Desde la invención de la fotografía, esta ha fungido como una herramienta para documentar los acontecimientos qué a la persona que sostiene la cámara le parece importante.
Sin embargo a lo largo de la historia, la práctica fotográfica evolucionó para convertirse en un apoyo para registrar los hechos históricos y trascendentales para la humanidad. Con el surgimiento del fotoperiodismo o fotorreportaje esto quedó aún más establecido, y el francés Henri Cartier-Bresson es el claro ejemplo del alcance que puede tener este movimiento.
Nació en Chanteloup-en-Brie, el 22 de agosto de 1908, cerca de París. Comenzó sus estudios en pintura en 1927, pero gracias a un viaje a Africa decidió volcarse totalmente a la fotografía. A lo largo de su vida pasó por varias etapas: primero influenciado por la “nueva visión europea”, seguido por el surrealismo para terminar dedicando casi todo su trabajo al fotorreportaje.
El día de ayer se inauguró la exposición Henri Cartier-Bresson. La mirada del siglo XX en el Museo Palacio de Bellas Artes, la primer retrospectiva que se realiza desde su muerte en 2004.
Tuvimos la oportunidad de platicar con el curador de la exposición, el Dr. Clément Chéroux, quien nos comentó que uno de los mayores aportes de Cartier-Bresson al mundo de la fotografía es el alto nivel de calidad de las imágenes:
Visité la exposición con fotógrafos profesionales, quienes me mostraron que si se suprimía alguna parte de la fotografía la imagen ya no funcionaba. Por ejemplo, si se quita a un personaje del fondo, aunque sea pequeño, la composición se rompe. Eso es lo extraordinario de la fotografía de Cartier-Bresson todo tiene una composición perfecta, todo tiene su lugar.
Pero no sólo esto, la capacidad que tenía el francés para ver y apoderarse de las cuestiones sociales, la realidad y transformarlas en algo visual, no tiene comparación. Esta inteligencia visual se ve reflejada en la tercera parte de la exposición, donde a través de sus imágenes logra transmitir los problemas que fueron centrales en el siglo XX: el lugar del hombre en el desarrollo urbano, la relación hombre-máquina, la sociedad y el poder o el consumo.
La exposición llega por primera vez a México, después de pasar por Francia, España e Italia, pero no sólo en esto radica su importancia, sino en el trabajo de curaduría que se realizó.
El equipo vio más de 30 mil fotografías, revisó todos los libros que publicó Cartier-Bresson, miles de hojas de contacto y la lectura de las cartas personales a su familia, y todo esto, en palabras de Clément Chéroux:
Hizo que surgieran cuestionamientos, la importancia del surrealismo, la importancia del compromiso comunista, la importancia de su trabajo para la agencia Magnum después de la SGM y la construcción o diseño de esta exposición es la adecuación de las imágenes con estos cuestionamientos. Hicimos lo que él hacia, cuando llega descubre algo y lo transforma en imágenes. Como historiador intenté entender la obra y después buscar las fotografías para apoyar la evolución de su trabajo.
La muestra estará abierta a todo público desde hoy hasta el 17 de mayo, de martes a domingo, en horario de 10:00 am a 17:30 pm.
Al iniciar el recorrido nos encontramos con los trabajos más tempranos del artista, vemos su inquietud por el arte a través del dibujo y su primer encuentro con la fotografía. En especial con la nueva visión europea proveniente del constructivismo ruso y de la Bauhaus, que en ese momento marcaban el paradigma con vistas en picada, una composición geométrica en la imagen y la repetición del tema.
El segundo apartado, llamado “Signos ascendentes” nos muestra el interés por el movimiento surrealista, gracias a los viajes que realizó por México, Estados Unidos, Europa y África.
La tercera parte, “La atracción surrealista”, ya refleja en su totalidad el resultado de su contacto con este movimiento. Los objetos empaquetados, cuerpos deformados, los ojos cerrados, el gusto por el juego, la predisposición al azar y sobre todo lo “mágico-circunstancial” como una casualidad fortuita, son elementos presentes en sus fotografías.
Después nos encontramos con su trabajo en la agencia Magnum que fundó en 1947, es aquí cuando comienza a viajar como reportero y tuvo la oportunidad de documentar grandes acontecimientos: el surgimiento de las masas como movimientos importantes, los funerales de Gandhi, la toma del poder de los comunistas de Mao Tse-tung en China, la vida en Rusia tras la muerte de Stalin en 1954 (con lo que buscó romper los estereotipos anti-comunistas), viajes por diferentes países europeos donde capturo la construcción post-guerra, Cuba en 1963 tras la Crisis de los Misiles, las protestas de mayo del 68 en Francia y más.
Es en esta etapa de su vida cuando desarrollo una “antropología visual”, aquí comenzó a reflexionar acerca de las cuestiones sociales que azotaron la segunda mitad del siglo XX, en sus palabras “soy visual, observo, observo, entiendo a través de los ojos”.
Al final encontramos el trabajo que realizó al retirarse de Magnum, fotografías contemplativas, libros y su regreso al dibujo. Esto sin separarse jamás de su cámara Leica.
No pueden perderse esta increíble exposición, que marca el regreso de la obra de Cartier-Bresson a México, después de casi 40 años de ausencia. Estará hasta el 17 de mayo y es una excelente oportunidad para conocer el increíble trabajo de este artista.