Por Luis Ángel Monroy-Gómez-Franco
Este domingo tuvo lugar la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia. De ella emergieron como contendientes a la segunda ronda Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Hay una propuesta de la candidata de extrema derecha a la que creo que no le hemos puesto la debida atención en este lado del Atlántico y esa es la de sacar a Francia de la zona euro (para un análisis de las implicaciones de los resultados vean este texto de Carlos Brown). Se ha llegado a decir que sería una decisión similar a la del Brexit. Pero no es así, las implicaciones de la salida de Francia de la zona euro son potencialmente más graves que las del Brexit, no sólo para Europa, sino para el mundo. Y de eso es de lo que va este texto
¿Por qué Le Pen quiere sacar a Francia del Euro?
La candidata considera a la salida del euro como un paso imprescindible en la recuperación de la soberanía francesa frente a las instituciones europeas. Per se, Le Pen no se equivoca. Al crearse el euro, los países que le adoptaron tuvieron que ceder el control de su política monetaria y cambiaria al Banco Central Europeo, una entidad supranacional. La política monetaria es, junto con la política fiscal, el instrumento mediante el cual el gobierno puede estabilizar a una economía ante un choque; es decir, los instrumentos mediante los cuales el gobierno puede disminuir los efectos del ciclo económico. Por ejemplo, cuando ocurrió la crisis de 2008-2009, el Banco de México redujo la tasa de interés y se anunció un pequeño programa de estímulo fiscal, todo con el fin de atenuar la magnitud y la duración de la recesión que sufría la economía mexicana (se pueden decir varias cosas sobre esa respuesta, pero éste no es el espacio para hacerlo).
Al no tener la política monetaria, las autoridades económicas de un país sólo mantienen a la política fiscal como herramienta para estabilizar a la economía. Dado que la política fiscal es mucho más tardada de diseñar y de aprobar (pues tiene que pasar por el congreso) que un cambio en la tasa de interés (el instrumento de la política monetaria), ceder la política monetaria implica ceder un instrumento que es muy útil para atajar las emergencias. Es como si se quisiera arreglar una mesa con una pata chueca y la única herramienta disponible para hacerlo es un desarmador. En ese escenario, salirse del euro permitiría a Francia recuperar toda su caja de herramientas de política económica, y ello le permitiría tomar decisiones en esa materia de forma independiente al resto de los países. De ahí que sea una propuesta natural para una candidata nacionalista a ultranza.
Según uno de los asesores de Le Pen, actualmente ya tienen un plan para llevar a cabo el proceso de separación de Francia de la zona euro. De acuerdo a dicho plan, el primer paso sería convencer al resto de los miembros de la eurozona de adoptar en lugar del euro una nueva serie de monedas nacionales, fijar una canasta de tipos de cambio y luego establecer un tipo de cambio entre la moneda nacional y dicha canasta. La nueva unidad monetaria europea en realidad sería un agregado compuesto por un nuevo marco alemán, un nuevo franco francés, una nueva peseta, una nueva lira, etc. Cada uno de los gobiernos asumiría el compromiso de controlar las fluctuaciones de su moneda respecto a dicho agregado. Este sistema que suena sumamente complicado es en realidad el antecedente del euro… y ya fracasó varias veces en los noventa a causa de recurrentes ataques especulativos. En caso de que nadie siga a Le Pen en este plan, parece ser que su plan B es simplemente reintroducir el franco y dejarlo flotar (tal y como operan el peso y el dólar hoy en día, por ejemplo).
Hay un gran problema con ese plan: no hay mención alguna sobre cómo lidiar con las implicaciones financieras de sacar a Francia de la zona euro. Si bien antes de la creación del euro los mercados financieros europeos ya estaban hasta cierto punto integrados (es decir, ocurrían muchas transacciones entre ellos), la introducción de una moneda única en buena parte de la región hizo que dicha integración se hiciera mucho más estrecha. En principio, porque las empresas y bancos que operaban en más de un país ya no tenían que preocuparse por el riesgo cambiario, lo que incentivaba una expansión de dichas empresas en la zona. Este incentivo se veía incrementado por la existencia de marcos regulatorios homogéneos. De igual forma, muchas empresas podían contratar créditos en bancos de otros países de la eurozona, pues todos empleaban la misma moneda y seguían la misma regulación o regulaciones muy similares. En toda esa estrecha red, Francia juega un papel clave, pues es una de las economías y de los mercados financieros más grandes de la región.
Supongamos que Francia abandona el euro (y se ven obligados a recurrir al plan B de Le Pen). Las empresas que operan simultáneamente en Francia y en otros países de la eurozona se verían obligados a reajustar todas sus operaciones en Francia para considerar los efectos de la variación cambiaria. No sólo eso, todos sus contratos en Francia firmados en euros tendrían que renegociarse, pues el euro ya no sería la moneda de circulación en el país. En el caso de los bancos que otorgaron préstamos en euros a firmas en Francia (o bancos franceses que contrataron créditos en euro en otros países) el primer temor sería a que sus deudores entraran en insolvencia (al ser incapaces de recibir suficientes euros como para pagar su deuda). Todo ello en un escenario en donde los activos franceses denominados en la nueva moneda francesa no serían atractivos en el mercado internacional comparados con los denominados, por ejemplo, en dólares. Ello sin contar que el propio euro posiblemente sufriría un ataque especulativo, al temerse su colapso tras la salida de la segunda economía más fuerte de la eurozona. Todo ello llevando a un periodo de inestabilidad global, peor que el que vivimos a inicios de esta década.
Si bien es necesario reformar muchas cosas en el funcionamiento de las instituciones económicas de la zona euro, la aproximación seguida por Le Pen está lejos de ser la óptima. La reforma de la zona euro es como hacer de forma simultánea una operación a corazón abierto y una neurocirugía. Le Pen propone usar los métodos de hace 30 años para la cirugía a corazón abierto, y no ha dicho como piensa hacer la neurocirugía.
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Luis Ángel Monroy-Gómez-Franco es Maestro en Economía por El Colegio de México y consultor independiente.
Twitter: @MGF91