Se pensaría que un Sumo Pontífice tiene respuesta para la mayoría de las preguntas. Sin embargo, hay cuestionamientos que son capaces de dejar sin argumentos incluso al propio Papa Francisco.
Como parte de su visita a Filipinas, el Papa Francisco ofreció una misa ante unas 30 mil personas en la Universidad de Santo Tomas, en Manila. Ahí, Glyzelle Iris Palomar, una niña de doce años, que fue abandonada de pequeña y que encontró refugio en una comunidad eclesiástica, le dio la bienvenida al Papa con unas conmovedoras palabras:
“Muchos niños son abandonados por sus padres. Muchos de ellos acaban siendo víctimas y les han pasado cosas malas, como adicción a las drogas o prostitución ¿Por qué Dios permite esto, incluso si los niños no tienen culpa? ¿Por qué sólo unos pocos nos ayudan?”
¡PUM!
Tras realizar estas preguntas la niña rompió en llanto. Fue entonces cuando el Papa Francisco la abrazó y emocionado respondió:
“Ella es la única que ha planteado una pregunta para la que no hay respuesta y ni siquiera es capaz de expresarlo con palabras, sino con lágrimas.
¿Por qué sufren los niños?
Invito a cada uno a que se pregunte a sí mismo: ‘¿He aprendido a llorar… cuando veo un niño hambriento, un niño en la calle que se droga, un niño sin casa, un niño abandonado, un niño del que abusa, un niño que la sociedad usa como esclavo?’”
Para reflexionarse ¿no?
Al igual que ocurre en varias partes del mundo, en Filipinas es común observar a niños viviendo en la calle y dependiendo para subsistir de la caridad o de lo que encuentran en los basureros, por ello, éste tema es especialmente sensible para los filipinos. Por cierto, durante la homilía Francisco volvió a pronunciarse sobre la necesidad de apoyar a los niños en condiciones desfavorables:
“Necesitamos ver a cada niño como un regalo que hay que agradecer, cuidar y proteger. Y necesitamos ocuparnos de los jóvenes, no permitir que les roben la ilusión y les condenen a una vida en las calles”.
Francisco finalizó su visita a Filipinas con una misa ante cerca de siete millones de personas en la explanada del Parque Rizal, en Manila. Este evento es considerado el más multitudinario al que ha convocado un Papa en la historia durante algún viaje.