El día de ayer, 24 de mayo, Elliot Rodger, de 22 años, disparó sobre un grupo de personas afuera de un deli, cerca de la Universidad de Santa Bárbara, California. El saldo es siete personas hospitalizadas y siete muertos, incluyendo al propio Elliot.

Elliot Rodger es hijo del asistente de director, Peter Rodger, de la película Los juegos del hambre. Al momento de morir tenía 22 años y asistía a la Universidad de Santa Bárbara. Según declararon sus familiares, sufría de síndrome de Asperger, aunque era bastante funcional. La policía ya lo había contactado porque era dueño de un canal misógino de YouTube, y había a empezado a manifestar ciertos brotes de violencia contra las mujeres en sus video blogs.

Elliot con su padre Peter Rodger en la “alfombra roja”

La policía lo entrevistó y según su familia, lo encontraron bastante cortés y normal. Lo único que hicieron fue recomendar que viera a un terapeuta, pero eso fue todo. Según Alan Schifman, vocero de la familia Rodger, Elliot había visto a muchos terapeutas sin lograr resultados, y la policía lo contactó porque su madre se había alarmado por los videos que últimamente posteaba en su canal de YouTube. Schifman agregó:

“La familia está en shock. Quieren mandar sus más profundas condolencias a las familias de las víctimas”

Los video blogs de Elliot daban vueltas sobre los mismos temas: soledad, mujeres y ocasionalmente venganza. Según él, su tiempo en la universidad debería ser un periodo de placer y sexo, pero las mujeres no se sentían atraídas hacia él y resultaba que era virgen a los 22 años de edad. En los videos, Elliot remarca que él es un perfecto caballero y un “macho alfa”; no entiende por qué las mujeres lo rechazan y prefieren a otros hombres “inferiores”. En sus propias palabras:

“Ustedes, chicas, nunca se han sentido atraídas hacia mí. Yo no sé por qué ustedes no se sienten atraídas hacia mí. Pero voy a castigarlas por eso” […] Voy a entrar a la fraternidad más popular de la UCSB (Universidad de Santa Bárbara, en California) y voy a acabar con cada una de las consentidas, presumidas y zorras rubias que vea ahí”

En el último de sus videos, publicado el viernes, asegura que el tiempo de la venganza había llegado. De manera que el sábado subió a su BMW junto con cuatro armas y más de 400 balas. Al llegar a un deli con mucha gente en Isla Vista, California, cerca de su Universidad, Elliot bajó la velocidad y empezó a disparar. La policía actuó muy rápido y logró evitar que hubiera más muertes. Se produjo un tiroteo entre Elliot y los oficiales, y todo terminó cuando el joven chocó contra un grupo de autos estacionados. Al llegar al auto uno de los oficiales se dio cuenta que Elliot tenía un disparo en la cabeza: se había suicidado después de perpetrar su “venganza”.

Las posturas en torno a este desafortunado joven van de la justificación al odio más individualizado. Algunos consideran que sus acciones responden a una sociedad corrompida que lo orilló a actuar como lo hizo, y lo colocan como una víctima más. Por otra parte, otros prefieren considerarlo un demente, un enfermo que actuó solo y no es más que una anomalía de una sociedad perfectamente funcional. Ambas posturas son reduccionistas.

Como lo señala Jessica Valenti en The Guardian, el lenguaje de Elliot Rodger recuerda al de diversos grupos machistas del sur de los Estados Unidos, grupos que dicen reivindicar “los derechos de los hombres”, el “orden natural” de las cosas y “el hecho de que somos como animales”. Con estas posturas ignorantes y dogmáticas pretenden asegurar la superioridad masculina y la inferioridad de las mujeres, en el sentido más burdo y simplista.

El auto de Elliot después del tiroteo en Isla Vista, California

En sus videos Elliot hace suyo este discurso, que incluye la idea de que las mujeres “deben” responder a las necesidades de los hombres porque es lo “natural”. Bajo esa creencia, Elliot asume que es culpa de las mujeres el hecho de que él sea virgen e infeliz. El joven pertenecía y mantenía contacto con estos grupos, e incluso publicó una imagen que explica en cierta medida su postura:

Valenti hace hincapié en que la “misoginia mata”. Generalmente en estos casos se suele depositar toda la culpa al asesino, o a una vaga idea de sociedad, o a la cultura de las armas en EEUU. Ninguno de estos aspectos es inocente, pero debe remarcarse que ciertas ideologías conservadoras y misóginas tienen una culpa específica que no puede ser borrada. Aunque la “misoginia” navegue con una bandera de inocencia, no puede subestimarse el papel que jugó en este asunto, y que juega en la violencia que frecuentemente se ejerce en contra de las mujeres. El caso de Elliot es extremo, pero forma parte de una ola de violencia misógina que se manifiesta de distintas formas, a través de canales incluso institucionales o “legales” como la publicidad.

Este caso debería darnos mucho en qué pensar de este lado de la frontera, donde parecemos ser un país que tolera el comportamiento misógino. El país de las Muertas de Juárez y de las agresiones contra mujeres en el Estado de México no puede dejar de poner atención a las causas ideológicas detrás de los actos de Elliot para ver con mayor claridad las de los crímenes en su propio territorio.

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