La gente de Marinaleda no se toma el activismo a la ligera. Han ocupado aeropuertos, estaciones de trenes, edificios gubernamentales, granjas y palacios. Han llevado a cabo huelgas de hambre, han bloqueado caminos y organizado marchas. Si hay suerte, y los habitantes de Marinaleda se sienten ambiciosos, puedes contar con ellos para abalanzarse sobre un supermercado y robar algunos bienes para donarlos a albergues.
Hay muchas formas de describir a la izquierda hoy en día, pero “prometedora” es casi nunca una de ellas. En Estados Unidos, el colapso del movimiento Occupy y la falta de alternativas al status quo, son el nuevo malestar de marxistas y radicales. Cuando se lanza la pregunta inevitable de “¿qué debemos hacer?”, pocos radicales tienen una respuesta clara y eso es, al menos, sorprendente. Amén de los “grandes” fallos del comunismo del siglo XX, el siglo XXI se puede jactar de muchas y constantes pequeñas victorias en contra del orden neoliberal.
Marinaleda es una de esas victorias
A este punto, muchos hemos oído hablar de los Zapatistas. Claro, un modelo de sociedad que funciona para los indígenas de la selva lacandona no se traduce fácilmente para ser aplicado en una metrópolis o incluso en zonas industriales o agrarias. Pero pocos de nosotros han escuchado de Marinaleda, una pequeña ciudad bien resguardada en la zona andaluza de España.
La ciudad es dirigida por el carismático alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, quien se ha mantenido en su posición desde 1979. “Nunca he pertenecido al Partido Comunista de la hoz y el martillo” declaró Gordillo, “pero siempre he sido comunista”.
El corazón de la ética comunista de Marinaleda es una granja de 1,200 hectáreas que fue ganada luego de una década de ocupaciones y huelgas de hambre al Ducado del Infantado. La propiedad del Duque es uno de los muchos ejemplos en España de vastas fincas con tierra cultivable cercados para aquellos que los rodean, usualmente gente pobre y con hambre. Aquí, en Estados Unidos, nos enojamos rápidamente cuando nos enteramos que el 1% de la población posee el 39% de la riqueza del planeta. En Andalucía, 2% de las familias poseen el 50% de la tierra. Dan Hancox, en su libro The Village against the world, apunta las razones por las que Gordillo puso la tierra del Duque en la mira: “Él era el que tenía más”.
Los habitantes caminaron 10 millas, todos los días, para ocupar a diario la tierra del Duque. Eran sistemáticamente retirados del lugar por la policía todos los días entre 6 y 7 pm. Los protestantes abandonaban la tierra pacíficamente solo para regresar al siguiente día. En 1985, la gente de Marinaleda hizo esto por cerca de un mes, escribe Hancox en su libro. Era el pináculo del verano, la época más calurosa y solo descansaban los domingos. Cuando todo estaba dicho y hecho, la tierra del Duque había sido ocupada unas 100 veces.
En 1991, la gente de Marinaleda ganó. El gobierno andaluz compensó al Duque con una suma que se mantuvo en secreto y cedió la tierra del Duque a la gente de Marinaleda. Sembraron en la tierra del Duque (en donde antes crecían cosechas intensivas que no necesitaban cuidado como girasoles) cosechas intensivas que requerían del trabajo de la gente como olivos. La lógica era simple; entre más mano de obra se necesitará, más trabajos se crearían, así, una vez que los olivos crecieran, un proceso que requería en sí mismo de muchas manos, debía después procesarse el aceite. Eso requería procesos agrarios que se traducirían en trabajos. Como Hancox lo muestra, “no hay ganancias porque cualquier plusvalor era reinvertido para crear más trabajos”. Marinaleda tiene una tasa de desempleo del 5%. España entera, en contraste, tiene una de 27%.
Hancox detalla su visita a la granja administrada como cooperativa:
‘Este cortijo es para los jornaleros en paro de Marinaleda’ fue escrito con letras mayúsculas en toda la vaya, acentuado con una pintura de la irónica bandera tricolor del poblado. Del otro lado, había una pintura socialista/realista de dos jornaleros emergiendo orgullosos, algo cansando de los trabajos en el campo y que medían unos 5 metros de alto. Debajo de ellos, se podía leer la frase TIERRA UTOPÍA.
Una familia vive ahí como celadores y conserjes, llevando a cabo las tares del día a día: no son ni jefes ni dueños -esto es una cooperativa, mi guía apuntó. Esta cooperativa es en realidad la piedra angular, real y simbólica, del logro de la utopía de Marinaleda – una grande de 1200 hectáreas ganada gracias a 13 los de lucha incasable.
La granja, conocida como El Humosos, vende sus productos internacionalmente. Las marcas que presumen de comercio justo y responsabilidad social casi siempre se ven con sospecha por los teóricos, sin embargo, El Humoso representa un admirable contrapeso a la popularidad de Starbucks y Tom’s Shoes. “Debes saber que cuando consumes cualquier producto de nuestra cooperativa, estás ayudando a crear empleos y justicia social”, Gordillo le dijo a Hancox.
La lógica es atractiva: “Marinaleda existe en un mundo capitalista”, explica Hancox, “pero comprobar que ‘podemos trabajar por otras razones que no sean monetarias’ es para Sánchez Gordillo un acto de subversión contra el capitalismo en sí mismo” .
Para ser un hombre en el poder, Gordillo tienen una gran característica, su vena antiautoritaria. Marinaleda, sorprendentemente, no tiene policía. No abolieron la fuerza policiaca, ni expulsaron violentamente a sus oficiales. Marinaleda tenía un solo oficial de policía. Cuando ese oficial se retiró, nunca contrataron un reemplazo. Ahora, Gordillo es conocido por atrapar a delincuentes jóvenes y hablar él mismo con su familia. Sorpresivamente, eso parece funcionar.
Los ocupamientos y la redistribución han llamado la atención de todo el país. En un punto, H&M quiso producir una camisa de Gordillo, antes de tener que abandonar el proyecto debido a la furia de la gente.
Cuando avasallaron los supermercados, cientos de protestantes mostraron su apoyo, pero solo algunos fueron hasta el lugar. Ahí, de acuerdo con Hancox, llenaban unos 10 carros con comida y se la llevaban sin pagar. Gordillo, quien sabe como usar la prensa en su ventaja, llamó a este tipo de acciones “propaganda de la propiedad”.
Incluso, la gente acuño el termino “Hacer un Gordillo”. En el pináculo de la crisis económica en España, el hashtag #HazteUnGordillo fue utilizado por activistas. Amén de la indignación institucional por las acciones de Grodillo, la respuesta de la gente era en su mayoría positiva.
El libro
El libro de Dan Hancox The Village Against the World, es, a falta de otra palabra, sorprendente. Los lectores no encontrarán una defensa teórica dura de las políticas de Marinaleda, ni tampoco una crítica. En lugar de eso, el libro de Hancox se lee como se leería uno de esos libros que encabezan la lista de bestsellers del New York Times si no fuera, claro, por el tema del que habla: las aventuras antiautoritarias de la villa comunista y su alcalde Robin Hood.
El un libro necesario para todos aquellos interesando en los movimientos radicales como Occupy Wall Street o el movimiento zapatista.