La izquierda francesa ha triunfado en al primera vuelta de las elecciones para volver al Elíseo.

François Hollande, el candidato de la socialdemocracia, ha logrado con un perfil conciliador, bajo, “blando” según sus adversarios y aún algunos de sus partidarios, sumar el 28,56% de los votos.

Hollande se jugará la presidencia en la segunda vuelta con el actual presidente, Nicolas Sarkozy, que ha pagado el precio de la crisis, una campaña errática y una gestión mediocre al frente del gobierno frances.

Si el chaparrito Sarkozy quiere reelegirse, deberá conquistar a los votantes de la ultraderechista Marine Le Pen, que logró el 18,12% de los votos con una plataforma política ultraconservadora y xenófoba, pero que no logró pasar a la segunda ronda a pesar de sumar una cantidad de votos histórica para el Frente Nacional, el partido de la ultraderecha.

Sin embargo, la mayoría de las encuestas (mucho más fiables del otro lado del Atlántico) pronostican una derrota clara del presidente el 6 de mayo, por una distancia de ocho puntos: 54% para Hollande frente al 46% para Sarkozy.

Estoy en cabeza del primer turno, y es una posición que me honra y me obliga…

Según los especialistas, la pregunta que los franceses han tenido que responder a la hora de emitir su voto es más o menos la siguiente:

¿El miedo a que vuelva a ganar Sarkozy será más fuerte que el miedo a una posible victoria de la izquierda?

Al parecer el miedo a la izquierda no es tan grave como la crisis o la “hiperactiva” personalidad de Sarkozy.

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