Para celebrar los 71 años de Keith Richards, el gemelo maldito de Mick Jagger, el amo y señor de los riffs de los Rolling Stones, nuestra amiga Padma Sundaram nos envía desde Boston esta nota sobre la autobiografía de Keith, Life.

La nueva autobiografía de Keith Richards, Life, es un entretenido, rabioso y festivo viaje por la vida de un verdadero pirata que ha consumido cualquier cosa y ha sido partícipe de cualquier placer. Uno esperaría que su memoria estuviera nublada por la bruma de alguna clase de narcótico, dado que ha sido un afamado consumidor de heroína, cocaína, mezcalina, LSD, peyote, marihuana y demás sustancias no especificadas. Sorprendentemente no ha olvidado nada de ello. El libro está hábilmente transcrito de la boca de Richards al papel por James Fox. No dejen que el grueso del libro los asuste (564 páginas). Si hay un libro de memorias del Rock que deban leer, probablemente debería ser esta.

El libro está lleno de sorprendentes momentos históricos como el encuentro de los Glimmer Twins Keith Richards (o Keef) conoció por primera vez a Mick Jagger en la plataforma del tren en Dartfod, Inglaterra en 1961. Keith era un gran fan del Blues y llevaba un álbum de Chuck Berry bajo el brazo cuando Mick camina hacia él. Cómo él lo dice: “¿Que si conectamos? Te metes a un vagón con un tipo que trae Rockin’ at the Hops de Chuck Berry, la edición de Chess Records, y The Best of Muddy Waters también bajo el brazo; seguro que vas a conectar, es la onda”. Hay grandiosas descripciones de la escena del Blues en Londres en los 60, cuando los aficionados se reunían en los clubes “como los cristianos primitivos”. También tenemos la actuación de los Stones en el programa Hollywood Palace antes de su primer show en América en San Bernardino, California. El conductor, Dean Martin, los presentó como “estos greñudos maravilla de Inglaterra, los Rolling Stones…están en el camerino quitándose las pulgas entre ellos, ¡no me dejen solo con esto!”.

Por supuesto también encontramos las esperadas menciones a sus aventuras sexuales (es una autobiografía del Rock después de todo). Piensen en Ronnie Spector (bueno, entonces Ronnie Bennett de las Ronettes) y Anita Pallenberg (que se la bajó a Brian Jones en un viaje a Marruecos). Keef parece ser sorprendentemente tímido (dice: “nunca le tiré la onda a ninguna chica en mi vida”). Él y la Pallenberg protagonizaron a los “drogadictos enamorados” por años, pero los problemas de adicción de ella parecían ser demasiado, aún para él. “Ella era como Hitler; quería arrasar con todo a su paso”.

Keef ahora es abuelo y parece haber encontrado la estabilidad con Patti Hansen, una modelo americana. Cuando antes solía tener un perro cazador de lobos, ahora tiene un Labrador dorado llamado Pumpkin y dos Bulldogs franceses (Etta y Sugar, por Etta James y su famosa canción “Sugar on the Floor”). Parece estar algo molesto por su imagen de pirata junkie. “La gente piensa que aún soy un maldito junkie. ¡Hace 30 años que dejé las drogas!”, y hace notar que “tu personaje es como un grillete y una bola de acero. Es imposible no acabar siendo un parodia de lo que creías que eras”.

Desde luego están las clásicas historias de Keith que deben recrearse con su voz en el libro. Se quedó despierto por nueve días consecutivos (ayudado por la cocaína) al fin de los cuales resbaló, azotó de cabeza contra una bocina y entonces “todo se volvió una cortina de sangre”. Igualmente nos cuenta su viaje en carretera con John Lennon en ácido, quien “realmente no aguantaba el paso”. También se incluye la historia de su accidente en Fiji, cuando se abrió la cabeza al caer de una palmera y casi sufrir una hemorragia interna mortal. Se despierta de la cirugía cerebral con un “¡Dios, así está mejor!”. No olvidemos que el hombre se aspiró las cenizas de su padre. Igual tenemos el berrinche que hizo cuando se rehusó a subir al escenario con los Rolling Stones porque alguien se había comido su “empanada de pastor”. Y además está la famosa anécdota de cuando “Keef le tira un cuchillo a reputado productor”.

El libro está lleno de historias así. Aparte de las drogas, el sexo y la euforia, la partes más encantadoras de la historia son aquellas sobre la música y el sentimiento que genera tocar la guitarra. Cuenta sobre la primera guitarra que le compró su abuelo, una guitarra de cuerdas de nylon. Le enseñaron unos cuantos licks, acordes, y le dijeron: “toca la Malagueña y podrás tocar cualquier cosa”. Richards también tiene consejos para los que quieren ser guitarristas. “Primero tienes que conocer bien esa madre. Y te vas a la cama con ella. Si no tienes una chica al lado, te duermes con ella. Tiene la forma adecuada“.

Keith aprendió la afinación de acorde abierto en Sol (G) de Ry Cooder en el 68. La afinación del acorde es D-G-D-G-B-D. Richards decidió quitarle la última cuerda, la más aguda para tener la afinación G-D-G-B-D-. En sus propias palabras: “Si estás tocando el acorde correcto , puedes escuchar este otro acorde detrás de él, el cual en realidad no estás tocando. Está ahí. Desafía toda lógica. Y está ahí tendido diciendo: ‘jodete””.

El libro no es nada amable con Mick Jagger, a quien se refiere constantemente como “Brenda” o “Su Majestad”. Jagger es presentado como pretencioso, ensimismado y que constantemente ve a la banda como sus empleados a sueldo. “Es casi como si Mick aspirara a ser Mick Jagger, cazando su propio fantasma. Y ayudándose de expertos en diseño para ello…”. Richards dice que el hombre es todavía su “hermano” y siempre contará con su apoyo. Pero es notorio que piensa que Jagger se vendió. Aun así, la historia de los años iniciales de su amistad, basada en el mutuo amor por el Blues, sus bandas iniciales Little Boy Blues y los Blue Boys, que los llevaron a la formación de los Rolling Stones está muy bien ilustrada.

Al final el libro es sobre un apasionado de la música (específicamente el blues). En palabras de Keef: “Pude desintoxicarme de la heroína pero no de la música. Una nota lleva a la otra y nunca sabes bien qué va a seguir, y no quieres saber. Es como caminar en una bellísima cuerda floja”.

Texto: Padma Sundaram

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