Por Karen Villeda

Para mis compañeras del Ciclo de Lecturas Feministas,

coordinado por la escritora y editora Tania Tagle

Lena Andersson, escritora y periodista sueca, ha diseccionado los mecanismos psicológicos de adaptación y defensa en Apropiación indebida, cuyo subtítulo advierte: “Una novela sobre el amor”. Andersson no se anda por las ramas y confronta el mito del amor romántico en la historia de Ester Nilsson, una poeta y ensayista de 31 años de edad, que se enamora de un hombre mayor que ella: Hugo Rask, un renombrado artista que no tiene interés en comprometerse con ella. El libro transcurre en los silencios de ambos, que significaban, diametralmente, lo opuesto: 

pero su silencio significaba algo muy distinto, pues él decidía, él tenía el poder. No había prueba de que así fuera, pero tampoco duda alguna. El que frena siempre manda. El que menos voluntad muestra, más poder ostenta.

¿De qué se trata?

De algo que todxs hemos vivido, sin excepción alguna. Ester queda prendada de la idea de Hugo. Platican, tienen sexo, él sigue con su vida y ella se obsesiona con él durante un año: “Lo que para ella suponía un punto de inflexión crucial en su vida no había sido más que un pasatiempo para Hugo”. Lo que ocurre está meramente en la cabeza de Ester, quien es una mujer culta, pero no puede ser lúcida sobre lo que siente. Es así que cada una de las palabras dichas y no dichas por Hugo, cada una de sus actuaciones y sus no actuaciones, sus escasas llamadas (sí, hay fragmentos en los que literalmente es “una esclava del teléfono”) y sus pocos mensajitos son analizados por ella hasta el cansancio para llegar a la misma conclusión irracional: él la ama y quiere estar con ella. Esta chaqueta mental —que todos nos hemos hecho en algún momento de nuestras vidas— hace que Ester se rinda a los pies de Hugo, un hombre extremadamente ególatra o simplemente desinteresado en ella.

¿Cuál es, a primera vista/leída, el problema? Que Ester no es correspondida por Hugo porque “resulta que se puede echar de menos a una persona a la que no se ha conocido más que en la imaginación”. ¿Cuál es el verdadero problema? El amor romántico y sus mitos que apresan a Ester en una relación unidireccional. ¿Cuál es la solución? La protagonista solapa sus sentimientos con giros intelectuales. Entonces, este libro es un ensayo también:

Antes de comprender hacia dónde nos lleva el sentimiento, se suele hablar con todo el mundo de la persona amada, hasta que de repente, un día, aquello cesa. Entonces el hielo ya se ha vuelto muy fino y resbaladizo. Es cuando uno se da cuenta de que cada palabra conlleva el riesgo de dejar en evidencia el enamoramiento. Fingir indiferencia resulta igual de difícil que aparentar normalidad y, en el fondo, es lo mismo.

¿Cuál es la verdadera solución al problema de Ester? Una relación igualitaria que, irónicamente, es justo lo que ella buscaba desde un inicio pero con la persona equivocada:

—Tenemos que tener cuidado —dijo, y se resistió cuando ella empezó a moverse más rápido.

Ella se detuvo en medio de un movimiento.

—¿De qué?

—De que no te quedes embarazada.

—Pero ¿cómo me voy a quedar embarazada? No quiero tener hijos. El único amor que anhelo es el amor entre adultos; el amor igualitario y horizontal, no el vertical.

¿Por qué leerla?

Apropiación indebida arrasó en su país de origen y ha obtenido varios premios literarios como el del aclamado periódico Svenska Dagbladet y el August. Éste es un libro sobre el desamor romántico. Lena Andersson, que también es analista política en un país con una de las cifras más altas de violencia machista en Europa (para 2015, un 46% de mujeres suecas había sufrido violencia física y/o sexual desde los 15 años de edad), tiene una prosa exactísima:

Ester pensó que, neurológicamente hablando, ya habían hipotecado su futuro. Cada uno había llegado a formar una parte tan importante de la conciencia del otro que ninguno de los dos podía concebir la pérdida de un porvenir tan intensamente imaginado que era como si ya estuviera aquí. Temía, sin embargo, que eso no se aplicara a las neuronas de Hugo. En ese caso, la esperaba un gran sufrimiento.   

Lena Andersson hace una crítica al empoderamiento intelectual de ciertas personas que desdeñan a una sociedad que se rige por las emociones más básicas, pero que no pueden romper ese círculo vicioso sin salir heridas. Testigo de primera mano como ella lo ha afirmado en diversas entrevistas, Lena Andersson también realizó una investigación sobre las emociones y la repercusión que tiene una idealización en éstas: “El que abandona no siente dolor, el que abandona no necesita hablar porque para él no hay que hablar. El que abandona ha terminado”. 

Apropiación indebida me remite a un término legaloide acerca del apoderamiento de lo ajeno. En un sentido estricto, como de Código Penal, hablamos de defraudaciones en las que existe un sujeto pasivo y un sujeto activo que se aprovecha del primero. ¿Por qué? Por abusón. Es un fraude, sí. Es una posesión ilícita, también. ¿Les suena a algo que todxs conocemos? ¡Al amor romántico! ¿Entonces por qué, como Ester, nos empeñamos en perpetuar relaciones sustentadas en una utopía?

Ella no entendía en qué podía consistir ese tormento, pues no estaba exigiendo nada que no fuera razonable. La libertad era una virtud y la celebraba, pero no podía ofrecerle la liberación de una relación de intimidad; sí, en cambio, la liberación que suponía estar más cerca de ella de lo que había llegado a estar de ninguna otra mujer, así como la libertad que conllevaba acabar con su soledad. ¿Podía haber algo más bello?

Lena Andersson, Apropiación indebida, Alfaguara, 2015.

***

Karen Villeda es escritora. Ha publicado un par de libros para niños, uno de ensayos y cuatro poemarios. En 2015 participó en el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa. En POETronicA (www.poetronica.net) explora la relación entre poesía y multimedia. (Ah, y tiene un gato llamado León Tolstói.)

Twitter: @KarenVilleda

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