Hoy se fue uno de los grandes que quedaban, una pluma latinoamericana que cargó con el peso del canon por décadas.
García Márquez, una figura que no podremos ver con justicia sino dentro de muchos años, es amado por millones desde luego pero también, como cualquier escritor que vendió libros como vendió él, se convirtió en una figura cuya sombra se volvió incómoda para muchos.
Y ya sea el creador de mundos mágicos o el monstruo canónico del boom latinoamericano, a veces es mejor sólo quedarse con sus letras, con las obras que han marcado a generaciones de lectores durante todo el siglo XX.
Sabemos que una frase puede ser un arma de doble filo, por un lado puede estar descontextualizada y entonces ser traicionera o bien, ser tan poderosa ella sola que quede para la posteridad. Como sea, Gabo era un maestro de las frases, cualquiera que haya entrado a su obra lo sabe y estamos conscientes de que esta fraseología no sustituye lo increíble que es leer sus obras pero si nos deja un atisbo de su enorme ingenio. Aquí les dejamos algunas de nuestras favoritas, ¿cuáles son las suyas?
“Es inútil que siga rezando. Hasta Dios se va de vacaciones en agosto“.
“No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad“.
“El deber revolucionario de un escritor es escribir bien”.
“Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”.
“Ninguna persona merece tus lágrimas y quien se las merezca, no te hará llorar”.
“Si no le temes a Dios, témele a la sífilis“.
“El amor es tan importante como la comida, pero no alimenta”.
“Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros”.
“Lo que pasa es que en este país no hay una sola fortuna que no tenga a la espalda un burro muerto“.
“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra“.
“El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar“.
“Mira, te cuento cómo es un día típico. Siempre me despierto muy temprano, a eso de las seis de la mañana. Leo el periódico en la cama, me levanto, tomo un café oyendo música de la radio y alrededor de las 9 —después que se han ido los niños al colegio— me siento a escribir. Escribo sin interrupción de ninguna clase, hasta las dos y media, que es cuando los niños regresan y empiezan los ruidos de la casa. Durante toda la mañana no he atendido el teléfono.. ., mi mujer ha estado filtrándolo. Entre dos y media y tres, almorzamos. Cuando me he acostado tarde la noche anterior hago una siesta hasta las cuatro de la tarde. Desde esa hora hasta las seis leo oyendo música, siempre escucho música, salvo cuando escribo porque le pongo más atención a la música que a lo que estoy escribiendo. Luego me voy por ahí a tomar un café con quien tenga una cita y por la noche siempre hay amigos en la casa. Bueno…, creo que esta es la situación ideal para un escritor profesional, la culminación del que ha estado trabajando exclusivamente para hacer eso“.
—“¿Fue tu abuela la que te permitió descubrir que ibas a ser escritor?”, le preguntó en los años setenta su amigo y colega Plinio Apuleyo Mendoza.
—“No, fue Kafka, que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela. Cuando yo leí a los 17 años La metamorfosis, descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: ‘Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa”.
Muchos libros de Gabriel García Márquez en español y otros idiomas, así como libros sobre su obra: http://t.co/Wq39l89eng #bibliotuit
— Román Luján (@roman_lujan) April 17, 2014
Y bueno, no queremos vernos cansadores porque en jueves santo nos van a reclamar así: