Ibarra Arias publicó recientemente un artículo en el que analiza los retos que nuestro país enfrenta en términos de desarrollo científico y tecnológico ante la globalización. Concluye que el elemento fundamental en cualquier entorno es la cooperación intensa entre academia, empresas y gobierno.
México, como otros países, fue arrastrado a la globalización desde la época de la Conquista. Los avances imperialistas de los estados europeos propició la creación de áreas de dominio internacionales y mercados mundiales. Si bien la globalización plantea numerosos retos culturales y políticos, en el área del conocimiento ha probado ser útil para unificar el desarrollo científico y tecnológico a niveles importantes.
Debemos reconocer que México no ha sido un protagonista en el avance científico. En parte se debe a que la inversión en ciencia es insuficiente. Entre 1990 y 1995 la inversión en desarrollo e investigación pasó de 0.22% al 0.35% del Producto Interno Bruto (PIB). A pesar del incremento, dicha inversión aún se encuentra muy por debajo de la que se hace en países como Estados Unidos (2.48%) e incluso Brasil (0.87%).
Con todo, este incremento fue un impulso importante para la ciencia mexicana, pues los profesionales de la ciencia y el desarrollo tecnológico aumentaron en dicho periodo. Tristemente, el aumento se detuvo, así como la generación de conocimiento.
Por otra parte, la globalización permite el trabajo en entornos cooperativos que pueden abarcar multitud de institutos e investigadores colaborando estrechamente a lo largo y ancho del mundo. No obstante, en este orden México ocupa un lugar secundario, pues actúa más bien como sitio de “manufactura” de conocimiento, antes que como “productor”.
El índice de autosuficiencia de nuestro país en relación a la ciencia cayó del 0.13 en 1990, a 0.04 en el 2007. Número que se encuentra muy por debajo de potencias como EU y otros países de la zona, como Brasil. Este índice se obtiene dividiendo el número de patentes solicitadas por residentes, entre el total de patentes solicitadas.
La cooperación global deja a México en una posición vulnerable en lugar de impulsar su desarrollo. La “fuga de cerebros” se intensifica sin la necesidad de que los investigadores emigren, pues, en la labor científica global, frecuentemente se dedican a trabajar para desarrollos foráneos. Asimismo, las empresas internacionales llevan a cabo investigaciones que resultan más baratas en nuestro país o que simplemente no les permiten hacer en sus lugares de origen. Esto implica un riesgo para la población, pues se podrían realizar pruebas “poco seguras” en nuestro territorio.
Ante un panorama tan desolador, Ibarra Arias propone una mayor integración entre academia, industria y gobierno. No basta con generar conocimiento, sino que hay que llevarlo hasta el final del proceso en el que se comercialice y produzca bienes materiales. La regulación juega un papel fundamental para lograr que México pase de “manufacturador” a “desarrollador”.
“México necesita que sus gobernadores entiendan que para emprender el camino al desarrollo no podemos dejar atrás la investigación, necesitamos gobernadores que tengan claro que el conocimiento es la única fuente sólida para lograr el desarrollo y la competitividad”.
Sin un entorno favorable para el desarrollo científico y tecnológico, las posibilidades de crecimiento económico y social son limitadas para nuestro país. Es fundamental impulsar las innovaciones mexicanas desde las universidades, y sobretodo darles una dimensión empresarial para que el conocimiento se convierta en beneficios económicos.
“El desarrollo científico va de la mano con el desarrollo tecnológico, y éste último es la materia prima para los procesos de especialización, que caracterizan la productividad de una nación cuyo paradigma de crecimiento es y será siempre el conocimiento”.
Para superar la condición de “manufacturadores” del conocimiento y permitir que los beneficios obtenidos del desarrollo tecnológico caigan en nuestro país, debemos promover una industria más interesada en la ciencia y un gobierno dispuesto a facilitar esa relación. En resumidas cuentas, estos son los retos que enfrenta la ciencia en nuestro país.