A más de un siglo de distancia, ¿por qué es necesario revisar esta historia? ¿Alguna vez escucharon hablar de Laureana Wright González? Esta guerrerense fue una de las pioneras en el periodismo mexicano y su irrupción en la industria cimbró a un montón de publicaciones y partidarios de la dictadura de Porfirio Díaz.
En 1888, Laureana Wright fundó el periódico literario Violetas del Anáhuac, que resultó ser un espacio para cuestionar el contenido de las revistas para señoritas —escritas por hombres—, protestar contra don Porfirio y pugnar por el voto para las mujeres.
Violetas del Anáhuac también sirvió para invitar a otras mujeres a la reflexión, preguntarse si el papel de su vida era estar en casa, a la orden del hombre. A 133 años de su publicación, Violetas del Anáhuac y la labor de Laureana Wright sigue vigente.
Laureana Wright
El panorama no ha cambiado del todo. Cuando los espacios en las gacetas y periódicos estaban integrados por hombres, Laureana Wright (4 de julio de 1846-22 de septiembre de 1896) puso el acento en el acceso a la educación y al voto de las mujeres.
¿Cómo? Mediante sus textos y el empuje de publicaciones hechas por mujeres y para las mujeres. La escritora y pionera del periodismo en México combinó su tiempo entre el “cuidado” de su familia y su profesión —tal cual lo hacen hoy miles de mujeres mexicanas.
Violetas del Anáhuac
“Dos reglas deben observar las jóvenes en la conversación para hacerse agradables y son la amabilidad y la modestia: una y otra se favorecen y realzan mutuamente. Una niña dotada de amabilidad y llena de cortesanía, se hace amar de cuantos la ven, así como un trato áspero no es propio nunca para atraer simpatías. Un aire de superioridad o de altanería es el peor que le sienta a una muger. Esquivar a la sociedad, el huir de ella, es indicio de rusticidad”.
Pues sí, este fragmento forma parte del texto “Consejos a las señoritas”, de la publicación Presente amistoso dedicado a las señoritas (1847), escrito por Ignacio Cumplido.
Este es un ejemplo del discurso que Laureana Wright se encargó de cuestionar.
La publicación de Violetas del Anáhuac —periódico que nació como Las Hijas del Anáhuac y que más tarde tuvo que cambiar su nombre— reprodujo los textos y biografías de mujeres como Sor Juana Inés de la Cruz o la primera doctora mexicana Matilde P. Montoya.
De corte feminista, Violetas del Anáhuac abrió las puertas para que sus lectoras se cuestionaran si realmente querían y debían cumplir el rol de “la mujer modesta” sublimado por Ignacio Cumplido, por ejemplo.
#PensarGénero
Interesada en destacar a las #MujeresNotablesMexicanas, Laureana Wright publicó sobre sus vidas en “Violetas del Anahuac”, semanario que circuló entre 1887 y 1889. En el número 11, Laureana escribió sobre la Fénix de México https://t.co/uIWGafI6hR pic.twitter.com/lcv0C5Hnwx— INEHRM (@INEHRM) February 16, 2020
Poesía, semblanzas de mujeres ilustres y hasta noticias del mundo sobre el avance del movimiento feminista. Ese era el contenido de este periódico literario que confiaba en la conversión del siglo XIX como el siglo del progreso.
Aunque esto no fue así para las mujeres, la autora de La emancipación de la mujer por medio del estudio se convirtió en un personaje fundacional del movimiento feminista y sufragista en México.
“¿Qué necesita la mujer para llegar a la perfección?”
Wright también tuvo una breve participación en El correo de las señoras, donde publicó el texto “La mujer perfecta” —con un contenido totalmente distinto a los consejos para las señoritas de Ignacio Cumplido y bastante empoderador. Aquí un fragmento:
“Lo mismo que se le priva del libro, del telescopio y del botiquín, se le priva de la cámara fotográfica, del buril y de la vara de medir, quedándoles solo como representación humana la maternidad, como representación social la subyugación ante el hombre, como elementos de distracción y de trabajo el tocador, la aguja, la cocina (…) ¿Qué necesita la mujer para llegar a esta perfección? Fuerza de voluntad, valor moral, amor a la instrucción y sobre todo, amor a sí misma y a su sexo para trabajar por él, para rescatarle de los últimos restos de la esclavitud que por inercia conserva”.