El viernes 6 de diciembre de 2013, nos dimos a la tarea de realizar un ejercicio independiente de consulta en torno al aumento de la tarifa del metro. Hoy, viernes 13, primer día de la nueva tarifa, ha llegado el momento de contrastar nuestros resultados con los del GDF, y de recordar todos los motivos por los que el metro, antes de subir su tarifa, debió considerar hacer claras y eficientes su finanzas.

¿Cuentas claras? Parece que NO

El argumento principal para elevar la tarifa del metro es que el propio sistema no puede ser mejorado con la entrada de dinero que, por un lado, proviene del pago de los usuarios y, por otro, del presupuesto de egresos del Distrito Federal. El sistema, no obstante, no tiene la mejor forma de repartir sus gastos, como lo indican algunos de los datos publicados recientemente por los diarios Reforma y la Jornada.

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Números de esta naturaleza nos conducen a dos conclusiones importantes: 1) El metro gasta mucho más en burocracia que en mantenimiento y 2) Lo que gasta en mantenimiento lo gasta mal y de manera oscura. ¿Pueden y deben manejar aún más dinero cuando lo han usado tan mal hasta ahora?

Si, tal como reportó Consulta Mitofsky, 68% de los encuestados sabe con certeza que el Gobierno del Distrito Federal subsidia el metro con los recursos provenientes de sus impuestos, y el 43% sabe que más de un cuarto de todos los trenes del sistema no funcionan, entonces el Gobierno del Distrito Federal tiene una cuenta pendiente con la ciudadanía no sólo de reparar dichos inconvenientes, sino de hacerlo de manera transparente.

La mayoría de la gente, no fue consultada en torno al aumento en la tarifa. Muchos, como tú, sí tuvieron la oportunidad de emitir su opinión a través de otros medios, como éste, en el que una mayoría del 80% dijo NO al incremento. Nosotros pensamos que no sólo tu opinión merece respeto, sino también tus impuestos y tu derecho a que el gobierno haga uso de tus recursos de la manera más clara y eficiente.

En tanto Miguel Ángel Mancera no haga transparentes las finanzas del metro y sus ingresos en publicidad; ni deje de hacer gastos irregulares en herramientas a un precio 6 veces mayor que el estándar; mientras no distribuya su presupuesto y quepa posibilidad de que nuestro dinero pueda llegar a caer en las manos de Joel Ortega, director del metro (quien además fuera Secretario de Seguridad Pública en 2008, responsable de operativo New’s Divine), y no en el mantenimiento de trenes y estaciones; mientras no nos explique cómo está operando en contra de la corrupción al interior de la burocracia del transporte; y mientras no nos explique cómo aumentará el salario mínimo, que en relación a la tarifa, vuelve al metro mexicano uno de los más caros del mundo: decimos No al aumento del metro.

#PosMeSalto

#AumentameEsta

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En la imagen: Miguel Ángel Mancera y Joel Ortega con cara de “Dios, ni siquiera yo me contrataría”

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Anexo 1

Nuestra encuesta

A continuación presentamos los resultados actuales de la consulta de Sopitas.com, así como los reportados por las tres consultoras contratadas por el GDF. Incluimos también nuestra propia encuesta, por si deseas contestarla.

Nuestra encuesta única se realizó en un sólo espacio (la página de Sopitas.com), reportó sus resultados en tiempo real y previó la única irregularidad que hubiera resultado importante: cada dirección IP única representó un participante, de suerte que fue imposible votar dos veces desde la misma. La encuesta se aplicó desde el viernes 6 de diciembre y aún está corriendo, de tal manera que, si lo deseas, aún puedes participar.

Esta consulta sirve como registro de 12 mil 170 personas, cuya opinión no fue solicitada por el GDF y dicen no al aumento a la tarifa del metro.

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Anexo 2

Sus encuestas

Reporte Sistema Colectivo Metro (Dic 13)

covarrubias.pdf

parametría.pdf

Muchos han afirmado que los métodos usados por las encuestadoras así como el tamaño y distribución de la población a la que se le aplicó la vuelven sospechosa. Nosotros estamos de acuerdo y a continuación te contamos por qué.

Los resultados de la consulta que hicimos con ustedes, nuestros lectores, contrastan ampliamente con los publicados por el Gobierno del Distrito Federal. Frente al 56.2% de encuestados a favor del aumento a la tarifa que Consulta Mitofsky reportó, el 57.6 de Consulta Covarrubias y Asociados y el 53.3% de Consultoría Parametría, los datos de Sopitas.com arrojan un 82.9% de oposición a la iniciativa.

Resulta notable que, si bien nuestra encuesta se realizó entre los lectores de Sopitas.com, cuenta con la participación de alrededor de 14 mil personas y contando, repartidas entre 4 días; en tanto que cada cada encuestadora aplicó su cuestionario a tan sólo 2 mil 400 personas respectivamente, en un periodo de 3 días (viernes 29 de noviembre, sábado 30 y lunes 2 de diciembre).

Las encuestas de aquellas consultas fueron aplicadas en múltiples estaciones de metro (no todas) con un máximo de 35 personas entrevistadas por estación. Este número no sólo es muy pequeño como para que las variantes en sus respuestas resulten representativas de la distribución de personas a favor y en contra; sino que no en todas las estaciones se aplicó el cuestionario a 35 personas, sino que en algunas se aplicó a 31, y en otras a 34, quizá a discreción del encuestador.

Observemos lo siguiente: si de 35 encuestados, la diferencia entre los que dicen sí y los que dicen no fuese de tan sólo de una persona, es decir, si por ejemplo 18 dijeran sí al aumento en la tarifa y 17 dijeran no al aumento en la tarifa, esto quedaría representado en porcentajes de la siguiente manera: 51,428571429% a favor y 48,571428571% en contra. Estos números son muy parecidos a los reportados por las encuestadoras en torno a la distribución de gente a favor y en contra del aumento entre la población. De ellos se sigue que una variación de entre una  y dos personas hubiera sido suficientes para establecer una diferencia cercana al 3% entre los inclinados por cada una de las opciones. En una palabra: variaciones mínimas en el número de encuestados representan variaciones muy grandes a nivel porcentual.

Ahora bien, con toda probabilidad, se dio continuamente el caso en que dos o más personas contestaran sí de manera continua y dos o más contestaran no de igual modo. Por ejemplo, el quinto y el cuarto encuestado pudieron responder sí al aumento, mientras que el octavo, el noveno y el décimo, pudieron responder no al aumento. Un escenario así es muy probable que uno en el que las respuestas se hubieran dado de manera completamente alternara (uno sí, uno no, uno sí, uno no, etc.). Saber esto nos ayudará a entender la siguiente situación:

Imaginemos que un encuestador que recolectó 18 votos a favor y 17 en contra no se hubiera detenido después del número 35, sino que hubiera continuado hasta entrevistar al número 36 y 37. Imaginemos, como es más que probable por lo anteriormente explicado, que el 36 y el 37 hubieran contestado ambos no. Esto nos daría un total de 37 encuestados, de los que 18 dicen sí al aumento y 19 dicen no. Esto quedaría representado en porcentajes de la siguiente forma: 48,648648649% a favor y 51,351351351% en contra. Es decir, bastaron dos personas (cuyo voto es significativo inferior en un escenario de 37 encuestados que en uno de 35) para inclinar la balanza hacia el lado contrario. Recuerde el lector que, en algunos lugares se entrevistaron a 31, en otros a 34 y en otros más a 35 personas y saque sus propias conclusiones. En cierta medida, sin tirar a la basura ninguno de los cuestionarios contestados, el entrevistador, que conocía con certeza cuántos cuestionarios a favor y cuántos en contra tenía en su mano, hubiera podido parar en cualquier momento, incluyendo ese en el que tiene más cuestionarios a favor que en contra sin salir del rango de entre 31 y 35 encuestados.

Es más: el encuestador pudo ser perfectamente inocente y aplicar el número exacto de cuestionarios que le fueran entregados, 35, por ejemplo. Aún entonces, ese número no es suficiente para garantizar que la casualidad de la llegada de grupos de 2, 3 o incluso 4 personas que contestaran en el mismo sentido a la encuesta no cambiara significativamente el resultado.

Una encuesta debe ser levantada de tal forma que logre ser representativa de la población de la que habla. En este caso, nos referimos a los más de 4 millones de usuarios diarios del metro. Así, se debe establecer un margen mucho mayor de diferencia posible, de tal manera que una variación tan probable como la de dos personas más decantadas por la misma opción no modifique significativamente los resultados. Para esto, hubiera sido necesario tomar en cuenta a una población mucho más grande.

No podemos afirmar con certeza que lo que ocurrió fue que el encuestador podía elegir el número exacto de las encuestas a levantar. Las 2 mil 400 de cada encuestadora pudieron haber sido repartidas de la manera más honesta y equitativa posible. Aún entonces, no hubiera suficiente para evitar el error.

Estos son sólo algunos argumentos para desconfiar de los resultados de sus encuestas.

La “trampa” de las encuestas

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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