De acuerdo con el investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, Daniel Flores Gutiérrez, el ajuste que se realiza cada cuatro años en el calendario gregoriano, estaba implícito en la concepción maya.

“Hay ciertos datos y fuentes que indican que los mayas llevaron la cuenta de los días por grupos de cuatro años, a los que llamaban año del norte, del sur, este y oeste. Los días no empezaban a la misma hora. En los años del Este comenzaban a la salida del Sol, los siguientes al mediodía, a la puesta del Sol y, finalmente, a la medianoche”.

Por cada grupo los mayas formaban un cuarto de día, por lo que al integrar los cuatro grupos daba como resultado un día más, el cual no necesitaba nombre, pues era un ajuste intrínseco; a diferencia de lo que se realiza en el calendario gregoriano que ahora nos rige, en el que se agrega un día cada cuatro años: el 29 de febrero, para generar un año de 366 días cada cuatrienio, el llamado año bisiesto.

“Se trata de una corrección al calendario, que se creó para contar grupos de números de diez. La cuenta anual, de 365 días, es lo que llamamos una inconmensurable, pues los días son enteros, pero el movimiento periódico es fraccionario”, detalló Flores.

Es decir, la Tierra da vuelta alrededor del Sol no en los días exactos que nosotros calculamos, lo hace en fracciones de días, horas y segundos que se acumulan, y para evitar el desfase existe dicho ajuste. Otro ejemplo de este desfase es el que las estaciones de primavera, verano, otoño e invierno no siempre comienzan el mismo día y hora, ya que tienen pequeñas variantes, agregó el investigador.

 Fuente: UNAM

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