En 1940 el ejército NAZI decidió bombardear Inglaterra. Los alemanes habían tomado Paris y el Führer se tomaba fotos con Himmler y Goebbels en la Torre Eiffel. Según Hitler, los bombarderos alemanes destruirían Londres antes del invierno. En la primavera de 1941 el ejército aleman desembarcaría en las costas inglesas y para el verano toda Europa sería “Alemania”.

En Londres, los londinenses se tomaron el plan del Führer con flema, a la inglensa. Apagaron las luces de la ciudad por las noches para que los cazas alemanes no pudieran verla y se refugiaron en el metro, bajo tierra. Por la tarde siguieron tomando el té, llegaron puntuales a sus citas y encendieron sus radios para escuchar los reportes de la BBC.

Los alemanes no lograron destruir Londres antes del invierno.

¿Por qué? Pues según los militares, porque los caza ingleses resistieron, un italiano inventó el radar, los aliados se lo robaron y por las noches la artilleria inglesa sabía de donde vendrían los bombarderos y porque Hitler decidió atarcar al mismo tiempo a la URSS.

Pero, según los ingleses de esos años, si los nazis no lograron conquistar Inglaterra fue porque el clima de la capital Británica, según los reportes climatologicos más fiables “siempre es una mierda” y los Nazis desde el aire no veían nada por las nubes; porque no faltó el té (los norteamericanos enviaron cientos de barcos mercantes con hierbas y crema); pero sobretodo porque el Big Ben marcó siempre la hora y la Reina Elizabeth no se fue a ningún lado.

Los ingleses, son fanáticos del fútbol, el té, los relojes y de la Reina. En la Segunda Guerra Mundial organizaron torneos en las estaciones del metro, después del té, por supuesto. Y el Big Ben, sin luz por las noches para que no pudieran los bombarderos alemanes ubicarlo, siguió marcando las horas. La Reina, Elizabeth, la que cumple este año sesenta años en el poder, decidió no irse del país como le sugirió el Parlamento Británico para “evitar el dolor que sería su muerte al pueblo de Inglaterra”. Su decisión la convirtió en heroína por su valor y el pueblo de Londres se enamoró más de ella.

Hoy, a más de setenta años de los bombardeos, el Parlamento Británico, con sede en el mismo edificio del Big Ben: el Palacio de Westminster, ha decidio cambiarle el nombre a la torre del Big Ben por Tower Elizabeth,  como uno más de los homenajes que los ingleses le han rendido este año a su Reina por sus 60 años en el poder.

Un reportero de la BBC ha hecho la broma en un periódico londinense:

“Al Big Ben sólo podrían haberle puesto Tower Elizabeth o The Beatles Tower, cualquier otro nombre sería un insulto”.

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