Samantha Geimer es conocida como “la chica de 13 años violada por Roman Polanski en 1977”. Sin embargo, hoy en día, más de 36 años después de aquél 10 de marzo, Geimer es una mujer de 50 que asegura haber sido víctima más de una sociedad mediática y moralina que del famoso director.

Geimer ofreció a Der Spiegel una entrevista con motivo de su libro “The Girl. A Life in the Shadow of Roman Polanski” (La niña. Una vida a la sombra de Roman Polanski), cuya publicación en alemán tendrá lugar la próxima semana.

Geimer recuerda los sucesos: Polanski buscaba fotografiar chicas jóvenes para la revista Voge. Su madre estuvo de acuerdo con que ella sirviera de modelo. En su primera sesión, Polanski le pidió que se cambiase de prendas. Geimer no llevaba puesto sostén, pues aún no lo necesitaba. Mientras ella se cambiaba, Polanski seguía sacando fotografías. Luego de aquella sesión, la chica pensó que no sería requerida de nuevo. Sin embargo, una semana después Polanski le pidió que volviese a posar para él, esta vez en la casa de Jack Nicholson, quien no se encontraba ahí. Una vez en la casa, Polanski ofreció a Geimer champaña y Quaalude, una fármaco usado para conciliar el sueño que, en fuertes cantidades y en combinación con alcohol, causa confusión en la percepción, conciencia y voluntad. Se metieron al jacuzzi y después fueron a una habitación oscura.

“Okey, el tipo quiere tener sexo contigo, pensé […] entonces me tocó. Dije ‘no’, pero no funcionó y no supe qué más hacer. ‘Déjalo hacerlo, y luego vete a casa’ me dije. Yo ya sabía lo que era el sexo, tenía un novio y teníamos relaciones sexuales.” Afirma.

Geimer piensa que no era demasiado joven en esa época para tener sexo. Recuerda que la cultura sexual parecía, al menos en aquella época, mucho más liberal que la actual. “Sé lo extraño que suena extraño”, reconoce. Sin embargo, nos recuerda que esa era la década que vio llegar a la pantalla films como Manhattan, donde Woody Allen “homenajea la figura del hombre de mediana edad enamorado de una adolescente”; Taxi Driver, donde Jodie Foster interpreta a una prostituta de 14 años; o Pretty Baby, con Brooke Shields encarnando también a una prostituta aún menor.

Polanski la penetró analmente hasta que eyaculó, pero nunca usó fuerza bruta. Geimer cuenta cómo ha escuchado una y mil veces las reacciones de absoluto espanto frente a la narración de aquella idea.

“Horroriza a todos. Sin embargo, en aquella época yo no sabía que lo que llamaban sodomía era la gran cosa. No fue tan malo como todo mundo piensa. No me dolió. Estaba drogada. Todo lo que me preocupaba era que él pudiera terminar pronto para poder irme a mi casa. Sé que eso también suena extraño hoy en día.”

Geimer afirma que Polanski no pensó que había hecho algo malo, y en cierta medida, ella tampoco. Está cansada de vivir bajo el peso moral que implica ser “la víctima de una violación.” Todo mundo espera verla sufrir e incluso reaccionan con cierta indignación cuando escuchan que, desde el primer momento, ella no padeció emocionalmente el suceso, aunque ciertamente lo encontró extraño e indeseable.

“No fue Roman quien hizo mi vida miserable. Fueron las personas quienes lo trataron injustamente […] La prensa hizo mi vida miserable. Roman no tenía la intención de nada de eso. Cuando fue arrestado otra vez hace cuatro años, supe que eso implicaría problemas. Ahora la prensa estaba de nuevo sobre mí. Eso es lo que me hace infeliz”

Roman Polanski actualmente no es admitido en algunos países y festivales. Ha enfrentado problemas legales por aquél suceso en múltiples ocasiones. En una entrevista ofrecida el 6 de septiembre, el director afirmó que no se había sentido más perseguido que cuando fue arrestado en Suiza, en 2009, encarcelado 2 meses y luego puesto bajo arresto domiciliario por el delito hacía décadas cometido y perdonado por su víctima.

Geimer afirma que nunca le deseó todos estos males a Polanski, pese a que ella misma interpuso una demanda en su contra 11 años después de su encuentro sexual, como represalia por ciertos comentarios emitidos por el director que le parecieron ofensivos.

En definitiva, Geimer se lamenta de un evento condenado al recuerdo, recuento y eterización por la imposición social y no por la voluntad de ninguna de sus partes. Sugiere que con el tiempo, si bien la sociedad se ha vuelto mas abierta a la exhibición de imágenes sexuales, se ha hecho también más moralina, más sedienta de justicia, o mejor, de ajusticiamiento circense y espectacular.

“Preferiría mil veces volver a pasar la noche con Roman que revivir el proceso judicial y mediático.” Afirma.

En 2008, Polanski vio el documental Wanted and Desired que retrata el caso con detalle.

“Roman me escribió después de verlo. Quería que supiera cuánto se arrepentía de haber motivado tantos problemas en mi vida. También me escribió cuán impresionado estaba por la integridad que yo había mostrado en la película. Lo más importante que escribió fue que reconocía que todo había sido culpa suya y que mi mamá debía ser dejada en paz.”

Polanski y Geimer no se han visto en décadas. Ella no descarta que un encuentro podría resultar interesante y amistoso. Todo parece tratarse de una pesadilla mediática que nadie está dispuesto a perdonar, excepto ellos dos.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

Comentarios