No hay un disco como London Calling. Hoy hace 35 años The Clash, una de las bandas que nacieran dentro del Punk británico, apenas a dos álbumes de distancia comenzaron a sentir las limitaciones del estilo al que habían dado vida junto con los Sex Pistols y los Ramones. Contrario a sus contemporáneos, en lugar de proseguir fantaseando con utopias anarquistas y vociferando entre capas de distorsión y chamarras con estoperoles, el grupo optó por hacerlo de una forma diferente.
Las semillas de London Calling se plantaron cuando el grupo realizó su primer gira por Estados Unidos. El “choque cultural”, los hizo enamorarse aún más de la música que había tenido cuna en este país: el Rock & Roll en su forma más pura y primigenia. Aún más, los integrantes del grupo se volvieron ávidos coleccionistas y fans de los artistas de Soul y Rhythm & Blues, con quienes sentían mayor afinidad por venir de clases trabajadoras. Es por ello que mientras avanzaba la gira incluyeron a artistas como Bo Diddley y Sam & Dave para abrir sus conciertos.
A su regreso el grupo se embarcó en un ambicioso proyecto: lanzar un álbum doble, bajo el título de The Last Testament con el que pretendían ponerle punto final a la historia del Rock, una historia que había comenzado en 1956 con el lanzamiento del primer álbum de Elvis Presley.
El nombre se desechó pero la idea se mantuvo musicalmente (lo cual incluía usar la misma tipografía de la portada de Elvis para la propia de este álbum doble, además de la contraposición de ambas fotos: Elvis dando un alarido primigenio, el grito del nacimiento del Rock & Roll contra el bajista de The Clash, Paul Simonon destruyendo su instrumento, poniendo punto final a aquello que lo generó). London Calling ya forma parte permanente e indispensable del paisaje de la historia del Rock.
De ahí que entonces el grupo se embarcara con 19 tracks en un recorrido por los más diversos estilos, al menos los que a ellos les parecía que tenían más relevancia de la historia de la música hasta el momento, como el Rockabilly, el Reggae, el Jazz, el Rhythm & Blues y hasta el Pop al estilo Motown, esto a pesar de los cánones punks en los que era indispensable vilipendiar a todas las figuras posibles del pasado cercano. Si bien uno de sus primeros sencillos llamado “1977” desacreditaban a los Beatles, los Rolling Stones y Elvis, en London Calling les hacían reverencia o al menos los saludaban respetuosamente.
El productor del álbum fue Guy Stevens, un excéntrico manager de los Mott the Hoople y productor de Free, quien era famoso por sus borracheras indómitas, arranques de furia y también por capturar perfectamente la espontaneidad de las bandas. Guy creía más en la “vibra” que en la técnica, la toma perfecta debía tener el ambiente perfecto aunque ello implicara meter escaleras que rechinaban al estudio, o derramar una copa de vino adentro del piano que tocaba Joe Strummer. De ahí que London Calling rebosa de una energía única en canciones que sólo requirieron una o dos tomas en el estudio.
Este álbum está vivo, pulsa, resuena en lo más profundo del escucha en 65 minutos y 19 canciones. No hay un sólo momento flojo a lo largo de sus cuatro caras de vinil, formato original. Desde el himno abridor “London Calling” se nos llama a estar listos para la batalla o la catastrofe de un Londres en decadencia, hundido por su propia miseria; pasando por el Reggae de “The Guns of Brixton” en la cual debuta Paul Simonon como cantante y compositor para narrar una historia de brutalidad policiaca; hasta “Death or Glory” con este desprecio por el pasado, levantando el dedo medio a los artistas “quedados” de los 60 y “Train In Vain” la rola de amor que no se pudo incluir en la impresión del tracklist final, pero que existió en el disco como una suerte de “track fantasma”, curiosamente fue el mayor éxito del álbum a pesar de haberse encontrado al final del “Lado 4” habitualmente destinado a “la basura” de los discos dobles.
Políticamente el grupo no se ha desviado de la línea que manejaron desde el principio de su carrera, sin embargo tenían nuevos objetos de sus críticas como la sociedad de consumo en “Lost in the Supermarket” o “Clampdown” en la que señalan al engranaje del sistema capitalista, que te obliga a trabajar y ser explotado desde el primer minuto que puedes hacerlo hasta tu muerte.
El álbum fue todo un éxito, además de que siendo un disco doble, se vendió al precio de uno sencillo, y la revista Rolling Stone lo encumbró como El Álbum de la Década de los 80 (aunque fue lanzado a finales de 1979). The Clash dejó clara su postura y dio el primer paso hacia nuevos territorios, en lugar de abandonarse a morir siendo una caricatura de sí mismos, entrampados por las ideas Punk que se habían vuelto contra ellos en afanes prohibicionistas de “no puedes hacer esto o esto otro”. Don Letts, productor y miembro de Big Audio Dynamite (proyecto post-The Clash de Mick Jones) lo definió muy bien: “el Punk no trataba sobre nihilismo y negatividad, el Punk trataba sobre el empoderamiento, la individualidad y la libertad personal o musical. London Calling enarboló estos ideales más que ningún otro álbum Punk del momento”.
Si bien no clausuraron la historia del Rock, The Clash y su London Calling expandieron su longevidad al imprimirle nueva vida y elementos de los cuales había de nutrirse en las siguientes décadas.
FB: IvanNieblas