Por Olympia Ramírez Olivárez

Cada vez que se actualizan, las estadísticas muestran la terrible (y triste) realidad: el número de lectores mexicanos se reduce año con año. Las sociedades actuales nutren su tiempo libre alternándose entre maratones de series, interminables lapsos frente al celular (o la computadora, si se es old fashioned), registros detalladísimos de la vida “privada” en redes sociales, entre muchas otras parafernalias contemporáneas. Pocos son los medios que han sobrevivido a los nuevos estilos de vida e, indudablemente, los seguidores de la lectura (literatura, periodismo, por enlistar los obvios) perseveran buscando nuevas estrategias de ataque.

Con una narrativa sencillísima y de fácil comprensión, Ciencia, anticiencia y sus alrededores (Penguin Random House, 2018), de Fedro Carlos Guillén, presenta un conjunto de artículos de divulgación científica que revelan algunos misterios de temas por los que el autor se sintió atraído y que suponen tener el mismo efecto en el lector. La belleza o el atractivo físico, los penaltis, el incesto y la poligamia, trastornos alimenticios, los eucaliptos, entre otras curiosidades que probablemente nunca hubiéramos puesto en duda, a menos de que alguien nos sembrara dichosa idea, son expuestas a lo largo de las páginas de esta colección apta para todo el público.

Este libro pretende satisfacer la curiosidad del lector en cuanto a conocer un poquito más del mundo; poner en perspectiva la inescrutable palabra de la ciencia que, en la actualidad, pareciera ser la ley máxima de la vida; liberarnos, aunque sea por un breve instante, del superficial, consumista, positivista, frívolo, insulso —así como todos los demás adjetivos que califican negativamente a la sociedad contemporánea— siglo XXI. Ciencia, anticiencia y sus alrededores no nos saca de nuestra realidad para distraernos un ratito; al contrario, explica todo tipo de fenómenos para que, con base en la nueva información adquirida, cada quien pueda sacar sus conclusiones respecto a cómo éstos afectan nuestra percepción del mundo en el que vivimos.

Fedro Guillén, con ayuda del siempre confiable sarcasmo y de la ironía, logra transmitir, con éxito, conocimiento científico que, por lo regular, quienes no tenemos una formación de ese tipo encontramos difícil de comprender, sobre todo cuando aparecen términos especializados como fenotipo, pH, alotropía, mesoglea, entre otros. El autor logra dominar la palabra para que cualquier persona, sea científico o no, entienda los fenómenos que describe y explica en cada uno de los ensayos que componen esta obra; la sencillez de su narración ayuda, asimismo, a que la información se aprehenda con facilidad y permite al mismo tiempo que la información se diluya en un discurso que parececontado por un amigo cercano.

La combinación de todos los factores ya mencionados tiene como resultado un libro que se puede botanear con tranquilidad, sin gula ni excesos. Bien lo indica el autor en la presentación: esta colección de artículos sacia la necesidad de escapar de un mundo en el que las redes sociales y la tecnología superflua lo dominan todo, y en el cual existe un alto grado de —utilizando el mismo término que el autor— oligofrenia. El lector podrá consumir los ensayos a su gusto. Todos de sentón, dosis altas en pocos días, uno antes de dormir o sólo los fines de semana. Sin importar la velocidad, el orden o la frecuencia con la que se lea, Ciencia, anticiencia y sus alrededores funciona tanto de divertimento como de antídoto para aquellos curiosos que buscan resguardarse de la realidad con un poco de lectura.

Fedro Carlos Guillén combina dos diferentes maneras de entender la realidad: la ciencia y la literatura. Con esta mezcla, aparentemente contradictoria, introduce el hábito de la lectura a quienes poco se han acercado y entretiene a aquellos que ya incorporaron esta extraña costumbre a su vida. Guillén encontró una manera de acercarse a todo tipo de público, lo cual cumple con otro de los propósitos de esta compilación: desmentir la exclusividad del texto de divulgación a la comunidad científica; se matan dos pájaros de un tiro. Los temas de cada uno de estos artículos son diversos y, sin duda alguna, la revelación de sus respectivos porqués es sorprendentemente impactante; existen tantas cosas que nos son cotidianas, a tal grado que olvidamos preguntarnos por qué suceden de esa manera o por qué la sociedad lo ha considerado así a lo largo de los años. El autor de Ciencia, anticiencia y sus alrededores nos proporciona una herramienta más para combatir el ocio y la modernidad, al igual que fomentar la lectura a todas las personas curiosas.

Acá se puede leer uno de los ensayos de este libro, precisamente el dedicado a la ciencia detrás de atajar un penal.

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