Entre criptomonedas, NFTs y APIs, el 2022 se está llenando rápidamente de buzzwords que poco a poco captan la atención tanto de entusiastas como detractores. Sin embargo, al centro de tanta palabreja se encuentra el metaverso, que semana a semana sorprende con algún tipo de noticia o novedad. Desde el anuncio de Facebook para cambiar su nombre por Meta, es un concepto que no está dispuesto a salir del escaparate público. Se trata de una apuesta arriesgada en general. La predicción es que el siguiente paso del internet, que se suele llamar web 3.0, será uno que termine por trasladar la vida digital de las personas a entornos completamente virtuales, modelados en 3D y mediados incluso por tecnologías poco accesibles a la fecha—como las de realidad virtual y aumentada—, en los que se construyan economías de escala completas y se pueda trabajar, comerciar y disfrutar.
Pero, incluso en ciernes, el metaverso ya comienza a mostrar los dientes. Actualmente hay una burbuja de especulación inmobiliaria en las principales plataformas de este tipo para tratar de hacerse de espacios virtuales antes de que termine de volverse una realidad. Sin soslayar, por supuesto, compras de y alianzas entre empresas que señalan que quienes quieren conquistar los entornos virtuales se están tomando muy en serio que el futuro del internet está en la construcción de paisajes que simulen realidades y ofrezcan experiencias sugerentes para los usuarios que, esperan, empiecen a migrar hacia ellos. Señal clara de este cambio es que los bancos han comenzado a hacer lo propio. Aunque desde hace tiempo existen instituciones financieras digitales que se anuncian y operan en este tipo de sitios—como Decentraland, Sandbox y Honnverse—, esta semana sorprendió la noticia de que un banco tradicional inauguró su primera sucursal en el metaverso.
JP Morgan estrena flamante sucursal en el metaverso
A finales de 2021, Bloomberg Intelligence estimó que el mercado del metaverso podrá alcanzar un valor anual de 800,000 millones de dólares para 2024. JP Morgan calcula números muy similares, valorando que rondará el billón de dólares anuales en los próximos años, ya que se presenta como una industria con la eventual capacidad de infiltrar todos los sectores de la economía de una forma u otra. Y precisamente este banco es el primero de su tipo en estrenar una flamante sucursal en uno de los malls de la plataforma Decentraland. Por el momento es un local poco funcional. En él se pueden revisar algunos datos de Onyx, su plataforma de blockchain para intercambio de información, activos y valor, y ver algunos videos de ejecutivos de JP Morgan. Y ya.
Como casi todo en el metaverso hoy en día, la sucursal está prácticamente vacía. Además, no opera de ninguna forma en la que se espera que un banco pueda hacerlo. Pero la incursión del banco más grande de Estados Unidos a una plataforma de este tipo levanta varias preguntas; particularmente, en un contexto en el que ellos mismos acaban de publicar un reporte en el que describen el metaverso como un motor de convergencia para todos los cambios digitales actuales. Curiosamente, buena parte del furor por el internet 3.0 tiene que ver con la escalada de precios de inmuebles virtuales, que han incrementado su valor más de seis veces en el último año. Sin embargo, también existe una esperanza de que eventualmente se crearán ecosistemas económicos completos al interior de estas plataformas. Y JP Morgan parece estar buscando el proverbial “quien pega primero, pega dos veces” con este movimiento.
¿Y qué va a pasar con los demás bancos?
Como con todo en esta vida, todo depende. En los próximos meses podría verse una cargada completa a raíz del movimiento de JP Morgan, en la que todos los bancos quieran seguir los mismos pasos para no quedarse atrás en la pelea por el metaverso.
Al final del día, las microtransacciones en videojuegos movieron más de 34,000 millones de dólares en 2021. Ese tipo de dinero es bastante atractivo para que empresas busquen capitalizarlo; como en el mundo real, se necesitarán prestamistas, intermediarios, instituciones sólidas para ofrecer algún tipo de certeza para que usuarios puedan intercambiar bienes y servicios con menores posibilidades de fraude. Asimismo, el metaverso aún se encuentra libre de regulaciones gubernamentales fuertes; cuando eso cambie, muy probablemente se necesitarán de bancos especializados para sistematizar adecuadamente esos ecosistemas virtuales. Aunque no ha habido otros anuncios como el de JP Morgan de esta semana, es una realidad que la mayoría de las instituciones financieras están invirtiendo fuertemente en el robustecimiento de sus cadenas de bloques.
Por el otro lado, así como llegan grandes anuncios de incursiones en el metaverso, también se ha vuelto pan de cada día escuchar de desplomes de acciones—como le pasó a Facebook/Meta hace unos días—, quiebres de empresas y falta de usuarios y compañías dispuestas a comprar la apuesta. Es decir, también es probable que lo de JP Morgan no pase de ser un ardid publicitario; que ningún otro banco tome una iniciativa tan temprana. Pues, al día de hoy, no es más que esperanza; millonaria y de miles, pero esperanza al fin y al cabo. Por lo pronto, las sucursales bancarias en el metaverso no pasan de ser modelados muy básicos con carteles llamativos. Será cuestión de ver si pueden evolucionar a algo más.
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