“Redentor”, “conservador”, “mocho”, “Mesías tropical“, “Pejecristo“, “Pejetustra“. Estos son algunos de los adjetivos y motes que se le suelen adjudicar a Andrés Manuel López Obrador. El dirigente nacional de Morena, líder de la organización —autodenominada— de izquierda más influyente y grande del país, ha sido acusado en reiteradas ocasiones por propagar un discurso cuasireligioso en vez de político. Sus detractores lo tachan de incongruente y ególatra. Según sus opositores, Andrés Manuel se ofrece como una figura impoluta, inmaculada y tocada por los mismísmos ángeles: el que está con él, alcanza la redención y el perdón divino, mientras que el que está en su contra, casi casi se condena a sí mismo a penar por el sendero pedregoso de los infiernos.
Su lenguaje no ayuda mucho a dispersar las dudas y los cuestionamientos que se erigen alrededor de su figura. Por ejemplo: las siglas de su partido político, Movimiento de Regeneración Nacional, hacen referencia directa a la Virgen Morena del Tepeyac. López Obrador indicó que la referencia a la Virgen de Guadalupe no se hizo de manera deliberada, aunque aceptó que la alusión religiosa sí se encontraba presente en el nombre de su proyecto de partido político. A esta relación sacra también hay que sumarle el lema de la organización: “la esperanza de México”. Se podría afirmar que AMLO más bien le pide a la ciudadanía en general, pero particularmente a sus simpatizantes — ¿acaso feligreses?— creer en él y tenerle fe. Su camino es el único, acusan sus críticos.
El aspirante presidencial mejor posicionado en las encuestas rumbo a las elecciones de 2018 ha realizado mítines políticos en iglesias —razón por la cual ha sido sancionado—, ha recibido bendiciones por parte de pastores —jóvenes evangelistas oraron en febrero pasado para que AMLO gane la Presidencia— y ha compartido frases que distan de los discursos tradicionales de los políticos y se asemejan más a los de una prédica. El concepto de República Amorosa, que se popularizó en vísperas del proceso electoral de 2012, estipulaba que la “decadencia que vivimos” está tan relacionada con la falta de empleos y estudio como con “la pérdida de valores culturales, morales y espirituales”. Tiempo después, López Obrador prometió, en varias ocasiones, construir “en la tierra, el reino de la justicia y la fraternidad”.
¿López Obrador se compara con Jesucristo?
El pasado jueves 30 de marzo, durante una charla en la que participaron la escritora Elena Poniatowska y Beatriz Gutiérrez Muller, esposa de AMLO, el dirigente nacional de Morena habló abiertamente sobre sus creencias religiosas. En el encuentro, López Obrador se definió como un cristiano en la “extensión amplia de lo que significa el cristianismo” y un admirador de la vida de Jesucristo. Para algunos, el aspirante presidencial se comparó —indirectamente— con Jesús de Nazaret . “Soy un seguidor de la vida y de la obra de Jesucristo. Porque Jesucristo luchó en su tiempo por los pobres, por los humildes. Por eso lo persiguieron los poderosos de su época. Lo espiaban y lo crucificaron por defender la justicia. Entonces soy, en ese sentido, un creyente. Tengo mucho amor, lo digo de manera sincera, por el pueblo. Por eso lucho todo el tiempo. Le tengo un profundo amor al pueblo”.
En 2012, Andrés Manuel ya había hablado —brevemente— sobres su creencias religiosas. Entonces dijo que no le gustaba hablar del tema porque lo consideraba algo íntimo. Sus más férreos críticos se agarran de sus creencias personales para descalificarle. Es cierto. Pero él tampoco se ayuda demasiado. Cuando se le acusa de redentor, AMLO contesta con las puertas abiertas —de Morena— a “mujeres y hombres de buena voluntad“. Cuando se le acusa de conservador, el autonombrado admirador del ‘Che’ Guevara y Benito Juárez, responde que temas como el matrimonio igualitario y el aborto no son “tan importantes“. Esto fue lo que declaró AMLO en junio de 2015 al ser cuestionado al respecto: “lo fundamental es la honestidad, eso (la legalización del aborto y matrimonios gay), con todo respeto y autenticidad, lo considero como algo no tan importante, lo importante en México es que se acabe con la corrupción”.
¿Partidario de las libertades?
AMLO se ha caracterizado por su esquivez a la hora de hablar sobre estos temas. Más peligroso aún: el dirigente morenista ha indicado que la gente será la encargada de elegir en temas relacionados a las libertades sexuales y el aborto. “Yo represento a millones de católicos, a millones de evangélicos y a millones de libres pensadores de este país, entonces, si no los consulto, no me puedo pronunciar. Que no se llamen a engaño, siempre he sostenido que el mejor método es el democrático y que la gente decida, y yo soy partidario de las libertades. Pero cuando se trata de esos temas, vamos a que los ciudadanos sean los que resuelvan”. Más allá de sus creencias religiosas, el aspirante presidencial —puntero, según las encuestas— debe entender que los derechos humanos no deben estar sometidos a votación.