En los últimos años, el tema del narco ha tomado un auge significativo en la literatura mexicana, en donde abundan novelas y cuentos relacionados con este tópico. De entre ese basto universo, destaca La Primavera del Mal, de F. G. Haghenbeck.

La idea que detonó la escritura de esta novela, de acuerdo al propio autor, provino de una charla que sostuvo con Élmer Mendoza durante la Feria del Libro de Los Mochis, en la que Haghenbeck le comentó que en la narcoliteratura hacia faltaba una historia que se asemejara a “El Padrino”, pero sobre el tema del tráfico de drogas en México, y que sería bueno que Mendoza la escribiera.

“No, es muy cercano a mí, escríbelo tú”, le respondió.

Así Haghenbeck se dio a la tarea de investigar durante varios años las raíces del problema del narco entre México y Estados Unidos desde principios del siglo XX, dando origen a una de las mejores novelas publicadas este año.

No debe pensarse que La Primavera del Mal es la típica novela sobre secuestros, ejecutados y cárteles de droga, al contrario, esta historia ocurre mucho antes de que todo esto surgiera. Lo que sí nos muestra es un mosaico muy completo de cómo se fueron conformando estos cimientos.

Haghenbeck tuvo el acierto de dotar a esta novela de una gran cantidad de personajes tanto ficticios como reales, a los que fue amalgamando cuidadosamente en varios pasajes históricos nacionales.

Personajes entrañables como el terrible coronel Benito Guadalupe Serrano, el pistolero Raúl Duval, la sensual actriz y cantante Carmelita del Toro o James O’Ball, el agente antinarcóticos estadounidense, van interrelacionándose con actores de la historia como Miguel Alemán Valdés, el gobernador Maximino Ávila Camacho, o los mafiosos Bugsy Siegel y Lucky Luciano.

Al abordar esta novela pensé que me sumergiría en un denso bloque de datos e información documentada que haría su lectura pesada, lo cual descarté en cuanto avancé por las primeras páginas y quedé absorto en una trama en la que, a veces, el elemento del narco y la búsqueda del poder entre distintas esferas del gobierno y la delincuencia, apenas son perceptibles.

Y es que esta novela tiene una hechura clásica: hay abundancia de personajes, varias voces narrativas y el manejo del tiempo es usado a favor de la historia. La ambientación es tan acertada, que muchas las veces el lector se siente transportado a ese México de los años post revolucionarios.

Lo anterior debería de ser suficiente para hablar de una gran novela, pero aún me falta hablar de lo que hace a La Primavera del Mal una lectura imprescindible: la historia de un triangulo amoroso que se va dibujando a lo largo de la trama y que por sí misma le da vida y personalidad a cada uno de los capítulos. Al fin y al cabo, el amor nace en las condiciones menos propicias y aún así es capaz de cambiar cualquier panorama, por muy sombrío que éste sea.

¿Qué tanto contribuyó Estados Unidos a que el mercado de las drogas en México se desarrollara? ¿Qué tan profundas eran las relaciones entre el gobierno y los grandes traficantes de drogas de las primeras décadas del siglo pasado? ¿Qué pasó con la mafia china que operó en aquella época en el norte de México?

Todas esas interrogantes y muchas otras más encuentran su respuesta en esta obra que estudia profundamente la relación de México y Estados Unidos en materia de drogas entre 1931 y 1956, aderezada con una historia de intrigas políticas, de traiciones familiares y de un amor apasionado.

Después de leerla nuestro presente se ve con mayor claridad.

La Primavera del Mal
F. G. Haghenbeck
Suma de Letras

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