Andrew Lancaster es un exótico taxidermista que un día decidió darles un giro muy extraño a sus animales disecados para convertirlos en criaturas que sólo se encontrarían en los rincones más oscuros de nuestra imaginación. Algunos de estos especímenes podrían causar pesadillas a algunos de nuestros sensibles lectores.
El buen Lancaster es un originario de Inglaterra que se inició en el arte de la taxidermia cuando se mudó a Nueva Zelanda. Las bizarras creaciones han sido el resultado de un arduo trabajo de tres años que ha producido algunas aberraciones que juraríamos salieron del mismísimo averno; entre ellas se encuentra un cerdo con alas y una gallina de tres cabezas y garras de lo que parece ser un tejón.
Lo más raro del caso es que Lancaster normalmente utiliza animales atropellados que se encuentra en las carreteras cercanas. Una vez que encuentra un animal arrollado, éste lo recoge y lo preserva en el refrigerador para trabajar más tarde en él.
El trabajo de Lancaster se vende en internet. Algunas de sus piezas más baratas cuestan alrededor de 50 dólares.