Hace no mucho encontramos esta joya en la red: Un cortometraje inspirado en el track “Rival Dealer” de Burial, dirigido y escrito por el británico Ben Dawkins -cuyo trabajo en publicidad y comerciales con marcas como Adidas y Nike ha sido ampliamente reconocido a nivel mundial-. Una alineación de ensueño, aunque la sorpresa fue mayor al verificar que el corto tenía la aprobación del mismo Burial y de su disquera, Hyperdub.
Y en realidad el cortometraje es bueno. Dealer, cuya trama gira alrededor de la jornada de trabajo de un narcomenudista londinense de nombre Curtis, es una producción audiovisual bien lograda, con buenos detalles en fotografía, iluminación, actuación, tomas aéreas, secuencias con montaje rítmico, momentos que recuerdan a las películas de Takeshi Kitano y un excelente diseño sonoro que mezcla con sutileza los sonidos puramente diegéticos con el track de Burial, lo cual encaja de manera perfecta ya que a eso suena la música de este productor: a las calles de Londres durante la madrugada.
Bueno…corrijo, no sólo suena a eso, el trabajo de Burial en este track (y en el EP homónimo que contiene esta canción y que fue lanzado en diciembre del 2013 a través de Hyperdub) es mucho más complejo. La manera en que manipula el audio es casi artesanal: texturas detalladas y etéreas, percusiones que parecen ser interpretadas en medio de una fábrica abandonada, pads desafinados, líneas de bajo viajando a través de una neblina espesa y sampleos más humanos que cuentan historias, te invitan a abrir puertas de lugares inexistentes o que tocan temas socialmente relevantes, como pasa en “Come Down To Us”, dónde el testimonio de una persona transgénero finaliza el track.
Rival Dealer EP, muestra a un Burial más orgánico, alejado de la imaginería fantasmagórica-digital de sus producciones anteriores. Tracks de más de once minutos que contienen momentos que a primera oída parecen totalmente desconectados, pero que conforme el track va avanzado empiezan a tomar sentido y empiezan a ser unidos por finos detalles sonoros.
Pero en general, la música de este productor transita por la sensación esperanza, lo onírico, lo crudo y la soledad al mismo tiempo. Da igual si es un drum & bass anestesiado, o cajas de ritmos ochenteras atiborradas de reverb, la música de Burial suena bien en una pista de baile, en un autobús en la madrugada o en la soledad de tu habitación. Después de escucharla te lleva a un lugar totalmente distinto de donde presionas play. Y eso también pasa al ver el corto de Ben Dawkins, que a pesar de ser un producto audiovisual de alta manufactura, la música termina arrastrándote haciendo que se te olvide por momentos lo visual.
El sonido de Burial es poderoso, y es innegable que ha sido clave en los últimos cinco años de la música electrónica, una referencia para muchos productores contemporáneos que cada vez han hecho más popular la música electrónica que se aleja un poco de las pista de baile para entrar a terrenos más introspectivos.
De hecho es posible escuchar la influencia del misterioso músico en productores con contextos tan distintos como Lifafa de la India, David August de Alemania, Gidge de Suecia, Siete Catorce de México o Shlohmo de Estados Unidos. Por eso creo que es hora de dejar un poco de lado los lugares comunes de lo cinematográfica que es la música de Burial, o de que al principio de su carrera era un ente misterioso renuente a descubrir su verdadera identidad y de ir a la ceremonia del Mercury Prize. Es tiempo de hablar del legado que William Bevan (su verdadero nombre) está construyendo en la escena contemporánea de la música electrónica.