En septiembre del año pasado, les contamos la historia de Justin McCarthy, un hombre de 61 años que padecía una enfermedad en el estomago que lo hacía producir levadura en su intestino y embriagarse de la nada. Pues ahora, meses después conocimos otro caso similar.
Se trata de Matthew Hogg, un estadounidense de 33 años que sufre una extraña enfermedad, que lo hace padecer los efectos de una resaca, sin ni siquiera haber consumido alcohol.
Si ya de por si es terrible padecer mareos, nauseas, vómitos, deshidratación, sudores fríos o dolor muscular y de cabeza, ahora imagina tener que soplarte estos síntomas propios de la cruda, pero casi a diario y sin haber vivido la pachanga y la euforia del consumo etílico.
Y es que desde hace 20 años Hogg padece el síndrome de auto destilación, un trastorno que convierte en alcohol cualquier azúcar ingerida, y que se envía de manera directa al torrente sanguíneo. No faltará algún lector que afirme que eso de convertir en alcohol cualquier hidrato de carbono es una bendición, pues así se ahorra el dinero de los pomos, pero cuando llegan las resacas inesperadas, seguramente este super poder pierde el encanto.
Todo comenzó cuando Hogg notó que sufría de hinchazón y gases después de comer, también percibía cómo dentro de su abdomen la comida fermentaba. Al otro día sufría los estragos típicos de una cruda (esos que muchos conocemos taaaan bien). Además, diariamente sufría distintos malestares físicos y anímicos.
¿Y qué provoca este síndrome? Pues un desequilibrio en la flora intestinal, que hace que el hongo de la levadura se desplace por el resto de los microorganismos, provocando infecciones y fermentación de los hidratos de carbono, que se transforman en etanol y son liberados en el torrente sanguíneo de quienes lo padecen.
Hasta ahora esta enfermedad no tiene cura y de momento, el único tratamiento es eliminar de la dieta la mayor cantidad de alimentos con azúcar para evitar que estas se transformen en alcohol.
¡Qué les parece! Por lo menos no vive en México, pues aquí con echarse un refresquito o unos dulces sería suficiente para que lo manden al Torito.
