Paul Levitz y editorial Taschen está llevando a cabo un proyecto brutal con DC Comics que promete volverse una referencia ineludible para los fanáticos del arte secuencial. La historia de la casa de Superman y Batman se planea llevar a cabo en cinco volúmenes, el segundo de ellos y el que recientemente apareció es The Silver Age of DC Comics.
Un poco de historia
Para 1950 la primera etapa de los superhéroes en los cómics ya había llegado a su fin. Después de la Segunda Guerra Mundial los lectores ya no estaban interesados en aquellas historias en donde los súper detectives acababan yendo a la guerra. Mientras tanto, DC se encontraba en un momento de transición en donde casi todos sus títulos habían dejado de publicarse (sólo quedaban Batman, Superman y la Mujer Maravilla), porque los lectores consumían cada vez más historias de terror y ciencia ficción y menos historias de superhéroes.
Por otro lado, en 1954 el Dr. Fredric Wertham publicó su famoso libro Seduction of the Inocent, en donde culpaba a los cómics por la corrupción de los niños y adolescentes. Aunque su dedo acusador se dirigía principalmente a los títulos de terror, también apuntó a los superhéroes y a la ciencia ficción como elementos que corrompían a los inocentes angelitos de mente blanca. Principalmente señaló a Batman y a Robin, porque según él eran una pareja gay, y a la Mujer Maravilla, a quien tildó de lesbiana porque se atrevía a ser fuerte, desinhibida e independiente (sí, desde entonces la homofobia enturbió el mundo de los cómics).
Sorprendentemente el revuelo que causó este libro fue mayúsculo. El asunto llegó hasta el Congreso, y los senadores estadounidenses comenzaron a atacar a la industria de los cómics para simular que hacían caso a las demandas de la gente. En respuesta, la industria creó la Comics Code Authority, un mecanismo de autocensura que garantizaba que en los cómics no aparecerían malas palabras ni actitudes “sospechosas”. Este código nunca fue una ley, sino una manera en que la industria doblaba las manos ante la política y se cuidaba las espaldas.
Por un lado tenemos a una DC que sucumbe frente a los títulos de ciencia ficción, y por el otro un código que no permite que los cómics se desarrollen a sus anchas. La combinación de esos dos elementos dio vida a la llamada Edad de Plata de los Cómics.
Todo comenzó con la publicación de Flash en el Showcase #4 de DC Comics. El personaje fue creado con anterioridad, pero las bajas ventas lo habían marginado de los cómics. En esta ocasión, la empresa presentó a un Flash completamente renovado que tendría ya en sí mismo las características más populares de la Edad de Plata: un origen “científico”, historias blancas, argumentos inverosímiles y mucho colorido.
La DC de plata
Muchos de los elementos que más gozamos en los cómics aparecieron en esta época, así como muchos de los prejuicios en contra de esta forma de arte. Con Flash #123 (“The Flash of Two Worlds“) surgió el concepto de “universos paralelos” que aún ahora es parte de la industria. De acuerdo a esto, todas las historias de la DC se desarrollan en el mismo universo. Con ello superaban el fracaso de personajes viejos como el propio Flash, Green Lantern o Hawkman con rediseños y nuevas historias. Con ello también dieron paso a la formación de la Justice League con los mejores héroes de la marca conviviendo en la misma realidad. Y finalmente, con ello se crearon un mundo de problemas, porque nunca pudieron resolver satisfactoriamente la continuidad de los supuestos “universos” (en parte porque abusaron demasiado del concepto).
Por otro lado, las tramas de ciencia ficción y las ganas de vender llevaban a los guionistas a delirios cada día más inverosímiles. Esta fue la época en la que los héroes cobraron una justificación supuestamente “científica” (casi todos provenían de “accidentes atómicos”), y en donde los extraterrestres, las máquinas imposibles y los doctores malvados cobraron una relevancia indiscutible. Es la época en la que Batman vestía trajes “arcoíris” por motivos inciertos, o Flash “hacía mover sus moléculas” demasiado rápido para viajar a una realidad alterna.
Otro elemento fundamental de la época fue la aclamada serie de televisión Batman protagonizada por Adam West en los sesenta. El éxito comercial de esta serie fue tan grande, que los cómics comenzaron a seguir su ejemplo. Gracias a la televisión, Batman se convirtió en un ícono de la cultura pop y los guiones de sus historietas desbordaban imaginación y colorido. Claro que muchos de los elementos de aquel Batman hoy son motivo de risa, como la nunca suficientemente comentada escena en la que Adam West baila una especie de “bati-a go go”. Por supuesto, también es la época de las miles de “bati-chucherías” (que se vendían por separado).
La Edad de Plata de los cómics
Paul Levitz sin duda alguna realiza un trabajo magistral en este libro. No sólo recoge con cuidado una historia larga que se desarrolla entre 1956 y 1970, sino que nos entrega una joya editorial con imágenes bien seleccionadas y textos impecables.
Al recorrer sus páginas los que amamos el arte secuencial somos testigos de una historia de la que no fuimos parte, pero que de alguna manera nos recuerda algo familiar. La Edad de Plata de los cómics marcó el destino de la industria en tantos niveles, que la historia de Levitz parece un bello cuento de los orígenes. Sin duda alguna, hay un placer casi infantil al encontrar a Batman investigando al Beatle muerto, o a Superman renunciando a sus superpoderes una y otra vez, o a casi toda la Liga de la Justicia haciendo fila para recibir un beso de Luisa Lane.
La mitad del siglo no fue nada sencillo, pero para nosotros, habitantes del principio de un milenio incierto, aquellos nos parecen años más simples. Nos imaginamos esa edad de plata como un paraíso en el que Superman podía hacer todo lo que se propusiera y siempre iba a terminar sus historias con un apacible guiño al lector. Claro que aquellas épocas no fueron tal y como nos las describen los superhumanos y hay mucho que criticar a estos cómics desde el punto de vista político y social; pero hay un cierto encanto en imaginarnos esos días como los cómics de la DC dicen que fueron, aunque sepamos que es mentira.
Una edición de oro para la era de plata
Además de las bellísimas imágenes en gran formato, esta edición nos presenta dos textos muy interesantes. Por un lado se encuentra el ensayo que el propio Paul Devitz dedica a la Edad de Plata, el cual no tiene desperdicio. Por el otro, aparece una entrevista con una leyenda de la época: Neal Adams, dibujante excepcional al que le debemos muchas de las mejores portadas de la historia. Ambos son textos fundamentales para entender el devenir de esta casa editorial.
Esta historia es una joya para todos los amantes de los cómics, pero también un documento imprescindible para todos los interesados en la historia de la cultura popular en el siglo XX. Sin lugar a dudas Taschen y DC se anotan un triunfo con esta edición. Valdría la pena que la propia empresa de cómics le diera una revisada de vez en cuando a este volumen, sobre todo en tiempos en donde su creatividad está puesta en entredicho.